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Ojalá el papa ablande los corazones de los políticos

El papa Francisco habla durante una audiencia con fieles y empleados del Banco Cooperativo de Crédito en el Vaticano.

El papa Francisco habla durante una audiencia con fieles y empleados del Banco Cooperativo de Crédito en el Vaticano.

(Gregorio Borgia / AP)
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La visita del papa Francisco a Cuba y Estados Unidos es bienvenida por muchos e importantes motivos.

Para los caribeños, es la oportunidad de afianzar los cambios políticos que se han alcanzado durante la administración del presidente Obama, quien decidió levantar el bloqueo económico y restablecer relaciones diplomáticas con la isla después de 50 años.

Para los norteamericanos y para los habitantes del mundo desarrollado, este recorrido papal debe ser una llamada de atención a la crisis humanitaria que viven cientos de miles de migrantes de Siria y de otros países azotados por la guerra.

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Independientemente de que se tenga una fe católica o no, la influencia del Papa en las esferas de la política es innegable. El papa Francisco, con su discurso de apoyo a los migrantes, tal vez pueda sacudir los corazones de un grupo, cada vez más numeroso, de simpatizantes de Donald Trump, que han hecho del odio a los migrantes y a lo extranjero la bandera principal de su discurso.

La llegada del Papa puede ser el catalizador que ayude a desactivar el mensaje de odio que se está promoviendo por todo el país y que amenaza con convertirse en una peligrosa bola de nieve.

El Papa tendrá la oportunidad de escuchar el clamor de millones de personas que viven al margen de la sociedad norteamericana por no tener documentos para vivir en este país.

Ojalá el Papa logre tocar los corazones de quienes han impedido una verdadera reforma migratoria y que, desgraciadamente, se dicen seguidores de las palabras de Cristo.

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