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El excampeón Israel Vázquez fue ‘Magnífico’ ante las adversidades de la vida

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South Gate

Durante su carrera, Israel Vázquez tuvo que lidiar con situaciones especiales en las que demostró que estaba listo para ser un campeón. Tal como le sucedió en su primera pelea de la trilogía contra Óscar Larios, al que derrotó en dos ocasiones.

El 29 de marzo de 1996, el ‘Magnífico’ acababa de vencer a Erik López para alcanzar su onceavo triunfo, en 12 peleas, y se disponía a tomar esa semana de descanso para luego seguir su preparación. No pasó esa semana y su hermano se le acercó con una noticia que lo tomó por sorpresa.

“‘Israel Vázquez sentado en un barril de pólvora’, era el titular de la nota en el periódico en donde anunciaban mi siguiente pelea… no le creía a mi hermano, pero al ver la nota dije ‘pues, ni modo, hay que pelear’”, recordó su reacción a HOY Deportes por el poco tiempo de recuperación y preparación que tendría entre combates.

Según Vázquez, el récord de Larios, su rival en ese entonces del 12 de abril de 1996, no fue revelado y tampoco sabía cómo era físicamente. Las cosas no mejoraron pues cuando tenía que hacer parte del pesaje, llegó tarde porque tuvo que tomar transporte público.

“Mi papá estaba trabajando y no llegó con la carroza de muertos… él era dueño de una funeraria”, dijo. “Di el peso bien y sin problemas, creo que estaba en 120 libras, un gallo natural”.

A su llegada a la arena en donde se llevaría a cabo la pelea, notó que su vestidor estaba conectado con el de su rival. Vázquez vio a otro peleador que vestía un short morado y por lo menos tres pulgadas más alto que él.

“Pensé que esa persona pelearía en la cartelera, pero al subir al cuadrilátero me llevé la sorpresa que era el mismo sujeto”.

Vázquez aceptó que se puso nervioso cuando escuchó el récord perfecto del ‘Cholo’. Sin embargo, tan pronto empezó la pelea lo conectó casi de inmediato y pudo salir vencedor. Según el peleador, ese enfrentamiento lo consolidó en el boxeo como boxeador.

Para la tercera pelea entre ambos, Larios había llegado con nueve defensas del título que le arrebató precisamente a Vázquez en el segundo combate de la serie.

“Estaba ochenta por ciento seguro que le ganaría, el resto era pensando en un mal corte o algo similar, pero llegó en el momento en que a mi hijo mayor lo diagnosticaron con hemofilia, una enfermedad de la sangre”.

Vázquez dormía seguidamente en el hospital durante su tiempo de entrenamiento. Ese cansancio provocó que su pelea de unificación estuviera en peligro ya que se enfermó.

“La gripe me dio fuerte, pero llegué a la pelea y apenas en el primer round lo mandé a la lona. Eso me dio confianza, logré cortarle la ceja y el referí después detuvo todo. Pude unificar la FIB y la del Consejo Mundial”.

Contra Rafael Márquez, el tres veces campeón de peso gallo vivió otro momento que marcó su carrera y no fue precisamente la pérdida de su ojo derecho debido a los castigos que sufrió durante los cuatro combates, de los que cada uno ganó dos.

Un día antes de su pelea con Márquez, cuya fecha coincidía en Semana Santa, Vázquez fue a comer con su padre a un restaurante en donde también servían mariscos.

“Pedí un bistec con el permiso del divino”, dijo Vázquez mientras señalaba hacia arriba. “La carne para mi proteína y mi papá pidió la sopa de almeja, que no se pudo comer porque le daría alergia. Lo comí junto a mi carne y nos fuimos al hotel”.

Durante la noche, Vázquez no se sintió bien y nuevamente peligraba su presencia en el cuadrilátero.

“Eran las 2 o 3 de la mañana y sentía que mi estómago se retorcía… me dio diarrea. Me recuperé un poco antes de la pelea con Rafa pero mi cuerpo estaba vacío”.

