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Las ligas deportivas esperan ganar puntos donde la justicia penal no logra triunfar sobre la violencia doméstica

El mexicano Julio Urías, de los Dodgers de Los Ángeles, lanza en el primer inning del juego ante los Cerveceros de Milwaukee el jueves 18 de abril de 2019 en Milwaukee.

El mexicano Julio Urías, de los Dodgers de Los Ángeles, lanza en el primer inning del juego ante los Cerveceros de Milwaukee el jueves 18 de abril de 2019 en Milwaukee.

(Aaron Gash / AP)
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En los días previos al arresto de Julio Urías, el lanzador de los Dodgers, el esfuerzo de las Grandes Ligas por enfrentar la violencia doméstica ya estaba llamando la atención del público.

El 8 de mayo pasado, en Chicago, el parador en corto de los Cubs, Addison Russell, regresó a Wrigley Field para su primer juego luego de cumplir una suspensión de 40 encuentros, impuesta por la MLB luego de que su ex esposa alegara, en septiembre pasado, que el jugador había abusado de ella, física y mentalmente. Russell negó las acusaciones y no fue imputado por delito, pero -en el marco de la política de violencia doméstica negociada de manera colectiva por MLB- la liga realizó su propia investigación y lo suspendió.

La multitud de Wrigley abucheó a Russell, de 25 años, quien se eliminó en el plato en su primera aparición.

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El 12 de mayo, en Houston, el lanzador de los Astros, Roberto Osuna, tenía una sorpresa en el Día de la Madre para sus 130,000 seguidores en Twitter. El deportista cumplió una suspensión de 75 juegos, la temporada pasada, por presuntamente agredir a su novia, la madre de su hijo. El incidente ocurrió mientras era miembro de los Azulejos de Toronto, y los Astros cambiaron por el suplente durante su suspensión, para poder tenerlo disponible en su postemporada. En septiembre pasado, un juez canadiense declaró a Osuna libre de culpa.

Entonces, cuando Osuna, de 24 años, tuiteó una foto del calzado deportivo que planeaba usar para el juego de los Astros en el Día de las Madres e hizo referencia a sus “haters”, provocó una reacción negativa en las redes sociales.

Un día después, Urías, el potencial futuro as de los Dodgers, de 22 años de edad, dejó el Beverly Center de L.A con custodia policial, después de haber sido arrestado, el lunes por la noche, bajo sospecha de agresión doméstica. Los oficiales del Departamento de Policía de Los Ángeles respondieron a la denuncia de un incidente en el estacionamiento del centro comercial, donde los testigos afirmaron a las autoridades haber visto a un hombre, identificado como Urías, empujar a una mujer y provocarle una caída. Urías fue liberado horas después, con una fianza de $20,000.

Al día siguiente, el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, puso a Urías en licencia administrativa remunerada en espera de una investigación, el primer paso del proceso de la entidad para determinar la acción disciplinaria.

Tal como se ha demostrado en la mayoría de los casos desde que MLB comenzó a investigar las denuncias de violencia doméstica contra sus jugadores, en 2016 -incluidas las de Russell y Osuna- la liga no ha dudado en imponer un castigo, incluso cuando no se presentan cargos penales. En última instancia, Urías podría ser absuelto de un delito, pero eso tendría poca importancia con lo que Manfred decida.

El impacto del incidente de Rice

Las ligas deportivas profesionales de Estados Unidos históricamente no tomaban medidas contra la violencia doméstica que involucraba a sus empleados, siguiendo el modelo corporativo de limitar la supervisión a los problemas que ocurren dentro del lugar de trabajo. Pero en 2014 se filtró un video del corredor de los Ravens de Baltimore, Ray Rice, golpeando a su prometida en un elevador, y todo cambió.

La MLB, que nunca había suspendido a un jugador por violencia doméstica, enfrentó el problema en agosto de 2015, con la misión de ser una entidad proactiva y evitar la pesadilla de relaciones públicas que debió enfrentar la NFL.

