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Cómo hablar con los niños sobre incendios y terremotos, antes y después de que ocurran

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Los padres del sur de California que han atestiguado la devastación de los incendios en el norte y los terremotos del sur en México estarán pensando en cómo prepararse si los vientos de Santa Ana alimentan incendios similares aquí, o si el Big One llega a Los Ángeles.

Hay muchas maneras de hacer que un hogar sea más seguro en caso de un desastre. Pero también es importante que los niños sepan qué hacer ante una emergencia, y que reciban apoyo cuando algo suceda.

Estos son algunos consejos de expertos sobre cómo preparar a los más pequeños para los desastres sin aterrorizarlos, y cómo ayudarlos a sobrellevar la cuestión después del hecho.

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Involucre a sus hijos en el proceso

“Les estará dando una sensación de empoderamiento”, afirmó la portavoz del Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California, Lynne Tolmachoff. “Para un niño o un adolescente... es muy importante sentir que es parte del tema, que tiene trabajo que hacer”.

Los enfoques deberían variar según la edad del niño. Pero incluso un pequeño de cinco años puede comprender la importancia de tener un lugar donde reunirse si algo sucede, señaló Tolmachoff.

A los chicos también les puede gustar colocar algo reconfortante en las bolsas que preparan los padres: un juego, lápices de colores o un objeto familiar.

Dar a los niños un papel en este proceso, especialmente después de que ven desastres ocurridos en otros lugares, puede ayudarles a sentirse más seguros, argumentan los expertos.

Prepárelos sin asustarlos más

Hay una manera para que los padres se acerquen a estos temas sin hacer que sus hijos tengan más miedo, consideró Jennifer MacLeamy, directora de salud conductual de Petaluma Health Center.

La experta sugiere comenzar la conversación de esta forma: “A veces suceden cosas en la vida que no podemos controlar; a veces ocurren a gran escala y otras a pequeña escala... Pero quiero que sepas que tu familia siempre te amará. Haremos todo lo posible para mantenerte a salvo”. Luego hay que llevar la charla hacia: “Hablemos sobre lo que deberíamos llevarnos si tuviéramos que irnos de aquí por algún motivo”.

Asegúrese de que sepan a quién llamar

Los niños deben saber cómo llamar al 911 desde un teléfono celular y fijo, y estar seguros de que la persona que atienda es alguien en quien pueden confiar, sostuvo Bunni Benaron, cofundador de The Hero In You Foundation, una organización sin fines de lucro dedicada a la preparación de niños y jóvenes para desastres.

También deben memorizar números de teléfono clave, como los de sus padres. Algunos expertos consideran que una familia con sede en el sur de California debe designar a un pariente o amigo en un área diferente, por ejemplo, al norte de California o en otro estado, como la persona a la que cual llamar para decir que están seguros o que necesitan ayuda. En caso de desastres, un familiar o amigo fuera de la zona puede coordinar mejor la ayuda.

Si los hijos son lo suficientemente mayores como para tener teléfonos celulares, deben tener todos registrados en ellos a los miembros de la familia e incluir números de emergencia en sus listas de contactos.

Organice simulacros de incendios y terremotos en el hogar

Los niños (y adultos) deben contar con pares de zapatos resistentes al lado de sus camas, o atados a los postes de ésta. Los chicos deben saber que en un incendio no hay que esconderse, que deben permanecer cerca del suelo para evitar el humo, ir a un lugar de reunión previamente designado y no correr hacia el interior de la casa, explicó Lisa Derderian, coordinadora de gestión de emergencias de la ciudad de Pasadena.

También deben conocer las múltiples rutas de escape posibles ante un incendio y que, aunque los fundamentos sean los mismos, la forma de protegerse o escapar de un incendio o un terremoto en la escuela puede ser diferente de la más recomendada para casa.