Vázquez dijo que llegó disminuido y no espera usar esto se tome como excusa de esa primera derrota que tuvo contra Márquez.

“Llegué un poco debilitado y pocos lo saben, solo mi papá y otra persona, pero son testigos de eso. Aún así dimos una buena pelea, él me sorprendió y me rompe mi tabique nasal. Ya no pude respirar, se me inflama todo por dentro y tuve que respirar por la boca”.

Márquez le quitó a Vázquez el título de peso gallo del CMB, mismo que volvería a capturar en la revancha.

La primera derrota

Uno de los recuerdos más duros que vivió Vázquez durante su carrera fue su primera derrota.

“En ese tiempo tenía un buen reconocimiento, tenía nueve peleas profesionales, peleaba 10 rounds”, recordó Vázquez.

Para la décima pelea de su carrera como profesional, a Vázquez se le presentó una “baraja de peleadores”, de los que estaba disponible alguien al que le tenía mucho interés.

Fue en esta pelea en la que de Vázquez sufrió su primera derrota en la que tuvo un sabor familiar.

“Estaba Ulises Flores disponible y le dije a manejador que lo quería, pero él me pidió que me esperara”, contó. “Él me presentó a otros pero insistí… Ulises Flores noqueó a mi hermano en el primer round y pues pensé ‘voy a vengar a mi hermano’”.

Vázquez tenía con la convicción de que podía vengar la derrota de su hermano, sin embargo, las cosas tomaron un rumbo inesperado a lo que señaló como una falta de paciencia y frialdad.

“Lo estaba dominando muy bien aunque la pelea solo duró un round, lo dejé con un ojo inflamado”, detalló. “Le di un golpe que prácticamente estaba noqueado. Se queda parado y por tanto coraje que hice porque quería vengar a mi hermano, con toda la fuerza que tuve giré el cuerpo con un gancho, él con su inercia de seguir protegiéndose y tirar golpes, me da el golpe que me tumba. Me caí por primera vez en mi carrera”.

Aunque Vázquez logró pararse de inmediato, ya el daño estaba hecho.

“Me levanté mareado pero consciente. Me pude recuperar un poco y al terminar el conteo de protección se me viene encima, pero ya estaba yo mejor. El referí Guadalupe García detuvo la pelea aunque le dije que estaba bien”.

De igual forma, Vázquez no culpó al referí por la derrota.

Niñez con mano dura

Vázquez tuvo una niñez “relativamente normal” en una familia de clase media baja y en la que compartía una casa de dos cuartos con sus cinco hermanos y sus padres.

“Afortunadamente nunca nos faltó una comida, un techo y qué vestir”, dijo el ‘Magnífico’.

Él iba a la escuela, jugaba con sus amigos, hacia deportes como el futbol, karate y se metía en problemas fácilmente porque era juez y ejecutor en momentos que él consideraba como injustos.

“Siempre estuve en pleitos porque no me gustaban las injusticias, buscaba solucionarlo de alguna manera”, recordó con una sonrisa. “Era un niño muy inquieto, tenía hiperactividad yo creo. Tuve muchos accidentes; me mordió un perro en la cara, me pasé detrás de un columpio, me estrellé con una bicicleta de frente y me pegué con Cristo en la funeraria de mi papá”.

Su ilusión desde niño fue siempre tener algún tipo de impacto en la sociedad y el boxeo le dio esa oportunidad. Las cosas se le fueron dando relativamente fácil para cumplir ese deseo pues “nunca me llené de amigos falsos, de gente que me subiera más de lo yo era”.

Para él, sus padres fueron la razón principal de que lograra todos sus objetivos en la vida. Vázquez describió a su papá como alguien estricto que le ayudó a formar su personalidad con “enseñanzas duras” y siempre le inculcó los deportes, mientras que su mamá es “el amor de su vida, mi paño de lágrimas”.

Entre los ocho y 11 años, practicó el karate junto a su hermano mayor, German, para después hacer la transición al boxeo… y el resto fue historia.

Sigue a Jad en Twitter, Instagram y Facebook: @jadelreda

 

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