“A lo largo de los años nos quedó claro que, dado que somos una liga deportiva, una institución social muy pública, la gente espera de nuestros jugadores y, francamente, de nuestros empleados, la más alta conducta”, expresó Dan Halem, comisionado adjunto de MLB y gerente legal. “Nuestros jugadores, en particular, son modelos a seguir. La violencia doméstica y la agresión sexual fueron áreas que, consideramos, debíamos abordar de una manera muy significativa. Se necesitan muchos recursos, mucha educación. Realmente no puedo decir que estemos totalmente preparados para ello. Somos una liga deportiva”.

Al optar por suspender a los jugadores, las ligas están captando más atención sobre el mal comportamiento. El ciclo de las noticias se extiende, y las situaciones pueden volverse cada día más incómodas para el jugador y la franquicia. Eso, de alguna manera, responde a una estrategia.

“Es un delito en las sombras, y eso es un problema, ¿verdad?”, preguntó Halem. “Cuando no hay mucha conciencia al respecto, es menos probable que las víctimas accedan a los recursos que necesitan para mejorar la situación. Sacar esto de las sombras es positivo”.

En todo el panorama deportivo, la atención en el tema ahora está siempre presente. La semana pasada, los titulares en Cleveland se centraron en el debut en el campamento del corredor de los Browns, Kareem Hunt, quien fue despedido el año pasado en plena temporada media de los Chiefs de Kansas City, luego de que se conociera un video donde él empuja y patea a una mujer. El comisionado de la NFL, Roger Goodell, impuso una suspensión de ocho juegos para la temporada 2019, pero eso no impidió que los Browns firmaran a Hunt.

De vuelta en Kansas City, los Chiefs ahora están investigando al receptor estrella Tyreek Hill, cuya novia en una grabación de audio filtrada lo acusó de romperle el brazo a su hijo pequeño. En 2016, los Chiefs reclutaron a Hill, a pesar de las acusaciones de que había golpeado y asfixiado a la misma mujer en 2014, mientras él jugaba para Oklahoma State.

Más allá de lo que ocurra con Hill en el sistema judicial -el fiscal de distrito del condado de Johnson (Kansas) reabrió una investigación debido al audio- ahora está firmemente en la mira de Goodell.

‘Cambiar el mundo’

En los cinco años transcurridos desde el video de Rice, el debate se agudizó entre los medios de comunicación, y las víctimas de violencia doméstica abogan por el lugar que ocupan las ligas deportivas en la vigilancia del problema. El consenso entre los expertos en el tema contactados por el LA Times es que la mayor conciencia vale más que cualquier inconveniente que la acompañe.

“Vivimos en una sociedad que valora a las figuras deportivas más de lo que valora las leyes”, expresó Cindy Southworth, vicepresidenta ejecutiva de la red National Network to End Domestic Violence, que trabaja a nivel nacional. “Así que, usemos a nuestras figuras deportivas para cambiar el mundo”.

Los Red Sox de Boston se convirtieron en 1997 en el primer equipo de las Grandes Ligas en suspender a un jugador por violencia doméstica, al poner a Wil Cordero en licencia administrativa durante ocho días después de que fuera arrestado y acusado de agresión y ataque, luego de una disputa doméstica con su esposa.

Pero la suspensión de Cordero fue una anomalía. Con el béisbol enfocado en castigar a los jugadores por el uso de drogas para mejorar el rendimiento, a los acusados de violencia doméstica se los dejó tranquilos, en gran parte.

Según Halem, antes del incidente de Rice, las Grandes Ligas ya estaban discutiendo agregar una política de violencia doméstica que permitiera al comisionado disciplinar a los jugadores. Pero la reacción a la suspensión original de Goodell, de dos juegos, dada a Rice una vez que el video se hizo público, le dio a MLB el impulso final.

