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De botes hacinados a yates de lujo: así es el nuevo contrabando de inmigrantes a Europa

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Cuando los inmigrantes salieron de su yate en la pequeña isla italiana de Lipari, el mes pasado, no tenía sentido intentar pasar desapercibidos. “Es fácil detectar a un grupo de sirios e iraquíes vestidos de Dolce & Gabbana que están con sus teléfonos a las 6 de la mañana en una parte deshabitada de la isla”, afirmó un funcionario local de la policía.

Los recién llegados, que habían zarpado desde Turquía con tripulantes de Europa del Este, son parte de un creciente número de migrantes que pueden pagar alrededor de $7,000 para evitar que las autoridades turcas les impidan llegar a Europa.

“Estos son inmigrantes acostumbrados a altos estándares”, afirmó el funcionario bajo condición de anonimato, porque no estaba autorizado a hablar públicamente.

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Ciento sesenta yates llegaron a Italia en los 12 meses previos a julio, de acuerdo con la agencia de policía europea Europol. El fenómeno va en ascenso, así como el número de inmigrantes africanos que intentan llegar a Italia desde Libia en botes ligeros sobrepoblados se está desacelerando.

Estas no son salidas de vacaciones, no importa cuán agradables sean los barcos. “Es un viaje de lujo desde Turquía, ya que las embarcaciones a menudo son suntuosas, pero no es tan así cuando hay 30 personas apretadas en ellas”, aseguró el coronel Antonello Maggiore, un funcionario de la policía fiscal de Italia que ha investigado los cruceros.

El viaje de Turquía a Italia toma alrededor de una semana, explicó el coronel. “Es mucho mejor que un bote desde Libia, porque sabes que llegarás vivo”, expuso. “Cuando los migrantes están en el mar pueden subir a la cubierta, por lo tanto no son como esclavos escondidos en la bodega, y aunque puede haber un baño para 30 personas, igualmente es mejor que las condiciones en la zona de guerra de donde provienen”.

Una investigación italiana realizada en octubre reveló cómo los yates llegaban desde Grecia a la costa de Puglia -la región del talón de Italia- ya en 2014, llenos de inmigrantes que provenían de Siria y demás países.

Los contrabandistas italianos, que conocían cada cala y playa después de años de llevar de cigarrillos desde Albania, trabajaban con capitanes griegos y albaneses para guiar los yates sin que los guardacostas italianos lo advirtieran.

Luego, en marzo de 2016, la UE acordó pagar a Turquía el equivalente a $3,500 millones de dólares para detener a los inmigrantes que navegan desde Turquía a Grecia, mientras que la ruta terrestre hacia el norte de Europa a través de los Balcanes fue clausurada.

“Los contrabandistas pronto empezaron a llevar inmigrantes directamente a Italia desde Turquía, a menudo con barcos charter robados en puertos turísticos turcos como Bodrum y Marmaris”, precisó un magistrado en Puglia quien también se negó a dar su nombre porque no estaba autorizado a hablar públicamente.

Ahora los barcos se dirigen a Puglia, Sicilia y Calabria, en la punta de Italia, mientras que los capitanes vienen de Ucrania, Georgia y otras partes de la antigua Unión Soviética. “Son buenos marineros, pero vienen de la pobreza y lo hacen por poco dinero”, relató el magistrado.

Mientras los inmigrantes, principalmente iraquíes, afganos, sirios y paquistaníes, llegan a tierra y solicitan asilo, el 90% de los capitanes son arrestados por la policía o la guardia costera italiana, precisó.

Dos pilotos bielorrusos fueron arrestados en la noche del 30 de septiembre después de tratar de dejar en tierra a 59 paquistaníes y cuatro indios desde un yate en Santa Maria di Leuca en Puglia. Los tripulantes de otro yate que llegó a la misma zona esa noche, con 34 iraquíes, tuvieron más suerte. Pusieron el piloto automático del yate y aceleraron en un bote antes de que la policía llegara y abordara el barco a 10 millas de la costa, expresó la policía en un comunicado.

