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A la primera alguacil hispana de Utah no le basta haber alcanzado su meta

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Rosie Rivera, quien desde agosto pasado es la primera alguacil hispana de Utah, se prepara para otros dos grandes desafíos: ser un modelo para futuros líderes latinos y enfrentarse en las urnas con los hombres que quieren reemplazarla.

Rivera, de 55 años, es consciente que su elección como alguacil del mayor distrito policial en Utah fue “un hecho histórico” y también es consciente que sus responsabilidades no terminan allí.

Por primera vez una mujer preside a los 2.000 uniformados de la Oficina del Sheriff y del Departamento de Policía Unificado de Gran Salt Lake.

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“Mi elección demuestra que los latinos debemos mantenernos juntos y ayudarnos unos a otros, respaldarnos unos a otros, animarnos unos a otros”, dijo Rivera a Efe en una entrevista telefónica.

“Cuesta mucho dinero llegar a un cargo electo y por eso toda la ayuda recibida es fundamental. Me siento honrada y agradecida de recibir esa ayuda”, agregó Rivera, quien ocupó la vacante dejada por el alguacil Jim Winder, que renunció a su puesto en mayo pasado.

Rivera ha sido protagonista de “hechos históricos” con tanta frecuencia que para ella escuchar la frase “la primera mujer en el Condado Salt Lake que...” no es nada nuevo.

De hecho, fue la primera mujer en llegar a ser jefa de un precinto policial (Riverton) en ese condado y la primera en ser incluida en la Unidad Metropolitana Antipandillas de la capital de Utah.

Su prioridad, dice, es la seguridad pública, explicada como “ayudar a que todos estén a salvo”. En este caso, “todos” se refiere a los 1,1 millones de residentes en el Condado Salt Lake, la tercera parte de la población de Utah.

La enormidad de esa tarea se ve facilitada, sostuvo la alguacil, por dos factores que ella considera inseparables: su experiencia y su familia.

Durante su carrera Rivera ha desempeñado varias posiciones en el Distrito Policial Unificado de Salt Lake, incluyendo portavoz de ese distrito e investigadora en jefe de crímenes violentos y de asaltos sexuales.

Y en ese proceso enfrentó algunos de los más acuciantes flagelos sociales, como desamparo, epidemia de opioides, violencia doméstica y superpoblación carcelaria. Además, antes de llegar a Salt Lake City, trabajó como policía en otras ciudades.

Según Rivera, esa experiencia le valió el respaldo de sus colegas que a su vez resultó en un 70 % de los votos a su favor el pasado 12 de agosto cuando los demócratas del Condado Salt Lake eligieron a un candidato a alguacil.

Pocos días después, el concejo municipal local oficialmente eligió a Rivera para el cargo.

Y esa experiencia también le permitió acercarse a la comunidad y establecer relaciones con dirigentes locales y estatales como parte del plan que ella misma gestó cuando tenía 15 años, edad a la que tuvo su primer hijo, para un día llegar a ser alguacil.

Pero para iniciar su carrera en la policía Rivera debió esperar 16 años más, hasta 1993, cuando ya tenía 31 años.

“Mi familia siempre me ha respaldado, como lo hicieron algunos de mis compañeros de trabajo. Ellos me recordaron que los latinos podemos llegar a ser líderes en muchas áreas, incluyendo las fuerzas de seguridad. Yo misma estoy ahora a cargo de la mayor cárcel en Utah”, puntualizó.

Esa cárcel funciona diariamente en su capacidad máxima de 2.200 reclusos y por ella pasan de 33.000 a 35.000 sospechosos cada año.

“Mi familia me dijo que yo era capaz de hacer este trabajo y aún más por mí y para mi comunidad si me mantengo humilde y agradecida. Y, como latina, soy muy feliz con mi reciente elección”, comentó.

Pero esa felicidad, por el momento, se ve limitada porque Rivera, para conservar su puesto, debe obtener el respaldo de los votantes en las elecciones municipales de noviembre de 2018, para las que ya anunció su candidatura y en las que tendrá varios contrincantes.

“Ninguno de ellos es mujer”, aclaró, usando ese dato como contexto a otros dos temas que la preocupan: la falta de diversidad en la oficina del alguacil y departamento de policía que ella dirige y la necesidad de actualizar las leyes ahora vigentes contra la violencia doméstica.

“Cualquiera de nosotros puede llegar a ser un líder. Para ello, uno tiene que trabajar mucho y con esmero, y luego trabajar aún más. Y entonces uno se transforma en un ejemplo, un modelo, para otros. Esa es mi responsabilidad actual”, concluyó.

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