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Los Niños Triquis visitaron a Los Ángeles y Las Vegas para participar en torneos locales

(JAD EL REDA/LA TIMES EN ESPAÑOL)

Dirigidos por Sergio Zúñiga, el equipo conformado por niñas indígenas nuevamente deja un impacto en la comunidad angelina

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Entre los sonidos más comunes en un juego de básquetbol están el del bote constante del balón, los silbatazos de los referís, los gritos de los coaches desde los banquillos dando indicaciones y el rechine de los tenis de los jugadores en cada movimiento. En el caso de los Niños Triquis, el último no era común.

En 2013, la historia de unos niños de la etnia triqui, tocó el corazón de muchos en el mundo cuando los vieron jugar sin tenis, esto debido a que provienen de una de las zonas más marginadas de Oaxaca.

Bajo la dirección de Sergio Zúñiga, los Niños Triquis se dieron a conocer sobre todo por haber ganado el Torneo Nacional de Básquetbol Infantil, que les abrió las puertas a ser invitados a participar en torneos internacionales tal es el caso recientemente en Las Vegas y Los Ángeles.

“El deseo es de ellos hacer deportes, ir a la escuela, comer tres veces al día… tener una vida real y que pueda ser incluido en nuestra sociedad”, dijo el director de la academia indígena que se empezó en la región Triqui. “Buscamos que sean incluidos en nuestra sociedad y tardamos nueve años para realizar este sueño y lo manejo como el sueño americano pero en realidad es el sueño universitario”.

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La ideología detrás de este esquema, es que los jóvenes indígenas de la etnia triquis, que oscilan entre las edades de siete a 17 años, por medio del básquetbol regresaran a las escuelas y tuvieran la oportunidad de tener un desarrollo normal.

Como organización, los Niños Triquis han viajado a muchas partes del mundo, que incluyen Europa, Estados Unidos y varios países latinoamericanos. Los jóvenes están compuestos por varones y hembras y hace solo dos semanas, las niñas Triquis estuvieron en Las Vegas compitiendo.

“Somos el primer equipo latino que logra un bicampeonato en estas categorías de high school”, señaló.

Una de las razones por la que el grupo ha sido reconocido mundialmente es por el hecho que cuando empezó hace unos años, los jóvenes indígenas jugaban básquetbol descalzos y aún así al competir mostraban grandes habilidades en la duela.

“Para estos chicos comer una vez al día era normal y la escuela no era prioridad”, detalló Zúñiga. “La gran mayoría trabajaba en el campo, buscando su sostén a muy temprana edad y de repente ver que un balón les estaba cambiando la vida y les estaba dando oportunidades”.

En el programa se les ha ayudado también en el aspecto psicológico, dejando atrás el paradigma de sentirse inferiores y que tienen los derechos que cualquier persona.

Según Zúñiga, uno de los requerimientos para ser parte de la academia, los participantes deben promediar 8.5, de 10 posibles, en sus clases, además deben leer un libro cada 15 días para un total de 32 al año. También es importante que hablen su lengua materna y de no hacerlo, entonces idiomas como inglés y francés funcionan.

“Cuando termine la primera generación, que ya están en su último año, entonces pueden venir a Estados Unidos a estudiar al college y la universidad”, explicó. “Serán los primeros en 80 años en terminar una carrera dentro sus familias”.

Aparte de los Triquis, en el grupo se aprecian jóvenes de la Mixteca, Sierra Juárez, de la costa, los valles, e incluso de Morelia y la Ciudad de México. Tienen academias en Puebla y San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, en donde replican lo hecho con los Niños Triquis. La cantidad de participantes en las academias oscila entre los 500 y 600 jóvenes.

Para Zúñiga, Los Ángeles es uno de los lugares más importantes para visitar, por la diversidad de culturas y razas presentadas en la metrópoli angelina.

“Aquí puede ser la matriz de la última etapa de los sueños universitarios de ellos para transportarse no como una manera de inmigración sino como un factor de desarrollo importante, tanto para ellos como para sus comunidades”, dijo.

Uno de los retos más importantes que constantemente enfrentan es la de encontrar patrocinio para sus viajes. En los últimos cinco años, entre Zúñiga y los padres que pueden aportar, se han encargado de correr con los costos. Gracias a las amistades que han ido desarrollando en “cada puerto” que visitan en el paso de los años, les ha permitido contar con ayuda de alojamiento y comida.

A su regreso a su pueblo y con lo aprendido, Zúñiga espera poder presentar a la comunidad oaxaqueña y las autoridades pertinentes, de lo que se logró en sus viajes para de esta forma establecer una “casa club” en Los Ángeles.

“La idea es concentrarnos acá y que el sueño sea siempre aspirar a lo más grande y por qué no aquí”.

Jugando con las estrellas

Aunque en sus viajes por muchos lugares del mundo les ha dejado experiencias inolvidables, una de las más grandes ha sido la de compartir la duela con los Spurs de San Antonio.

En 2013, el equipo de la NBA estuvo de visita en la Ciudad de México para cumplir con el compromiso de jugar contra los Timberwolves de Minnesota, que a la final no se llevó a cabo, el entrenador, Gregg Popovich supo de la historia de los Niños Triquis y los invitó para que jugasen contra su equipo… descalzos.

“Fue una interacción muy bonita, creo que fue más placentera para los jugadores de la NBA que para nosotros porque los chicos creo que no dimensionaban a quiénes tenían en frente (risas)”, recordó Zúñiga. “El coach después nos invitó a San Antonio, él nos pagó el vuelo, hospedaje y comida. Nos invitó a entrenar con ellos, cuando estaba Tim Duncan, Tony Parker, Manu Ginóbili”.

Estando en Texas, visitaron el AT&T Stadium, en donde jugaron en el entretiempo del partido entre los Spurs y el Heat de Miami.

“Convivimos con LeBron [James], cuando estaba aún en Miami y fue toda una experiencia muy bonita, de esas que llevas en el corazón”, comentó.

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