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¿Es real el sufrimiento de los hombres cuando enferman de gripe? La ciencia dice que si

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Todos lo hemos visto: el hombre que avanza audazmente en las negociaciones de alto riesgo, se arriesga a sufrir lesiones graves para ganar un partido de básquetbol y se enfrenta sin temor a las cosas que suceden en la noche, pero se ve totalmente reducido por un pequeño virus. Lloriquea y se lamenta, se revuelca en su desgracia y pone a prueba hasta al cuidador más tolerante con su absoluta impotencia.

El diagnóstico a menudo se acompaña con un revoleo de ojos. Se trata de la “gripe del hombre”, una enfermedad infecciosa que hace que los varones saludables sean completamente incapaces de cuidar de sí mismos.

Pero, ¿realmente puede considerarse la ‘gripe del hombre’ como una enfermedad? ¿O es, en cambio, una… ‘enfermedad’?

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En la edición anual de British Medical Journal que se dedica a explorar el lado caprichoso de la investigación médica, el Dr. Kyle Sue, de la Memorial University of Newfoundland, de Canadá, montó una ardiente defensa de los hombres que sufren un colapso total frente a la gripe o el resfriado común.

Las noticias podrán estar llenas de casos de varones poderosos que usan indebidamente su poder sobre las mujeres. Pero cuando se trata de combatir los patógenos, Sue coloca a los varones bajo una luz claramente más vulnerable.

Inmunológicamente hablando, los hombres son el sexo débil, escribió Sue, especialista en medicina familiar. El especialista reunió la teoría de la evolución, la epidemiología y la investigación en la confluencia de la inmunología y la endocrinología para argumentar que, cuando se trata de pelear contra las enfermedades infecciosas comunes, las mujeres tienen ventaja.

Por ejemplo, el médico citó datos epidemiológicos de Hong Kong que muestran que los hombres fueron más propensos que las mujeres a ser hospitalizados por algún motivo entre 2004 y 2010, y un estudio estadounidense que encontró tasas más altas de muertes relacionadas con la gripe para ellos que para ellas, entre 1997 y 2007.

¿Qué factores biológicos podrían explicar estos hallazgos? Las diferencias de género en la incidencia de la enfermedad y en la respuesta a la vacunación sugieren que las hormonas pueden desempeñar un cierto papel.

La investigación en cultivos celulares, modelos animales y humanos muestra que las variantes de la hormona femenina estrógeno promueven fuertes respuestas inmunológicas a las vacunas e infecciones, escribió Sue. Este proceso puede desvirtuarse y conducir a enfermedades autoinmunes que afectan a más mujeres que hombres, señaló también.

La testosterona, por el contrario, parece tener un “efecto inmunosupresor” en estudios realizados en cultivos de animales y células.

Sue sugiere que los déficits inmunológicos de los varones pueden ser el resultado natural de su papel evolucionado en la sociedad humana. Su búsqueda de dominio significaba que, con frecuencia, morían luchando por la posibilidad de reproducirse; las mujeres, por otro lado, necesitaban sobrevivir para criar a la descendencia resultante.

Citando teóricos evolutivos (y reconociendo la posibilidad del “sesgo de autor”), Sue se pregunta: si los hombres quemaran sus energías luchando contra las infecciones, ¿los distraería eso de su estrategia de atraer parejas sexuales haciéndose más grandes, más fuertes y más veloces? Y, al elegir consistentemente a estos varones más grandes, fuertes y rápidos por sobre los más débiles pero con sistemas inmunológicos más robustos, ¿serían entonces las mujeres las culpables del fenómeno de la “gripe del hombre”?

En un gesto extravagante, Sue nota que “hay beneficios en la conservación de energía cuando se está enfermo.” Acostarse en el sofá y hacer que otros ayuden con las actividades de la vida diaria “también podría ser un comportamiento evolutivo que proteja contra los depredadores”.

Sí, reconoce Sue: el sufrimiento físico de un hombre puede parecer extragrande. Pero su tendencia a quedar impotente cuando no está bien debería entenderse como un imperativo biológico dictado por presiones evolutivas en todo su género. No debe descartarse simplemente como una sensación de tener derecho a recibir atenciones de sus seres queridos que acomodan almohadas, mantas y preparan sopa de pollo.

Para el especialista, esta teoría podría probarse con un ensayo clínico que divida a varones infectados con un virus respiratorio en dos grupos: el destino de aquellos que deben “defenderse por sí mismos” se compararía después con los resultados de aquellos que “dispongan de cuidadores sanos designados”, propuso.

Incluso sin una comprensión completa de la base biológica de la gripe del hombre, Sue sugiere esta iniciativa en nombre de la salud pública: “Tal vez llegó el momento de generar espacios amigables para varones, equipados con enormes televisores y sillas reclinables, el sitios donde ellos puedan recuperarse de los efectos debilitantes de la gripe humana con seguridad y comodidad”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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