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Autoridad educativa de California asiste a cumbre sobre alumnos binacionales en Tijuana

Tijuana sixth grader Angel Isaac, 12, was born in Fontana and studied on both sides of the border. Listening are Tom Torlakson, California's State Superintendent of Public Instruction, seated at center, and Baja California Education Secretary Miguel Angel Mendoza seated at right.
(Alejandro Tamayo / The San Diego Union-Tribune)
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San Diego Union-Tribune

Una mañana reciente en la primaria José M. Larroque de Tijuana, Tom Torlakson estaba frente a unos estudiantes emocionados.

El superintendente de instrucción pública de California, había ido a Baja California para aprender sobre los obstáculos que enfrentan los que cambian de escuelas de Estados Unidos a México. Y sentado ante él, en la pequeña biblioteca de la escuela, había un grupo de expertos en el tema.

“El reto todos los días es hablar español”, dijo Marco Antonio Arellano Hernández, de 12 años, quien recientemente se mudó de Las Vegas a Tijuana, y cursa el sexto grado en la escuela primaria pública en una colina cerca del centro. “Los maestros nos ayudaron mucho”.

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Torlakson y el secretario de educación de Baja California, Miguel Ángel Mendoza, dijeron que sus dos sistemas están explorando maneras de abordar mejor las necesidades de los estudiantes que comparten. Esto puede variar desde facilitar la transferencia de registros académicos, hasta la expansión de los programas de capacitación de docentes y aumentar el número de intercambios entre México y California para promover la educación bilingüe.

“Estamos buscando cómo ayudarnos mutuamente para apoyar a esos estudiantes”, señaló Torlakson. “¿Cómo los ubicamos en el entorno académico adecuado para que no se sientan frustrados, perdidos o atrasados?”

De los 682 mil estudiantes de Baja California inscritos en preescolar hasta el noveno grado, unos 53 mil nacieron en Estados Unidos. Muchos vinieron de California y se mudaron a Tijuana por una variedad de razones, en algunos casos porque sus padres fueron deportados.

Vistiendo camisas blancas, suéteres con el logotipo de la escuela y pantalones o faldas azul marino, los estudiantes en la biblioteca de la escuela parecían estudiantes típicos de las escuelas públicas de Tijuana. Sin embargo, la mayoría hablaba inglés como cualquier estudiante de Estados Unidos.

Clara Mateos Tachiquin, de 9 años, dijo que dejó atrás a sus compañeras de clase en la primaria Los Medanos en Pittsburgh para mudarse a México con su madre. Su padre fue enviado a prisión, expresó, por intentar ingresar a Estados Unidos sin un pasaporte.

Julián Mares Barbosa, de 9 años, dijo que nació del otro lado, en Long Beach, pero vive en México desde el kínder. “Mi papá no puede cruzar, por eso estoy aquí”, comentó.

California tiene un estimado de 300 mil estudiantes que no están autorizados, de acuerdo con el Departamento de Educación de California, y un millón adicional de estudiantes viven con uno de los padres o tutores que se encuentran en el país ilegalmente.

“Preveo que la deportación va a aumentar”, dijo Torlakson. El enfoque del presidente Donald Trump “desafortunadamente ha estado aumentando la tensión con México”, dijo en una conferencia de prensa celebrada en las oficinas de la Secretaría de Educación Pública de Baja California en Tijuana. “Creo que eso está mal, es contraproducente”.

El secretario Mendoza dijo que la relación de su sistema con las escuelas de California data de hace dos décadas. Hoy incluye programas de capacitación docente y colaboración con instituciones de educación superior de California, como la UC Los Ángeles y San Diego State.

“Necesitábamos reunirnos, ser testigos de lo que está actualmente sucediendo”, dijo Mendoza acerca de la visita del superintendente de California. “Queremos duplicar, triplicar, cuadruplicar estos esfuerzos”.

Dibble escribe para el U-T.

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