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Estudio refuta la conexión entre la adolescencia y la adicción a las drogas

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El descontrol habitual en la adolescencia, que lleva a experimentar con drogas y alcohol, no necesariamente se transforma en adicciones o dependencia al llegar a la vida adulta, según un estudio realizado en cientos de mellizos de todo el país por la Universidad de Colorado en Boulder.

El nuevo estudio refuta así la llamada “hipótesis del ingreso a las drogas” que asume que si una persona prueba drogas u otras sustancias antes de cumplir 18 años seguirá usando drogas cuando llegue a ser un adulto joven.

“Nuestros datos no respaldan esa hipótesis y, por el contrario, sugieren que quizá sólo se trate de experimentar”, afirmó Daniel Gustavson, autor del estudio, en declaraciones difundidas por la mencionada universidad.

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Para llegar a esa conclusión, Gustavson y sus colaboradores entrevistaron a 846 mellizos de 17 años para determinar qué sustancias adictivas usaban y con qué frecuencia. Entre las 15 sustancias enumeradas en el cuestionario figuraban tabaco, alcohol, marihuana, cocaína, anfetaminas y alucinógenos.

Luego, seis años después, se volvió a entrevistar a esas mismas personas para ver si había habido alguna progresión en el uso o dependencia de sustancias controladas. La nueva edad, 23 años, se eligió por ser considerada el momento en que las funciones cerebrales de autocontrol alcanzan su pleno desarrollo.

El estudio reveló que entre los gemelos las “funciones ejecutivas” (autocontrol, atención continua) son prácticamente idénticas, algo que no sucede entre los mellizos.

Eso significa, según los investigadores, que la genética tiene “una fuerte influencia” en el desarrollo de las habilidades cognitivas superiores que controlan la conducta.

Pero la influencia social tampoco puede descartarse, ya que a medida que pasa el tiempo (entre los 17 y los 23 años) disminuye la diferencia entre la conducta de una persona y la conducta de los miembros de su grupo de compañeros.

Sin embargo, la conclusión principal fue que, sin importar la edad, quienes demuestran “funciones ejecutivas pobres” (no se controlan y prueban sustancias adictivas) no demuestran mayores “signos de dependencia” de esas sustancias que quienes sí saben controlarse.

La explicación es que las regiones del cerebro que controlan las “funciones ejecutivas”, que, de ser limitadas, llevan a conductas de riesgo, son distintas de las regiones del cerebro que regulan el “sistema de recompensas”, que lleva a las adicciones.

“Nuestros resultados sugieren que las funciones ejecutivas pobres se relacionan con la experimentación temprana de sustancias más que con la tendencia a escalar su uso”, expresaron Gustavson y sus colaboradores al final de su estudio.

Esos resultados se usarán para desarrollar nuevos programas de prevención y tratamiento de uso de drogas y de educación para padres de adolescentes.

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