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Cubano Luis Ortiz vuelve a California, donde tiene su felicidad y no se trata de la pelea del sábado

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El cubano Luis Ortiz es parte de la cartelera de pesos pesados entre Deontay Wilder y Tyson Fury este sábado en el Staples Center de Los Ángeles. En esa cartelera, “King Kong” (29-1, 25 KOs) enfrentará al veterano Travis Kauffman (32-2, 23 KOs) en busca de otra oportunidad para una pelea de título mundial.

Pero Ortiz sabe que lo que le trae la felicidad más grande no está en el Staples Center, sino que a cientos de millas de distancia al norte de California, en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. En esa universidad están probando una posible cura para la extraña enfermedad de piel de su hija.

Lismercedes, la mayor de los tres hijos de Ortiz, nació con la enfermedad incurable de epidermólisis bullosa, la cual ocasiona que la piel sea frágil y tenga ampollas con relativa facilidad.

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Cuando Lismercedes era pequeña, estuvo a punto de sufrir la amputación de un dedo, debido a la enfermedad. El boxeador incluso dio indicaciones a los médicos que si le amputaban el dedo a su hija, también le tendrían que amputar un dedo a él. Al conocer el diagnóstico de la enfermedad, Ortiz se dedicó a buscar un mejor tratamiento para su hija fuera de Cuba.

Entonces Ortiz emigró a México en 2009 y casi tres años después, logró que su familia también viajara a México y posteriormente ingresara a este país, en busca de un mejor tratamiento para su hija de entonces cuatro años de edad.

Mientras Lismercedes recibía tratamiento en Miami recientemente, recibió información de que en Stanford habían desarrollado una droga que ha tenido éxito en 80% de los casos de epidermólisis bullosa.

Después del duelo del sábado, viajará con su familia para hablar con los doctores y conocer las opciones médicas para Lismercedes.

“Sé que tienen la felicidad de mi hija, mía, de mi esposa y de mis otros hijos en sus manos”, expresó Ortiz, con una gran sonrisa que va más allá de cualquier resultado deportivo.

Debido a que Ortiz vivió en carne propia la situación desesperante de aquellos que buscan una mejor vida al mudarse a Estados Unidos, Ortiz simpatiza con la caravana de centroamericanos que desean ingresar a este país.

Cuando llegó en 2009 a México, tuvo que caminar varias horas en el desierto para ingresar a Estados Unidos. Lo mismo tuvo que pasar su familia al llegar a este país.

Al ver a la caravana de hondureños que desean emigrar a Estados Unidos, a Ortiz le da mucha tristeza, pues entiende las necesidades de esas familias.

“Es duro y es triste”, dijo el boxeador. “Veo en las noticias, que casi están sin comida, sin nada, algo deben de hacer en el mundo entero. Todos estamos emigrando al mejor país del mundo, no venimos por otra cosa, muchos vienen no por maldad, sino por una oportunidad”.

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