Para los sismos, deberían saber cómo esconderse debajo de un escritorio o una mesa, y que si no hay uno de estos muebles y están solos en sus habitaciones, deben ponerse debajo de las cobijas y colocar almohadas sobre sus cabezas para protegerse ante la caída de objetos. Es un mito que los marcos de las puertas son más seguros durante los terremotos, informó Derderian, y los niños no deberían pararse debajo de ellos. Las puertas podrían oscilar y otros objetos podrían causarles lesiones. Una vez que el temblor acaba, los menores pueden dirigirse a la habitación de sus padres si es seguro.

Hablar con las escuelas acerca de los preparativos ante emergencias

Los padres deben pedir a las escuelas de sus hijos que se aseguren de tener suministros de emergencia actualizados, consideró Mina Arnao, fundadora de More Prepared, una tienda de suministros de emergencia en línea.

“Pregunte a la escuela qué planes tienen, cuáles son los suministros con los que cuentan. ‘¿Cuáles son sus planes? ¿Cuáles son los planes de evacuación? ¿Dónde podría recoger a mi hijo? ¿Cómo se comunicarán conmigo?’”.

Las escuelas en el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) deberían contar con suministros de emergencia para casi tres días, entre ellos artículos de rescate, comida y agua para todos sus estudiantes, precisó Jill Barnes, estratega ejecutiva de emergencia del distrito. También deben tener planes de seguridad a los cuales los padres puedan acceder.

Las escuelas de California están sujetas a estándares de construcción más altos que otros edificios, expuso Barnes, algo que puede tranquilizar tanto a los niños como a sus padres. En el caso de un gran terremoto “nuestros edificios estarán menos dañados que los que los rodean”, dijo.

También es bueno saber que los empleados públicos, incluidos los maestros, pueden activarse para trabajar en un desastre. “Ante el caso de una emergencia en la escuela no nos iremos a casa. Estaremos con los niños el tiempo que sea necesario”, aseguró Barnes.

Responda sus preguntas y dé validez a sus sentimientos

Los niños tienden a hacer regresiones cuando sufren estrés; por ende, no hay que temer si no alcanzan los mismos hitos que antes, afirmó MacLeamy.

También pueden hacer preguntas que los padres no quieran responder; los adultos, sin embargo, no deberían ignorar o descartar esos cuestionamientos. “[Los niños] Son muy inteligentes y muy intuitivos, y saben cuándo algo está pasando”, consideró MacLeamy.

Decir que todo está bien cuando claramente no lo está, dijo, invalida los sentimientos de los pequeños y puede afectarlos negativamente. “Lo que más desean los chicos es saber que sus padres tienen el control y cuidan de ellos”, continuó. “Lo que sucede en un desastre natural es exactamente lo opuesto... Entonces sienten ese miedo y esa incertidumbre. Debemos validar ese sentimiento”.

Pruebe con diferentes enfoques para descubrir qué sienten

Es importante consultar a los niños, incluso si ellos no hacen preguntas, expresó Marian Peña, directora de salud de West County Health Centers, del condado de Sonoma, donde los incendios recientes destruyeron miles de hogares y mataron a más de 20 personas. Algunos chicos desarrollan ansiedad porque están estresados y no pueden expresarlo.

“Muchos padres sienten que si no hablan con sus hijos sobre esto, el tema pasará inadvertido”, dijo.

Pero eso no es verdad. Los niños piensan en lo que sucede a su alrededor, pregunten o no a sus padres al respecto. Y es importante que los adultos brinden la información más precisa y les aseguren que están a salvo.

Hay diferentes maneras de descubrir cómo se sienten los pequeños y qué están experimentando, si hacerlo directamente no funciona. Los padres pueden preguntarles qué han escuchado, o probar la terapia basada con arte, sostuvo Pena. A veces los chicos no tienen las palabras exactas, pero los factores estresantes aparecen en lo que dibujan, por ejemplo. MacLeamy sugiere preguntar con qué sueñan, o qué les dicen sus amigos.

Mantenga las rutinas en su lugar, pero agregue más abrazos

Durante los incendios en el norte de California, los padres a menudo preguntaban “cómo es posible estar mucho con sus hijos cuando no están en la escuela y hay tanto trauma y angustia”, expuso MacLeamy.

