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Columnista: ¿Por qué a tantos mexicanos no le agrada el Canelo?

Canelo Alvarez

Canelo Alvarez

(Ethan Miller / Getty Images)
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El pasado fin de semana, Saúl Álvarez se proclamó campeón del mundo en peso mediano al vencer a uno de los hombres más temibles en el planeta: Gennady Golovkin, quien tenía 39 peleas sin conocer la derrota.

Golovkin había vencido a 34 de sus oponentes por la vía del nocaut y muchos lo señalaban como el hombre que terminaría con el “producto de mercadotecnia” que varios creían que era Álvarez.

Pero a pesar de que Golovkin era un rey dominante (poseía casi todos los cinturones de la división) y nunca había sentido lo que era la derrota, el Canelo le propinó su primer empate y posteriormente su primer descalabro, algo de lo que se acordará para siempre.

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¿Pero Canelo realmente le ganó?

Les puedo dar mi opinión, que es igual de valiosa que la de miles de aficionados al boxeo en las redes sociales.

Mi puntuación fue de 115-113 a favor de Golovkin. O sea, que vi ganar a Golovkin por un asalto. ¿Qué si estoy seguro de que todos los rounds que le di a Golovkin los mereció? No. ¿Qué si estoy seguro que todos los rounds que le di a Canelo también los mereció? Tampoco.

De lo que sí estoy seguro es que fue una pelea muy cerrada, y que esta pelea merecía ser más empate que la primera. Cualquiera que vio a Canelo ganar, tiene los argumentos para estar correcto, y lo mismo sucede con los que vieron ganar a Golovkin. Esta pelea no fue un “robo” por ningún lado que se vea.

Otro aspecto que comprobé esta semana es que, a pesar de la victoria ante un rival con muchas credenciales, Canelo nunca dejará totalmente contenta a su gente.

Las redes sociales están llenas de gente que vio ganar a Golovkin y que llaman “robo” lo que sucedió el sábado pasado en el T-Mobile Arena.

Debemos mencionar que Canelo no goza de la misma popularidad que gozó Julio César Chávez padre y a pesar que la victoria del sábado lo eleva entre los mejores pugilistas aztecas, aún hay mucha gente que no cree en él.

¿A qué se debe?

Mucho tiene que ver cómo comenzó el jalisciense. Canelo inició como un “producto de Televisa”, en el que sus peleas eran transmitidas a nivel nacional, lo que le creó muchos aficionados, pero también otros que no creían realmente en la capacidad del hombre de Jalisco. Encima de eso, Canelo comenzó a salir con una presentadora de televisión muy popular, lo cual elevó su perfil, pero también gente que dudaba de su capacidad real.

Otro factor es que Canelo no es el peleador mexicano promedio. Saúl raramente se mete en problemas o deja que sus emociones dominen su forma de expresarse. Raramente publica cosas controversiales o contesta mal a un medio. Raramente hace las cosas porque “le vale…”.

Sus celebraciones tras sus victorias no son exageradas, ni caen en el triunfalismo, como sucede con la Selección Mexicana y otros deportistas.

Se rodea de muy pocas personas, los Reynoso, quienes lo han protegido de malas influencias y su circulo de confianza es muy cerrado.

Su forma de pelear tiene la misma frialdad e inteligencia con la que vive. Mucha gente lo criticó cuando no fue por el nocaut después de dominar a Miguel Cotto, otros lo criticaron por no acabar con Julio César Chávez Jr. Pero Canelo solo arriesga cuando tiene que arriesgar, y no se va tontamente al ataque o por orgullo.

Peleadores como Chávez y Erik Morales fueron favoritos de la gente porque arriesgaron muchas veces de más cuando no necesitaban arriesgar y demostraron “tener pantalones” a la hora de encontrarse en problemas.

Quizá aún le falta esa victoria heroica a Canelo, esa de la que el pueblo mexicano saborea más, la que acostumbra: el típico peleador que debería perder pero logra la hazaña en una pelea ensangrentada, donde deja la vida en el ring ante un rival supuestamente superior.

También utiliza sus atributos físicos a su favor, pues tiene novias bellas de bajo, mediano y alto perfil, algo que deja a muchos enojados en las redes sociales, pues los “machos mexicanos” prefieren a tipos que sean guerreros y no “caritas”.

“Soy un peleador de elite y lo he comprobado esta noche”, dijo Álvarez, resumiendo la realidad más certera que acompaña al boxeador, que hoy goza de fama, dinero y juventud.

Canelo merece el crédito por pararse ante el campeón de las 160 libras y terminar con su hegemonía, pues Golovkin tampoco lo dominó.

Lo que en lo personal me sorprende, es que Canelo hizo retroceder a Golovkin y que aguantó su pegada.

“Es el golpe que más duro me han dado”, había dicho en su momento Vanes Marirosyan, la última víctima de Golovkin.

Otros califican su pegada como la de un peso semipesado. Canelo cuando fue entrevistado después de la primera pelea, dijo que de 1 al 10 era un “8”.

“Golovkin pega como un martillo”, dijo en su momento Sergey Kovalev, un excampeón de peso semipesado.

Pero el sábado por la noche Canelo aguantó todo, además de la pegada del rival: las dudas de la afición, su positivo de clembuterol, y la presión de ganar.

Debe ser motivo de orgullo en México de tener a un atleta ejemplar, muy diferente a lo que hemos visto en el pasado.

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