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Reporte: La huella de Maradona en México: ‘En la vida no hay pretextos’

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Diego Armando Maradona dejó un pedazo de su corazón en Culiacán, Sinaloa.

El astro argentino llegó al banquillo de los Dorados en septiembre de 2018. Cuando se escuchó la primera versión de su llegada, hubo quienes calificaron la noticia como falsa. ¿Cómo Maradona iba a dirigir en el Ascenso MX a los Dorados? Fue cierto.

El representante Christian Bragarnik aprovechó la buena relación con Jorgealberto Hank Insunza, presidente de los Xolos, para hacer la negociación.

Entonces, empezó la magia fuera de la cancha, aunque dentro también, pues en el primer torneo llevó a los Dorados de Sinaloa a la Final, luego de estar ubicados en el penúltimo sitio de la clasificación. Maradona vivió un amorío con Culiacán.

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En el club, la directiva le quiso poner asistentes para todo, pero al poco tiempo, Maradona hacía solo el supermercado; quería sentirse uno más en la ciudad sinaloense y lo logró.

Los cajeros en el supermercado se quedaban paralizados, “sí, podés tomarte una foto”, les decía el argentino.

Bien dicen que los tiempos en el futbol son absorbentes, pero en muchas ocasiones se dio espacio para recoger a su hijo Diego en la escuela. Al principio se creía que los escándalos iban a estar a la orden del día, pero no fue así.

Se ganó a mucha gente en la calle, cuenta el director deportivo Juan Pablo Santiago. No se diga en el Estadio Banorte, en el que muchas ocasiones organizó comidas con los cancheros y utileros.

Además de los discursos y anécdotas motivadoras, Maradona estaba comprometido con lo suyo.

Una vez, cuando al equipo le tocó jugar contra los Alebrijes de Oaxaca, de visitantes, salieron de Culiacán y realizaron la conexión en Ciudad de México, pero el vuelo se retrasó.

A Oaxaca llegaron casi oscureciendo. Previo a los retrasos Maradona había pedido una cancha para entrenar.

“Míster, ¿vamos a entrenar?”, le preguntó Santiago a Maradona, quien respondió que sí, que le dieran ropa a sus jugadores.

No se veía nada en la cancha privada. Entonces, Maradona llamó al operador del autobús y le pidió que encendiera las luces altas. Así entrenaron. Al final, el DT les pregunto: “¿Por qué creen que los hice entrenar, muchachos?”, hubo silencio, luego, remató, “para que se den cuenta que en la vida no hay pretextos”.

Los Dorados se quedaron muy cerca de ascender, el Atlético San Luis, de Alfonso Sosa, les ganó las dos Finales.

El grupo pronto lo arropó. Un día era el ídolo para muchos, luego pasó a darles instrucciones en el vestidor y al día siguiente estaba en sus carnes asadas.

Algunos jugadores lo invitaban, pero no esperaban que asistiera, de repente, a la puerta de sus hogares estaba Maradona con su familia, su pareja Verónica Ojeda y su hijo.

En los convivios fuera del club o de una concentración, el argentino les contaba anécdotas de sus goles importantes en Mundiales o les daba consejos de cómo llevar el dinero y la fama, asumía que, de alguna manera, se había equivocado.

En un viaje, Maradona se comenzó a sentir muy mal físicamente. Pidió al “Kanú” Santiago que le comprara boletos de avión privados a Culiacán. El técnico se adelantó al equipo para atenderse de la rodilla derecha, pero esos vuelos corrían por cuenta de su bolsillo, no permitía que el club pagara si él se salía de la logística.

En octubre del 2018, el médico Germán Ochoa declaró que Diego padecía una severa artrosis en sus dos rodillas y “ya no tiene cartílagos”, a pesar de eso, cuando llegaba a la enfermería del club tenía prohibido que fuera atendido él antes que sus jugadores.

Diego cumplió su contrato, pero una vez que expiró al terminar el Clausura 2019 no lo renovó; en su lugar estará José Guadalupe Cruz.

El paso de Maradona quedará grabado en uno de los muslos del arquero Gaspar Servio, quien se hizo un tatuaje de su entonces DT acompañado de la frase “creo en Dios”, pero también en la mente de muchos sinaloenses.

Por lo pronto, buscará recuperar su salud en Argentina, pues no logra conciliar el sueño, ya que del corazón, Culiacán lo sanó.

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