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Llao Llao: el gran hotel que reinventó la Patagonia argentina

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BARILOCHE, ARGENTINA.- La experiencia comienza así: apenas cruzar el portal que separa el mundo exterior de la silenciosa recepción recubierta en madera, todo se transforma en un viaje al corazón de la cordialidad, el lujo y la buena atención.

Con sus pisos de ciprés, añejos y crujientes; el suave pero salvaje perfume natural de sus pasillos, el aroma a café por las mañanas y las majestuosas vistas que lo rodean, el hotel Llao Llao de San Carlos de Bariloche, en la Patagonia argentina, es un emblema de distinción e historia que se remonta a su inauguración, en la década de 1930, y se prolonga hasta nuestros días.

Cada año, miles de pasajeros de todo el mundo, amantes de la naturaleza, el confort, la aventura y la tradición, visitan este espectacular edificio declarado Monumento Histórico y abrazado por los lagos Nahuel Huapi y Perito Moreno, en busca de una estadía de calidad superior en uno de los rincones naturales más exuberantes de la costa oeste del sur argentino.

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A su alrededor hay macizos con nieves eternas, bosques, lagos y vigorosas cascadas. En su entorno se levanta el Cerro Catedral, el centro de ski más importante de la región. Y sin embargo, el esplendor de su interior es un atractivo en sí mismo, un cautivante viaje al pasado que conecta al visitante con el romanticismo de otros tiempos y la calidez de un antiguo hotel de montaña.

El Llao Llao –que significa ‘rico rico, dulce dulce’ en lengua originaria mapuche- es obra del arquitecto Alejandro Bustillo (responsable de varios edificios y monumentos históricos argentinos) y desde el comienzo de su construcción marcó la entrada al mundo de esa tierra patagónica, hasta entonces postergada sin ferrocarril ni explotación de sus parques. A partir de su apertura original, el 9 de enero de 1938, y especialmente desde su reinauguración en 1940 luego de un monumental incendio que lo devastó en apenas horas, el agradable edificio de estilo canadiense levantado en armonía con el ambiente natural –basamento de piedras, techo de maderas de alerce- convocó a huéspedes ilustres y aristocráticos, entre ellos el Príncipe Bernardo de Holanda, el expresidente francés Charles de Gaulle y el Shah de Persia, entusiastas tanto de los fríos inviernos australes como de los estupendos y frescos veranos de la zona. De todos ellos quedan hoy recuerdos en imágenes de tonos sepia alojadas en las paredes del pasillo central. También se conservan vitrinas con algunos de los utensilios de cocina, vajilla y platería que formaron parte de los primeros años en funcionamiento.

Alojarse hoy en él es una vivencia fascinante. El edificio actual, renovado luego de un receso de actividades que ocurrió en 1978, comprende dos sectores: la ancestral Ala Bustillo, que permite vivir la esencia histórica del hotel, y la nueva Ala Moreno, inaugurada en 2007 y creada bajo un concepto respetuoso del original, aunque con estilo moderno. Todo el Llao Llao ostenta con orgullo sus muebles originales restaurados y algunas piezas más nuevas de campo argentino, además de objetos de arte en hierro, cornamentas, balanzas y tejidos vernáculos. Los cortinados, alfombras, tapizados y géneros radiantes de colores y texturas son una de las más vistosas maravillas de su interior, tanto en áreas comunes como en habitaciones, que se visten con ellos de azules, lavanda, verdes, rojizos y anaranjados.

Más alla del spa o de su reconocido campo de golf, la experiencia que en los últimos años popularizó al Llao Llao, tanto para huéspedes como para visitantes por el día, es su célebre té en el jardín de invierno, una vivencia única y recomendada para amantes del buen comer. Los lugareños, que conocen bien el sitio, no dudan en aconsejar olvidarse del almuerzo y sucumbir a las delicias de la clásica merienda en el hotel. Un dato importante: es imprescindible contar con reserva previa.

Puertas afuera del suntuoso refugio patagónico, hay un sinfín de recorridos y excursiones naturales posibles para sumergirse en los impactantes paisajes de Bariloche; sus cerros nevados, sus bosques frondosos y sus lagos diáfanos. La maravilla espera al viajero, teñida de nostalgia.

Para más información:

www.llaollao.com

Avenida Ezequiel Bustillo, kilómetro 25.

Bariloche, Río Negro, Argentina.

+ 54 294 444 5700

Cómo llegar: la aerolínea LAN (www.lan.com) posee hasta 11 frecuencias diarias de vuelos a Bariloche, desde diferentes puntos de Argentina.

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