“Las Grandes Ligas se acercaron a nosotros en 2015 y dijeron: ‘Queremos adelantarnos a esto. Queremos asegurarnos de que nuestra política sea sólida, completa y con matices, y queremos hacerlo por los motivos correctos, no porque salimos en las noticias’”, afirmó Southworth, quien ha trabajado con la MLB en la implementación de su programa.

La NFL tomó la iniciativa después del caso de Rice por necesidad, agregando un discurso específico sobre la violencia doméstica en su Política de Conducta Personal y ordenando una suspensión de seis juegos por la primera ofensa y una prohibición de por vida en la liga por la segunda. Goodell desarrolló las nuevas pautas luego de conversar con terceros especialistas, propietarios de equipos y la Asociación de Jugadores de la NFL. La liga también anunció que trabajaría para proporcionar capacitación y educación sobre violencia doméstica, y apoyo y recursos para los jugadores y sus familias.

Cuando Southworth dice que las Grandes Ligas querían tener matices, se refiere a que la entidad no especifica un castigo general para todos los casos; en cambio, permite que el comisionado se pronuncie sobre cada uno, individualmente, en función de su gravedad.

Una política de tolerancia cero “pone a las víctimas en un mayor peligro”, consideró Southworth, “porque si una persona está aterrorizada, llamar al 911 podría implicar quedar en la calle porque su compañero perdería su trabajo. Entonces, podría dudar de hacer el llamado. Por eso apoyo una política gradual, pero aún así sólida y consistente. Tener una oportunidad de redención significa más posibilidades de que una víctima llame al 911”.

La reacción de otras ligas

La MLB no fue la única liga que advirtió la difícil situación de la NFL. En octubre de 2014, cuando Slava Voynov, defensor de los Kings, fue arrestado por cargos de violencia doméstica, la (NHL) intervino e inmediatamente suspendió al jugador por tiempo indefinido de todas las actividades del club, en espera de una investigación formal por parte de la liga.

La NHL no implementó una política de violencia doméstica (su contrato CBA se completó en 2013), pero se basó en una sección del acuerdo que establece que la liga puede suspender a un jugador “cuando la falta de suspensión durante ese período crearía un riesgo sustancial de daño material a los intereses legítimos y/o la reputación de la liga”.

Voynov no contestó el cargo de delito menor por lesiones corporales a un cónyuge, y cumplió una condena de casi dos meses en la cárcel, en 2015. Luego jugó tres temporadas para el SKA San Petersburgo, de la Liga Continental de Hockey rusa. Debido a la naturaleza extrema del abuso de Voynov -según la policía de Redondo Beach, el jugador le dio un puñetazo, pateó y estranguló a su esposa y luego la estrelló contra un televisor, dejando el dormitorio de la pareja salpicado de sangre- la NHL recientemente extendió su suspensión hasta la temporada 2019-2020.

El caso de Voynov con la liga se encuentra actualmente ante un juez arbitral.

Si bien la NHL aún no tiene una política sobre la violencia doméstica, los oficiales de la liga consideran que el lenguaje actual en su CBA es suficiente. “No consideramos que la existencia [o falta] de una política disciplinaria específica sobre los incidentes de abuso doméstico sea un problema o una preocupación real”, expuso Bill Daly, comisionado adjunto de la NHL y director legal, en una respuesta por correo electrónico. “Nuestro marco actual nos permite tratar cada caso de acuerdo con sus hechos y circunstancias específicas, y creo que la flexibilidad es un beneficio, no un detrimento”.

Al igual que las Grandes Ligas de Béisbol, la NBA agregó una política de violencia doméstica a su CBA en 2017. La organización sólo ha suspendido a un jugador, un ex centro de los Clippers, Willie Reed -quien estaba entonces con los Pistons- durante seis partidos. El número de investigaciones de la NBA sobre violencia doméstica es tan pequeño que es difícil saber cómo el comisionado, Adam Silver, castigará los futuros incidentes.

