Anuncio

El peruano Renato Cisneros perturba a quienes se creen los relatos familiares

Share

El escritor peruano Renato Cisneros quiere que su novela “La distancia que nos separa”, para la que investigó a fondo la vida de su padre, el general Luis Cisneros Vizquerra, un amigo de la mano dura y los dictadores, “perturbe” a quienes no se hayan cuestionado nunca el “relato familiar”.

“Esta novela existe porque mi padre dejó de existir”, afirma Cisneros en una entrevista con Efe con motivo de la presentación de “La distancia que nos separa” (Planeta) en Miami, como parte de una actividad de la Feria del Libro que organiza el Miami Dade College.

El escritor y periodista peruano tenía 18 años cuando murió, en julio de 1995, el “Gaucho” Cisneros, su padre, así apodado porque nació en Argentina.

Anuncio

Cisneros, que fue dos veces ministro y con dos presidentes (Francisco Morales Bermúdez y Fernando Belaúnde Terry), recibió formación castrense en el Colegio Militar de la Nación de Argentina, donde fue compañero -luego sería admirador- de algunos cadetes que tiempo después llegarían a ser los protagonistas del golpe de estado de 1973 y jefes de una cruel dictadura, como Jorge Rafael Videla.

En el Ejército del Perú alcanzó el grado de general de división.

Renato Cisneros quiso mucho a su padre y “no tenía distancia crítica” respecto a su figura autoritaria y controvertida, pero hoy sus sentimientos son “distintos”, aunque advierte que la novela no es ni “juzgadora ni confrontacional”.

“Es la historia de un hijo que busca su lugar en el mundo a través del recuerdo de su padre”, dice.

Planeta publicó la novela en Perú en 2015, al año siguiente salió en otros países latinoamericanos de la mano de Seix Barral y en 2017 Planeta la ha publicado en España, el país donde Cisneros vive actualmente por motivos de trabajo de su esposa.

En septiembre se publicará la traducción al francés de “La distancia que nos separa” y después la traducción al alemán, algo que tiene muy contento a Cisneros que antes escribió dos novelas juveniles “muy limeñas”, que tuvieron mucho éxito en su país.

Solo fueron “coartadas” para demorar la “tarea más difícil, la más comprometida y la más literaria”: reconstruir la figura de su padre y su relación con él desde la literatura.

“La distancia que nos separa”, que se presentará el 20 de abril en la librería Altamira de Coral Gables, fue finalista de la Bienal Vargas Llosa de Novela y los lectores del diario El Comercio la premiaron como la mejor novela de 2015.

El escritor y periodista subraya que su obra es el resultado de “asumir una posición subversiva” ante las historias familiares que le contaron y que hizo suyas durante muchos años sin el menor atisbo de duda.

Ocho años de investigación, edición y escritura le dieron una visión distinta de su padre y de su familia. Fue un proceso “largo, por momentos tedioso y revelador”, señala hoy, convencido de que “la familia es un “terreno literario seductor”, porque está “lleno de misterios”.

Cuando empezó a escribir cambió los nombres del protagonista y los personajes principales para no caer en un excesivo realismo, pero la novela se le “caía de las manos” y decidió usar los nombres verdaderos.

Cisneros se ríe cuando se le pregunta si todavía se habla con su madre, sus hermanos y otros familiares, si no le han retirado la palabra por lo que ha escrito.

“Hay una parte de mi familia que lo ha encajado mal. En una novela las verdades son literarias aun cuando se parezcan a las verdades reales”, subraya.

Sobre los motivos que le llevaron a desnudar literariamente al “Gaucho” Cisneros indicó que a raíz de una ruptura con una novia tuvo la necesidad de saber quién fue su padre antes de que él viniera al mundo.

El proceso de escribir una novela sobre un personaje real en el que el hijo y el autor son la misma persona no es fácil. “Cuando uno descubre cosas feas o inmorales sufre, pero al mismo tiempo esas cosas son petróleo para el narrador”, explica.

Entre las cosas que descubrió acerca de su padre está el que nunca se casó con su madre, algo que después, cuando fue más atrás en sus investigaciones, supo que era una suerte de tradición familiar, que empezó con su tatarabuelo, un sacerdote que tuvo siete hijos de la misma mujer.

Cisneros se muestra contento por cómo lo han recibido los lectores y la crítica en España. El proyecto de llevar al cine la novela ha quedado detenido, “será cuando sea el momento”.

Su padre siempre se preocupo de mostrarse muy duro y de tener actitudes autoritarias y machistas. “Estaba preparado para morir asesinado por un comando terrorista, pero paradójicamente le mató algo que estaba dentro de su organismo y en el centro de su masculinidad, un cáncer de próstata”.

Anuncio