Las escuelas pueden permanecer cerradas por días o semanas durante los incendios, o después de un gran sismo. Los chicos (y adultos) se sienten más seguros haciendo lo que generalmente hacen regularmente, por lo cual es importante mantener algunos elementos de su rutina diaria, como comer y dormir en momentos normales, sostienen los expertos en salud mental.

“Los rituales, las rutinas y los límites son la forma en que los niños realmente saben con certeza que están a salvo”, consideró MacLeamy. Así es como “ellos saben que, aunque muchas cosas en su mundo hayan cambiado, no ha cambiado todo”.

Sin embargo, también es bueno agregar una dosis de afecto adicional a esas rutinas: abrazos, acurrucarse a la hora de dormir, garantías de que los pequeños están fuera de peligro. “Te amo y estás a salvo. Sólo siga diciendo eso una y otra vez”, explicó MacLeamy. “Un abrazo es realmente poderoso”.

Es importante reconocer cuando ocurren cosas malas, pero los padres deben intentar responder las preguntas de sus hijos con esperanza, advirtió.

MacLeamy relató que su hija, de tres años de edad, recientemente le preguntó por qué había camiones de bomberos en la estación, porque durante semanas los había visto combatiendo incendios. “Le respondí: ‘Bueno, la gran noticia es que la mayoría de los fuegos han sido apagados, e incluso cuando no se han apagado todos, necesitábamos algunos bomberos en nuestra ciudad para asegurarnos de estar a salvo’”.

Cuando los chicos preguntan acerca de las muertes, dijo, es importante reconocer las pérdidas, pero también señalar que la mayoría de las personas lograron estar a salvo. Si un niño mayor tiene miedo y pregunta acerca de los muertos, podría ser útil mirar un mapa con él y señalar todos los lugares donde hubo personas rescatadas o evacuadas de manera segura, precisó el especialista. También es importante permitir que los niños sean parte del proceso de sanación de la comunidad, afirmó.

“Los chicos siempre recordarán cuando estuvieron en un desastre natural. Si podemos hacer de ese recuerdo una historia de superación en lugar de sólo ‘Y luego estuvimos deprimidos y nos sentimos miserables durante los siguientes dos meses’, eso puede ayudar a moldear la memoria y la recuperación de los niños “, consideró. “Los chicos no tienen mucha capacidad de acción en sus vidas y realmente quieren ayudar. Quieren contribuir de alguna manera”.

Permita que los chicos mayores sean voluntarios en el barrio, o llévelos a ver como otras personas y vecinos se ayudan unos a otros.

Peña siente que es apropiado llevar a niños de todas las edades a vigilias comunitarias después de un desastre.

Cuando las personas protegen a los niños de las cosas de la vida, de la enfermedad y la muerte, no es bueno... Los pequeños necesitan aprender a lidiar con esto”, aseguró. “Celebrar la vida es hacer”.

Cuídese a sí mismo antes de volver al aula

Los maestros en el norte de California están preocupados sobre cómo ayudar a la afluencia de nuevos estudiantes y cómo hablar con los niños que han perdido sus hogares, especialmente si los docentes también han sido desplazados de los suyos, consideró MacLeamy.

“Antes de que siquiera entren a las aulas, les digo que se cuiden”, dijo. Más allá de los aspectos básicos de asegurar la propia vivienda, eso puede significar comer bien, tratar de practicar la atención plena (mindfulness) o hacer algo de ejercicio, detalló.

Esté preparado para responder dudas

“Los niños pueden hacer preguntas a sus maestros que no necesariamente harían a sus padres”, porque ven a los docentes como fuentes de conocimiento o porque no quieren estresar aún más a sus familiares, sostuvo MacLeamy.

Los docentes deberían estar preparados para responder preguntas concretas sobre los desastres. También deben estar atentos a los niños que están particularmente retraídos o que actúan de manera significativamente diferente que antes, y evitar respuestas punitivas a dichos cambios en el comportamiento. “Han pasado por un trauma”, afirmó el especialista. “Todos hemos pasado por un shock”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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