No todos los migrantes son descubiertos cuando llegan. En mayo, una pareja de esposos de Afganistán, ambos magistrados, fueron encontrados celebrando su arribo exitoso en un restaurante especializado en pescado siciliano.

El mes pasado, los desembarcos en Lipari de los migrantes vestidos con Dolce & Gabbana dejaron perplejas a las autoridades porque la isla no es el primer puerto de escala cuando se navega desde Turquía. Los pilotos deben circunnavegar el sur de Italia y pasar por el Estrecho de Messina, después de Sicilia, para llegar. “Creo que intentaban llegar a Francia pero no lo lograron”, estimó el funcionario local de la policía.

El primer arribo en la isla fue en septiembre pasado, cuando los tripulantes detuvieron su barco por la noche, llevaron a sus pasajeros a la orilla en un bote y desaparecieron. El 9 de octubre, un yate de 60 pies encalló mientras ascendía a la costa, nuevamente por la noche. Eso no detuvo el desembarco de los pasajeros, 119 sirios e iraquíes.

“Por lo que nos han dicho los migrantes, era el mismo yate que en septiembre”, afirmó el funcionario. “Esta vez, después de que el barco llegara y los pasajeros accedieran a tierra, los cuatro tripulantes escaparon en su bote, que más tarde encontramos abandonado en la costa siciliana”.

Mientras los yates llegan de Turquía, las lanchas rápidas llenas de migrantes también arriban en cantidades cada vez mayores este otoño desde Túnez.

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 1,286 personas llegaron a la ruta en septiembre, seguidas de más de 1,500 en octubre, lo cual supone un gran aumento desde los 1,207 registrados durante todo 2016.

Los observadores informan que los llegados, casi todos tunecinos, abandonan sus lugares de origen a medida que la economía empeora y los traficantes ofrecen viajes rápidos a Europa. “En cada cafetería popular, cada barrio, hay alguien que ‘vende’ el sueño”, afirmó Myriam Chabbi, funcionario de la OIM en Túnez.

Mientras tanto, las playas alrededor de Sabratha, en la anárquica Libia, se tranquilizaron a medida que baja la trata de personas. Un poco más de 5,900 migrantes fueron rescatados en el mar y llevados a Italia en octubre después de abandonar Libia, una gran caída de los casi 27,400 recogidos durante el mismo mes del año pasado.

El descenso se debió, en parte, a las patrullas adicionales de la guardia costera libia, entrenada y financiada por la Unión Europea, que detuvo y rechazó a muchos migrantes en el mar.

Múltiples informes también aseguran que Italia pagó a las milicias en Sabratha -un punto de contrabando- para detener la trata de personas, aunque Roma lo negó.

La OIM informó que el cese de las salidas dejó a 14,000 migrantes, principalmente africanos subsaharianos, varados en almacenes, a menudo en condiciones espantosas, cerca de la costa libia, antes de que los asistentes sociales los trasladaran a otros campamentos. “Muchos pasaron meses en manos de contrabandistas y se encuentran en un estado muy vulnerable”, afirmó Christine Petré, funcionaria de la organización en Trípoli.

De todas formas, las salidas desde Libia, así como las muertes en el mar, repuntaron a fines de octubre, con 2,560 personas rescatadas entre el 31 de ese mes y el 3 de noviembre, mientras que un buque español atracó en Italia el 5 de noviembre con los cuerpos de 26 mujeres migrantes que aparentemente se ahogaron en el mar.

“Veintitrés de esas mujeres eran nigerianas y se ahogaron cuando su bote se hundió en el mar”, precisó Flavio Di Giacomo, vocero de la OIM en Italia. “Otras 50 pueden haberse ahogado pero sus cuerpos no fueron encontrados”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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