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El sueño del basquetbolista Felipe López ayudó a cambiar la narrativa para el inmigrante latino en los 90s

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En los últimos 20 años, se han vivido pocos fenómenos especiales en cuanto a la anticipación de algún prospecto deportivo proveniente de una escuela secundaria al profesionalismo. Esa lista la lidera un chico de Akron, Ohio, que fue seleccionado directamente por los Cavaliers de Cleveland y que hoy juega con los Lakers.

LeBron James no solo fue vendido como la futura gran superestrella, sino que se convirtió en una fuerza de mercadotecnia inigualable al tomar la correcta decisión de evadir el ciclo universitario y aterrizar directamente en la NBA.

Sin embargo, antes de la “LeBronmanía”, en los noventas, la locura nacional era un joven dominicano que atrapó la atención del mundo del básquetbol: Felipe López… y antes que él, un tal Kareem Abdul-Jabbar.

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Nunca un latino había acaparado los reflectores de la manera como el ‘Jordan Dominicano’ lo había hecho, incluso fue inmortalizado en una portada de Sports Illustrated, que era considerado en esos momentos como la “Biblia del deporte”.

La vida de López y su familia, desde su llegada como inmigrante de su natal Santiago de Caballeros hasta alcanzar el estrellato y su acto fallido de sobresalir en la NBA, fue resumida en el documental “The Dominican Dream”, que se estrenó el martes en “30 for 30” de ESPN y en el Tribeca Film Festival de Nueva York.

“Desde que vine a los Estados Unidos he representado mi Santiago natal, especialmente mi barrio y tener el honor de regresar allá para brindarles lo que yo no tuve”, dijo López vía telefónica a HOY Deportes y quien asiste a los chicos dominicanos junto al programa de NBA Cares desde hace 10 años.

En su mejor momento, López tuvo la oportunidad de llegar a la NBA justo después de su asombroso paso en el Rice High School, pero al consultarlo con su familia, decidió seguir estudiando y jugando en la Universidad de St. John en Nueva York, cerca del Bronx, en donde residía desde 1989.

Las comparaciones no se hicieron esperar e incluso lo ponían a la par de uno de los más grandes en la historia del básquetbol.

“No le hacía muchos caso a todo eso porque en sí uno de mis jugadores favoritos de todos los tiempos era un dominicano: Vinicio Muñoz, así que cuando jugaba no imitaba a Michael Jordan sino al jugador dominicano”, detalló.

López ayudó a cambiar la imagen del deportista dominicano ya que comúnmente cuando se hablaba en términos generales del atleta proveniente de la República Dominicana, lo primero que se venía a la mente era la imagen de un beisbolista.

Antes que él, Tito Horford era el único dominicano en haber jugado en la NBA pero no tuvo un gran impacto al jugar en solo 63 partidos en tres temporadas (1988-89, 1989-90 y 1993-94) mientras que López lo hizo en 249 en cuatro años.

“Cuando llego a Estados Unidos y tengo un trabajo que me empiezan a reconocer, como en una portada de una de las revistas más importantes del deporte en los Estados Unidos, Sports Illustrated. Empezamos con eso cambiar la narrativa del jugador dominicano, que no solo es beisbolista, sino que ahora tenemos un muchacho que se llama Felipe López, que está rompiendo todas las ondas y creo que eso cambió un poco la imagen de lo que somos nosotros y pudimos darle más influencia a los jóvenes a jugar baloncesto”.

Pero así como el haber logrado ser la imagen central en esa edición especial de tan importante medio, fue motivo de burlas en sus primeros tres años en St. John por su bajo desempeño. López no se arrepiente de haber posado y figurado en la portada como la promesa que no cumplió.

“Esa portada realmente sirvió más a la comunidad que en lo personal”, explicó. “En ese tiempo, la comunidad latina, dominicana, necesitaba tener un cambio de imagen que no sea solamente asociada con lo que era la violencia, la droga, que existía en la época de los noventas aquí en Nueva York. Estados Unidos es un país construido por el inmigrante y esa portada fue un mensaje positivo”.

López tuvo un exitoso último año en St. John y fue mencionado como parte del primer equipo del All-Big East, además de ganar el Haggerty Award en 1998. En 1994, había ganado el All-American MVP cuando jugaba para Rice.

Después de su irregular paso por el baloncesto universitario, López fue capaz de convencer en los tryouts de verano a los Spurs de San Antonio para ser seleccionado en el draft de 1998. Al momento de escuchar su nombre en la ceremonia, su familia y él se sumían en la euforia pero esta duró poco ya que solo momentos después fue canjeado a los Grizzlies de Vancouver en donde estuvo dos temporadas y vio pocas oportunidades para jugar.

En su tercer año en la liga, tuvo otro paso desapercibido con los Wizards de Washington, pero su mejor temporada finalmente llegaría disfrazada con los Timberwolves de Minnesota en 2001-02, donde jugó junto a Kevin Garnett. En un choque con Paul Pierce, saldría lesionado y esto lo dejaría fuera de la temporada. Ese año era importante para López pues finalizaba su contrato de novato de cuatro años y el equipo optó por no firmarlo nuevamente.

López considera que aunque no logró imitar el éxito en la duela profesional como lo hizo a nivel de preparatoria, se siente satisfecho por su decisión de no haberse ido directamente a la NBA sin antes pasar por la universidad.

“Para el éxito es poder descubrir cosas nuevas”, afirmó López. “Todas esas prácticas, todas esas mañanas que me levantaba, todo ese sacrificio de no salir de no compartir con mis amigos, es para que la victoria que estamos viendo en la pantalla grande, se pueda volver en realidad. Que sirva para inspirar a alguien y pueda encajar las metas que como latinos nos marcamos cuando llegamos a este país para cumplir el sueño americano”.

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