La NFL ha tenido varios casos de violencia doméstica de alto perfil desde el incidente de Rice. Después de que aparecieran denuncias de maltrato infantil contra el corredor estrella Adrian Peterson, a principios de la temporada 2014, Goodell suspendió a Peterson sin paga por el resto de la temporada, una decisión confirmada posteriormente por un tribunal de apelaciones, que sólo fortaleció el poder del comisionado para actuar unilateralmente.

En 2017, Goodell suspendió al corredor de los Cowboys, Ezekiel Elliott, durante seis juegos, debido a las denuncias de violencia doméstica hechas por una mujer que publicó fotos de sus moretones en Instagram. El departamento de policía de Columbus, Ohio, no tenía pruebas para presentar cargos contra Elliott, pero la investigación de la NFL duró un año.

El juez de un tribunal de distrito de Texas libró contra Elliott una restricción porque estuvo de acuerdo con la NFLPA en que “la iniquidad tiñó este caso desde el principio, anulando eventualmente la posibilidad de que se hiciera justicia”. La NFL finalmente ganó una apelación que restableció la suspensión, otra victoria para Goodell.

Educación y prevención

Un estudio realizado por Jeff Benedict, el ex director de investigación en el Centro para el Deporte en la Sociedad de la Universidad Northeastern, descubrió que 150 atletas tenían denuncias penales por violencia doméstica entre 1990 y 1996, pero sólo 28 recibieron condenas. La mayoría no fueron procesados.

Dada la baja probabilidad de una condena en un tribunal, las ligas deportivas ahora se han convertido en una capa extra de responsabilidad social.

Las Ligas Mayores han investigado 11 casos desde 2016, y castigado a nueve de ellos. La suspensión más larga se produjo en 2018, cuando sancionó con 100 juegos a José Torres, lanzador de relevo de los Padres de San Diego. El deportista, quien luego se declaró culpable de intento de agresión agravada por un incidente en el que supuestamente apuntó con un arma a su esposa, fue despedido por los Padres.

Halem, el subcomisario de MLB y gerente legal, afirmó que los expertos en el campo de la violencia doméstica ayudan a la liga a elaborar un plan detallado de asesoramiento para cada jugador a quien la entidad disciplina conforme la política, y que el tratamiento y el apoyo a la víctima a menudo continúan una vez que el jugador ha regresado al campo.

Pero, aunque la disciplina y el asesoramiento individual de los deportistas son reacciones a un incidente ya ocurrido, el objetivo más importante para MLB y las otras ligas es educar a los jugadores y al personal para alentar la prevención.

“Una de las lecciones más importantes que hemos aprendido es que todos pueden desempeñar un papel para ayudar a detener la violencia doméstica y sexual”, consideró Anna Isaacson, vicepresidenta sénior de responsabilidad social de la NFL. “Cuando educamos, lo hacemos a través de esa lente. No nos dirigimos a nuestro personal, empleados y jugadores como potenciales perpetradores de esos incidentes. Nos dirigimos a ellos para decirles, ¿cómo pueden usar su plataforma para mejorar estos problemas?”.

Isaacson es ex directora de relaciones comunitarias de la NFL, y asumió su cargo actual cuando Goodell creó el puesto, luego del incidente de Rice. Ella trabaja con “A Call to Men” -una organización que educa a hombres y niños sobre la “virilidad saludable y respetuosa”- y con una serie de expertos en violencia doméstica para elaborar un nuevo plan educativo, que crezca cada año.

Tony Porter, CEO de “A Call to Men”, explicó que sus entrenadores visitan cada franquicia en la temporada baja para completar la educación obligatoria con los jugadores, y regresan en el otoño para trabajar con el personal del equipo.

“Cuando un jugador de la NFL entra en un auditorio de preparatoria, esos niños están atentos sentados en el borde de sus asientos”, afirmó Porter. “Preparamos a estos jugadores para que tengan mucho más de qué hablar que del deporte. En este momento, el fútbol es lo menos importante que necesitan conversar con una audiencia cautiva de niños. El hecho es que somos parte de la primera generación de hombres que debemos rendir cuentas por la violencia doméstica”.

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