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Número dos de Unicef dimite entre indignación por malas conductas en las ONG

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EFE

El número dos de Unicef, Justin Forsyth, dimitió hoy después de que saliera a la luz la supuesta conducta inapropiada que tuvo con empleadas de Save The Children, la ONG que dirigió anteriormente, y en medio de la indignación que han generado malas prácticas similares en el sector humanitario.

Forsyth, que fue investigado por esa organización en tres ocasiones y ofreció en su momento disculpas “sin reservas” a las trabajadoras, aseguró que renuncia por el “riesgo de hacer daño” a Unicef, donde entró en 2016, a Save The Children y a su “amplia causa”.

“Quiero dejar claro que no dimito en Unicef por los errores que cometí en Save The Children. Fueron tratados a través de un proceso adecuado hace muchos años. Me disculpé sin reservas en el momento y cara a cara. Me disculpo otra vez”, apuntó el directivo británico.

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Aunque dijo no tener duda de que la cobertura de su caso busca “con razón” hacerle “rendir cuentas” por su conducta, denunció que también se trata de un “intento de hacer daño serio” al trabajo de esas organizaciones humanitarias y la ayuda que prestan.

Mientras dirigía la ONG británica, Forsyth fue acusado por tres trabajadoras, en 2011 y 2015, de enviarles mensajes de texto inapropiados, comentar la ropa que llevaban o cómo se sentía con ellas, según publicó esta semana la cadena BBC.

Admitió haber mantenido “conversaciones inadecuadas e inconscientes” con las empleadas, que si no le contestaban eran convocadas por correo a tener “unas palabras” en privado con él, pero consideró el asunto zanjado una vez fue investigado y se disculpó.

Un portavoz de Unicef dijo a la cadena que la organización no tenía conocimiento de ninguna queja hacia Forsyth cuando optó al puesto y tampoco ha recibido reclamaciones una vez entró en la agencia de Naciones Unidas.

La directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, anunció esta tarde que había aceptado la dimisión de su adjunto y le agradeció su trabajo de los últimos dos años en defensa de los niños más vulnerables, así como su impulso a la misión de la agencia.

Las alegaciones de conducta inapropiada hacia Forsyth en Save The Children llegaron cuatro meses después de que dimitiera otro directivo por motivos similares, Brendan Cox, que es viudo de Jo Cox, la diputada británica asesinada en la campaña del referendo europeo.

No es la única organización humanitaria envuelta en la polémica por malas prácticas estos días: la británica Oxfam protagonizó un escándalo sexual en Haití hace años que fue destapado recientemente por el diario The Times.

Según ese medio, directivos y cooperantes de Oxfam participaron en orgías y contrataron prostitutas en instalaciones financiadas por la ONG en Haití en 2011, con el país devastado por el terremoto que dejó 300.000 muertos y 1,5 millones de damnificados.

Entre las consecuencias de ese reportaje, ha habido despidos y renuncias de altos directivos, y las autoridades haitianas decidieron hoy suspender durante dos meses las actividades de la ONG, que ha perdido miles de donantes regulares.

Médicos sin Fronteras, otra organización sin ánimo de lucro que opera a nivel internacional, reconoció que en 2017 tuvo 25 casos de acoso o abusos sexuales entre sus trabajadores en todo el mundo, que se saldaron con el despido de 19 personas.

La lacra de los abusos sexuales y otras malas prácticas está causando indignación en el sector humanitario, como ha ocurrido en los últimos meses en ámbitos que van desde el cine hasta la política, pero preocupa el impacto que puede tener en el reparto de justicia social.

Partiendo del escándalo de abusos sexuales del productor Harvey Weinstein, en octubre del año pasado, la oleada de indignación ante este tipo de incidentes ha llevado a muchas personas, sobre todo mujeres, a romper su silencio y denunciar, lo que ha generado movimientos feministas como “Me Too” o “Time’s up”.

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