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Es un privilegio escuchar tan lejos el himno nacional

(Hector Vivas / Getty Images)
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Tras seis meses fuera de mi país, lejos de mi familia y amigos, y, sobre todo, buscando adaptarme a una cultura diferente a la mía; es un privilegio poder escuchar tan lejos mi himno nacional.

Con tres mundiales en la espalda, una Copa América, varias Copas Oro, Juegos Olímpicos y hasta Copa Confederaciones, escuchar el himno nacional mexicano fuera de mi nación ya es algo común para mí; pero por primera vez en mi vida he sentido la distancia con mi país y escuchar estas estrofas en Rusia ha sido algo magnifico.

En los juegos ante Alemania en Moscú y ante Corea del Sur en Rostov en el Don, este cántico mexicano ha sido siempre el más ruidoso de los dos que se presentan durante los partidos. Los paisanos han sido mayoría en las dos ciudades y han entonado con un estruendo ensordecedor sus estrofas haciendo que los rusos nos pregunten por qué tenemos tanto sentimiento al hacerlo y la respuesta siempre es la misma: porque somos mexicanos.

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Para agregarle un sentimiento mayor a los cotejos del Tri, al final de cada victoria azteca el comité organizador local se ha encargado de poner en el sonido local música de mariachi. Primero el Cielito Lindo para sellar el triunfo mexicano y después huapangos u otras canciones de nuestro folclor que nos hacen acordarnos de casa.

Es un privilegio escuchar tan lejos mi himno nacional, así como también es un honor ver como miles de mis paisanos representan con orgullo a su país y dejan un buen sabor de boca en los rusos que saben que el mexicano es alegre, amigable y sobre todo una afición ejemplar. Los negritos en el arroz se pueden tirar a la basura, pero al final lo que importa es el plato principal: el futbol.

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