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El ejercicio es bueno para enfermos de Alzheimer

Fotografía proporcionada por el Centro Médico Bautista Wake Forest muestra a Michael Gendy, de King, Carolina del Norte, continuando ejercitándose después de participar en un estudio de la Escuela de Medicina Wake Forest que encontró que la actividad aeróbica puede disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. (Foto de Cagney Gentry/Centro Médico Bautista Wake Forest vía AP)

Fotografía proporcionada por el Centro Médico Bautista Wake Forest muestra a Michael Gendy, de King, Carolina del Norte, continuando ejercitándose después de participar en un estudio de la Escuela de Medicina Wake Forest que encontró que la actividad aeróbica puede disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. (Foto de Cagney Gentry/Centro Médico Bautista Wake Forest vía AP)

(Cagney Gentry / AP)
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El ejercicio puede hacer más que mantener en forma un cerebro sano: Nueva investigación indica que además puede ofrecer alguna ayuda una vez que la memoria comienza a disminuir, e incluso mejorar la vida de personas con la enfermedad de Alzheimer.

Los efectos fueron modestos, pero una serie de estudios reportados el jueves encontraron que en las personas con problemas leves de amnesia, el ejercicio disminuye los niveles de una proteína vinculada al riesgo de desarrollar Alzheimer, y el ejercicio además mejora la calidad de vida de personas que ya se encuentran en las etapas iniciales de la enfermedad.

“El ejercicio aeróbico regular podría ser una fuente de juventud para el cerebro”, dijo Laura Baker, especialista en Neurociencia Cognitiva de la Escuela de Medicina Wake Forest en Carolina del Norte, quien reportó parte de la investigación en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer.

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Médicos han aconsejado desde hace mucho tiempo que la gente se mantenga activa conforme envejezca. El ejercicio es bueno para el corazón, lo cual a su vez es bueno para el cerebro. Muchos estudios muestran que la actividad física puede mejorar el proceso cognitivo en personas ancianas sanas, y posiblemente disminuir el riesgo de desarrollar demencia.

Al no existir todavía medicamentos que puedan disminuir la lenta destrucción del cerebro de pacientes con Alzheimer, los nuevos hallazgos apuntan hacia cambios de estilo de vida que también pudieran marcar una diferencia después de que inicia la discapacidad de memoria. La advertencia: Hacerse examinar por un médico para determinar qué es seguro para la condición médica general de una persona, en especial si ésta ya tiene Alzheimer.

“Es especialmente importante que los cuidadores piensen cómo mantener a sus seres queridos tan comprometidos con el ejercicio como sea posible. Lo peor que pueden hacer es mantener a sus seres queridos en casa mirando televisión”, dijo Maria Carrillo, directora de ciencia de la Asociación para el Alzheimer.

¿Cuánto ejercicio? En estudios de Carolina el Norte, Dinamarca y Canadá, personas participantes tuvieron de 45 minutos a una hora de ejercicio aeróbico tres a cuatro veces a la semana, y los resultados fueron comparados con ancianos que se apegaron a su agenda usual.

“Uno está jadeante y sudando”, comentó Baker, cuya investigación está recibiendo atención particular porque es una de las primeras que encuentra que el ejercicio puede reducir los niveles de la proteína tau en líquido cefalorraquídeo, un sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer que ocasiona degeneración en las células cerebrales.

Baker estudió a 71 adultos mayores que eran sedentarios y tenían cambios en su capacidad de memoria difíciles de detectar, conocidos como deterioro cognitivo leve, que pueden incrementar el riesgo de desarrollar Alzheimer.

Tomografías mostraron que los sujetos experimentaron un mayor flujo sanguíneo en las regiones cerebrales importantes para los procesos de memoria y pensamiento, mientras que pruebas cognitivas detectaron una mejoría en sus habilidades de atención, planeación y organización, reportó Baker.

“Es realmente excitante”, dijo la doctora Laurie Ryan, del Instituto Nacional de la Senectud. Pero advirtió que “es prematuro decir que reduce el riesgo” de pérdida de memoria, y que se requiere hacer estudios para saber si el ejercicio hace una diferencia a largo plazo.

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