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OPINIÓN: ‘Yo vi nacer y morir un grito homofóbico’

La foto muestra a dos aficionados mexicanos, con máscaras de luchadores, antes del encuentro entre la selección de su país y Portugal, correspondiente a la Copa Confederaciones y realizado el domingo 18 de junio de 2017 en Kazán, Rusia (AP Foto/Martin Meissner) ** Usable by HOY, ELSENT and SD Only **
(Martin Meissner / AP)
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En el futbol hay muchas tradiciones, buenas y malas, que nacen y se desarrollan durante años: la famosa ola, el grito de “sí se puede” y hasta las quejas de aquellos que exclaman “ulero, ulero”. Pero nunca pensé que en mi vida me tocaría estar presente en el momento exacto donde naciera un polémico alarido… y también el día que este moriría para bien.

Recuerdo todavía aquella tarde en el Estadio Jalisco en 2004. Estados Unidos ingresaba a la cancha de la ex casa de Chivas Rayadas del Guadalajara y con ello se llevaba el abucheo de toda la afición tapatía. La Barra 51 se había disfrazado de la Barra Azteca y apoyaba con todo al Tricolor mexicano en el camino Rumbo a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Con el clásico de Concacaf en juego, la porra oficial del Atlas comenzó a gritarle a los estadounidenses, hasta que el arquero D.J. Countess tomó el esférico para despejar la pelota lo más lejos que pudiera de su arco.

Ahí la Barra Azteca levantó los brazos... esperó gritando mientras el portero visitante pateaba la de gajos y justo cuando este lo hizo soltó un grito que resonaría por más de 13 años en México y en el mundo: “¡ehhh, p*to!”.

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Y así comenzaría una batalla entre la FIFA, la Federación Mexicana de Futbol (FMF), la afición mexicana y varias agencias no gubernamentales que buscan combatir la homofobia en el mundo. El famoso grito había pasado desapercibido hasta que el mundo lo conoció de nuevo en Tijuana con el Campeonato Pre-Mundial Sub-17, cuando la afición local se lo cantaba en cada despeje a los porteros. Curiosamente en ese torneo una mamá canadiense gritaba a todo pulmón este cántico, sin explicarse por qué los mexicanos apoyaban a su hijo, el cancerbero de la hoja de maple, en un duelo entre norteamericanos.

Pero el punto de ebullición y donde todo comenzó a empeorar, fue durante la Copa Mundial de Brasil en 2014. Ahí en Fortaleza el mundo se dio cuenta que este canto no era algo “curioso” de la afición mexicana, sino una grosería dirigida directamente al guardameta rival con tintes anti-homosexuales. En portugués y español la palabra “p*to” significa lo mismo, por lo que la FIFA comenzó a pronunciarse en contra de esta exhibición tan grosera.

Y así, durante más de tres años, el máximo organismo del futbol a nivel mundial intentó multar a la FMF buscando parar este alarido. Las sanciones no sirvieron y la FMF intentó frenarlo con una campaña en la que participaban los mismos jugadores aztecas. Pero todo fue en vano. Hasta este 2017, cuando a la federación internacional se le ocurrió que, en caso de escuchar esa palabra, se pararía el juego y el mismo duelo podría ser suspendido si desde las gradas salía esa expresión hacia el campo.

El domingo por la noche vi como Rui Patricio, arquero portugués, tomó la pelota durante los primeros minutos, la afición mexicana comenzó con un débil “ehhhhh” y justo cuando este pateó el esférico, el grito ahogado de “p*to” no logró salir completo de las gargantas de los mexicanos. Quien dijera que, en 2017 en Rusia, yo vi nacer y morir un grito homofóbico.

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