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El “Pochito” Alday, cuando la ira de ser deportado te lleva a ser campeón

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EFE

La ira y la frustración que sintió el mexicano José “Pochito” Alday cuando fue deportado de Estados Unidos lo llevaron a descubrir su verdadera vocación y lograr el éxito profesional al proclamarse campeón de peso gallo de la competición de artes marciales mixtas Combate Américas.

“Si no hubiera sido por la deportación a mi país, algo que fue muy difícil, no estaría aquí, no hubiera encontrado mi pasión”, dice a Efe Alday mientras entrena preparándose para su próxima pelea, en la que defenderá su título de la segunda organización de artes marciales mixtas más vista en Estados Unidos.

Como muchos otros inmigrantes, Alday, de 27 años, originario del estado mexicano de Sonora, llegó a vivir a Estados Unidos junto con sus padres cuando solo tenía nueve años.

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Debido a su juventud, rápidamente se adaptó al país y aprendió el idioma al tiempo que estudiaba y trabajaba junto a su familia.

Pero el temor más grande de cualquier inmigrante sin estatus migratorio se hizo presente cuando tenía 20 años. Un día fue detenido por un policía, quien le pidió la identificación, en un incidente que lo llevó finalmente a ser deportado a México en 2011.

En un difícil regreso, el joven encontró en un gimnasio el lugar ideal para sacarse una frustración que canalizó a través de las artes marciales mixtas.

“El pochito”, apodo que se utiliza en México para aquellos que no hablan bien español o lo hablan con un acento “gringo”, explica que su empeño comenzó a dar frutos sobre la lona y fue adquiriendo la experiencia necesaria para convertirse en un peleador profesional en 2013.

“Este es un deporte que requiere de mucha concentración mental, siempre tiene uno que estar concentrado, son tantas artes marciales que siempre hay que estar practicando y puliendo tus destrezas, es muy complejo y muy exigente”, dice Alday en la “jaula” en la que entrena sus golpes y patadas.

“El Pochito”, que tiene un récord de doce victorias (seis de las cuales por sumisión y tres por KO), tres empates y un solo empate, finalmente pudo regresar a los Estados Unidos después de casarse con su novia de toda la vida, estadounidense y con quien ahora tiene un hijo de dos años.

A pesar de haber llegado al país cuando todavía era un niño, el luchador no pudo aplicar para el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, en inglés), ya que este programa fue implementado un año después de su deportación.

Pero el joven demostró que una mala experiencia como la deportación se puede transformar en una vida nueva llena de gloria dentro de la “jaula” de Combate Américas, franquicia deportiva estadounidense diseñada para formar campeones de lucha latinos.

“De algo tan negativo como una deportación salió algo muy positivo, como ahora ser todo un campeón. Cuando algo malo nos pasa siempre tenemos la opción de hacernos ‘bolita’ y darnos por vencidos, esa es la opción fácil, pero debes levantarse y hacer lo mejor que puedas”, asegura.

Eso fue lo que hizo él, que en septiembre de 2017 hizo realidad uno de sus grandes sueños al derrotar a Gustavo López y convertirse en campeón de peso gallo de una competición que, considera, cada vez es más seguida por latinos en general y los mexicanos en particular.

Indicó que su mensaje para todos los jóvenes es que deben de seguir sus sueños y luchar por ellos, como hará al defender el título de las 135 libras en una pelea donde se enfrentará nuevamente a López en el Casino del Sol, en la ciudad de Tucson, en el estado de Arizona que el llama su hogar.

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