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Folsom, un tenaz agente de cambio que hizo del mejoramiento del LAUSD su misión personal

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“Él puede ser una especie de piedrita en el zapato”, afirma el exsuperintendente del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) Roy Romer. “Pero por lo general, está allí para ayudar a que se realice el trabajo”.

“No siempre estoy de acuerdo con Scott, y a veces estoy totalmente en desacuerdo”, explica Steve Zimmer, presidente del Consejo Escolar. “Pero siempre quiero enterarme de lo que piensa, y saber si ante sus ojos he hecho algo mal; me interesa su opinión”.

Ambos hombres se refieren a Scott Folsom.

Lo más probable es que ni usted, ni los cientos de miles de estudiantes que se han beneficiado de las dos décadas de servicio público no remunerado de Folsom, hayan oído hablar de él.

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Folson ha sido miembro de la Asociación de Padres y Maestros (PTA, por sus siglas en inglés) local y estatalmente, y ha servido en decenas de comités de educación. Abogó por la restauración de programas de arte y por la expansión de los servicios de salud, y siguió de cerca la forma en que el distrito estaba gastando los miles de millones de dólares de los impuestos ciudadanos con el auge de la construcción de escuelas.

Folsom relató su largo caminar en el servicio público en su blog, 4LAKids, donde critica y elogia al LAUSD cuando es necesario. “Lo leo cada domingo por la mañana”, cuenta Zimmer, y asegura que Folsom “tiene muy buen ojo para distinguir cuando algo no es cierto”.

Zimmer, junto con familiares y amigos de Scott Folsom, y una lista de “quién es quién” en el mundo de los educadores, administradores escolares y personas dedicadas al progreso y mejoramiento de la educación, rindieron un homenaje a Folsom por su “incansable” y “tenaz” trabajo.

Folsom, de 68 años, insistió en dejar el hospital donde estaba debido al dolor intenso ocasionado por una enfermedad terminal. No quería perderse la fiesta, que incluía una banda de jazz, en el loft de un amigo ubicado en del distrito de arte de la ciudad.

La fiesta ya pasó y Folsom ha vuelto a escribir, servir y asistir a juntas porque su trabajo no ha terminado. Cuando le pregunté cómo fue que se involucró en todo esto, me contó más acerca de una pequeña confusión que dio pie a que se embarcara en esta misión.

Hace aproximadamente 20 años, una de sus hijas fue asignada al jardín de niños de la escuela primaria Mt. Washington, luego de que le prometieran un lugar en el primer grado. Trató de obtener ayuda del director, del distrito y de un miembro del Consejo Escolar.

Bola uno, bola dos, bola tres.

Así Folsom, que en ese tiempo trabajaba en producción de cine y televisión, contuvo la respiración, caminó hasta el borde del abismo y se echó un clavado en las confusas y complicadas profundidades de la burocracia que tiene la educación pública.

Poco tiempo después ya era presidente de la PTA en la primaria Mt. Washington, donde llamó su atención la prehistórica máquina para sacar copias, que estaba lista para ser descartada como chatarra. “Una escuela sin una fotocopiadora es como una escuela sin bandera al frente”, dice Folsom.

Le dijeron que no había dinero para una nueva, y nadie parecía saber qué hacer acerca del problema. Así que escribió un irónico cuento sobre “la maquinita Xerox que pudo” hasta que no pudo más. El cuento de alguna manera empezó a circular en las oficinas del distrito. Los burócratas entendieron su punto. Encontraron una copiadora usada para reemplazar la antigua.

Poco después, Folsom utilizó el poder de la pluma para reflexionar sobre una de las experiencias más extrañas y hasta cómicas al tratar con el distrito escolar. Si usted quiere conseguir que su hijo, por ejemplo, asista a una escuela denominada como magneto, no haga la solicitud en dicha escuela. Por supuesto que no. Eso sería lógico, tendría sentido. En lugar de eso, llene solicitudes para escuelas que no le interesen. Cada vez que es rechazado, acumula puntos que pueden ser canjeados -con mucha suerte, brujería, conexiones o quien sabe con qué- para que asignen a su hijo a la escuela que usted escogió.

“Lo hice un poco cómico”, afirma Folsom, “e incluí información sobre qué hacer si tu hijo es aceptado a una escuela a la cual no quieres que vaya”.

Folsom se obsesionó con la idea de hacer una diferencia, y algunas veces tal vez invirtió demasiado en ello. Su hija le pidió que por favor no sea presidente de la PTA en su escuela preparatoria, y Folsom se pregunta si le puso demasiada presión a su matrimonio al hacer cada vez más voluntariado, ganando menos salario. Pero para entonces, ya había hecho del distrito el trabajo de su vida.

Folsom sabía que la mayoría de los estudiantes vivían en la pobreza y asistían a escuelas que se estaban cayendo, con calendario escolar durante todo el año, en aulas con sobrepoblación. Así que se convirtió en miembro de la comisión de supervisión de bonos y le ayudó a Romer y a otros a romper los obstáculos políticos y burocráticos para la construcción de 130 nuevas escuelas. “Fue una de las piezas clave en todo”, añade Romer, “y entramos en una racha increíble. Hemos construido escuelas equivalentes a alrededor de $1900 millones de dólares”.

Dice Zimmer: “Scott en gran parte hizo posible el programa de construcción, y lo hizo con esta notable combinación de emoción, impaciencia y absoluto compromiso con sus ideales. Es alguien que ha luchado contra la burocracia y que le ha ganado de muchas maneras, pero es también alguien que ve el beneficio de la misma institución que está tratando de cambiar”.

Como parte de esa misión, Folsom cabildeó para que cada escuela tuviera una cafetería, una biblioteca y un salón de usos múltiples. Se opuso a la potencial toma de posesión del LAUSD por parte del exalcalde Antonio Villaraigosa, y aunque ve el atractivo de las escuelas charter, guarda sus alabanzas para las escuelas magneto.

En su blog, el Día de Acción de Gracias de 2009 escribió: “Escuchamos muchas historias sobre lo difícil que es deshacerse de algunos malos maestros y administradores, pero no escuchamos lo suficiente acerca de cómo honrar a los muchos, muchos buenos docentes que hay”.

También elogió al personal no docente, a las enfermeras que “trabajan demasiado”, a quienes “hacen voluntariado en el aula y en el patio de recreo antes y después de la escuela”, y a “los estudiantes que trabajan duro y nos hacen sentir orgullosos”.

El cáncer se ha extendido hasta los huesos de Folsom, pero temprano en la mañana del martes último, en su casa de Hollywood Folsom me recordó que debíamos acortar la entrevista porque tenía mucho trabajo por hacer. Como alguna vez dijo, la tarea es plantear cuestiones, crear conciencia, hacer un ruido de todos los demonios. Antes de terminar, hizo una mueca provocada por el dolor, deseoso de entrar con la ayuda de su andador a una reunión en la sede del distrito escolar.

steve.lopez@latimes.com

Twitter: @LATstevelopez

Traducción: Diana Cervantes.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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