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Análisis: Clinton fue preparada al debate, Trump fue Trump

Si Clinton quería empujar a su rival, conocido por su carácter impredecible, a un momento descalificatorio, no alcanzó su objetivo. Si Trump buscaba mostrar a Estados Unidos — especialmente a las mujeres — que ha completado su transformación de personaje caricaturesco de la cultura pop a un líder digno de ocupar la Oficina Oval, todavía tiene un largo camino por delante.

Si Clinton quería empujar a su rival, conocido por su carácter impredecible, a un momento descalificatorio, no alcanzó su objetivo. Si Trump buscaba mostrar a Estados Unidos — especialmente a las mujeres — que ha completado su transformación de personaje caricaturesco de la cultura pop a un líder digno de ocupar la Oficina Oval, todavía tiene un largo camino por delante.

(David Goldman / AP)
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Ella estuvo en su mejor momento y él no estuvo en el peor.

Tras semanas de expectación, los 90 minutos de encendido enfrentamiento entre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump el lunes probablemente no decantó a muchos votantes indecisos.

Si Clinton quería empujar a su rival, conocido por su carácter impredecible, a un momento descalificatorio, no alcanzó su objetivo. Si Trump buscaba mostrar a Estados Unidos — especialmente a las mujeres — que ha completado su transformación de personaje caricaturesco de la cultura pop a un líder digno de ocupar la Oficina Oval, todavía tiene un largo camino por delante.

Pero en un debate lleno intercambios duros y en ocasiones personales entre los dos aspirantes a ocupar la Casa Blanca, los dos demostraron claramente cómo llegaron hasta aquí. Clinton estuvo educada, preparada y orgullosa de ello — una Hermione Granger tras el atril. Tenía respuestas aguas y ensayadas, especialmente las referidas a su servidor de correo electrónico privado que ha empañado su candidatura durante meses. Se mostró calmada, incluso cuando era atacada, y se burló elegantemente del hombre al que llamó “Donald”.

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“Creo que Donald me criticó por prepararme para este debate. Y sí, lo hice”, dijo Clinton. “¿Y saben para qué más me prepare? Me preparé para ser presidenta, y eso es algo bueno”.

Trump se dirigió a su rival como “Secretaria Clinton” — pidiéndole incluso su aprobación para el sobrenombre — pero finalizó dirigiéndose a ella como “Hillary”.

La atención que puso en su título fue un recordatorio a los votantes de que su objetivo es ganar. Las mujeres, especialmente las blancas con educación universitaria, son la clave para que Trump recupere el impulso para una reacción final que dure hasta el 8 de noviembre, cuando se celebrarán los comicios. El empresario, de 70 años, ha enfrentado problemas para convencer a las mujeres, incluso a las que tienen dudas sobre la primera mujer presidenta, de que respalden su propuesta, gracias en parte a sus actuaciones en debates anteriores, en los que criticó a la moderadora Megyn Kelly o a su rival Carly Fiorina.

Trump evitó otro protagonizar un nuevo momento embarazoso el lunes, pero era complicado apreciar su trabajo para suavizar su imagen. Interrumpió repetidamente y de forma agresiva a Clinton para cambiar o negar sus afirmaciones, en ocasiones hablando por encima de ella. A la petición del moderador, Lester Holt, para explicar un comentario previo acerca de que Clinton no tiene un “aspecto presidencial”, Trump simplemente repitió el comentario.

“Ella no tiene la apariencia, ella no tiene la energía”, declaró. “Para ser presidente de este país, necesitas una energía enorme”.

Clinton estaba preparada para responder: “Bueno, en cuanto él viaje a 112 países y negocie un acuerdo de paz, un alto el fuego, la liberación de disidentes, la apertura de nuevas oportunidades en naciones de todo el mundo, o cuando pase 11 horas testificando delante de un comité del congreso, entonces puede hablarme sobre energía”.

A medida que avanzaba el debate, Clinton pareció ganar confianza y un mejor sentido de la oportunidad. Cuando Trump concluyó una larga y enrevesada defensa de su larga campaña de años contra la nacionalidad del presidente Barack Obama, hizo una pausa para dejar que las palabras del republicano pasaran al olvido.

“Bueno, solo escuchen lo que acaban de oír”, afirmó.

Trump tuvo también sus momentos.

Ofreció una potente crítica de Clinton, a quien presentó como otra persona del sistema que propone las mismas viejas soluciones para una economía al borde del “derrumbe”. La disputa fue un potente recordatorio de por qué su campaña se convirtió en un vehículo para los estadounidenses blancos descontentos que se sienten presionados por la economía las fuerzas de la globalización.

“Típica política. Todo palabras, nada de acción. Suena bien, no funciona. Nunca va a suceder”, dijo recordando el lema central de su campaña.

Mostró que Clinton sigue siendo vulnerable por su apoyo a acuerdos comerciales, obligando lo que llevó a la demócrata a negar haber calificado el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica de “patrón de oro” de los acuerdos comerciales y señaló que apenas dijo que esperaba que fuese un buen pacto.

Pero el republicano perdió oportunidades para profundizar en otras debilidades de su rival. Ella también pudo deshacerse pronto de su escándalo de correo electrónico diciendo simplemente “fue un error y asumo responsabilidad por ello”.

“Esto está claro”, la interpeló Trump sin ir más allá.

Trump no sacó a relucir la descripción que hizo Clinton de la mitad de sus seguidores, a los que calificó de “deplorables”, ni la Fundación Clinton y su red de donantes.

Esto dio amplia libertad a Clinton para responder a Trump.

Incluso el republicano le reconoció eso:

“Ella tiene experiencia”, declaró. “Pero es una mala experiencia. Y este país no puede permitirse otros cuatro años de ese tipo de experiencia”.

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