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Una biografía rescata a Juan de Miralles, el español más cerca de Washington

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La figura del español Juan de Miralles Trayllón, un rico comerciante asentado en La Habana que fue íntimo amigo de George Washington y jugó un papel decisivo en la independencia de Estados Unidos, vuelve a la luz gracias al académico, escritor e historiador cubano Salvador Larrúa Guedes.

En “Juan de Miralles: biografía de un padre fundador de los Estados Unidos” (Alexandria Library), que se presentará la semana próxima en Miami, Larrúa rescata del olvido a este personaje y cuenta la historia de la contribución que España hizo a la independencia estadounidense.

La Corona española puso armas, dinero y hombres a disposición de los patriotas de las “Trece colonias”, como se conocían en el siglo XVIII las posesiones británicas en lo que hoy es Estados Unidos, con las que de Miralles comerciaba desde Cuba ya antes de ser nombrado por Carlos III su representante ante los independentistas.

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España también aportó inteligencia, pues, entre otras muchas cosas, De Miralles armó un servicio secreto que operó en favor de los independentistas y en contra de Inglaterra, con “superagentes” como el fraile Antonio de Sedella, quien “no fue descubierto en 50 años”, relata Larrúa Guedes en una entrevista con Efe.

El historiador de Camaguey, que salió de Cuba en 2005 y recibió asilo político en este país, lamenta el “silencio oficial” que impera desde hace por lo menos dos siglos en Estados Unidos acerca de la contribución española al proceso de independencia y lo compara con el importante funeral que tuvo De Miralles en 1780 en Morristown (Nueva Jersey).

De Miralles, que había nacido en Petrer (Alicante, sureste de España) en 1713 y se había radicado en Cuba en torno a 1740, murió de una pulmonía en 1780 en casa de George Washington, atendido por Martha, la esposa de quien fue el primer presidente de Estados Unidos, y el médico personal de éste.

A su entierro asistió el Congreso estadounidense en pleno, dice Larrúa Guedes, que se ha documentado exhaustivamente en el Archivo de Indias de Sevilla (España) para su libro número 51.

También buceó en los archivos de la Biblioteca del Congreso en Washington y encontró infinidad de cartas cruzadas entre Washington y de Miralles, en las que se puede ver que “eran muy amigos”.

“Cuando se quiere despojar a alguien de algo, no se le encumbra”, dice el académico cubano para explicar la razón de que De Miralles, el almirante Luis de Córdova y otros españoles que ayudaron a que triunfara el levantamiento de las colonias británicas en 1776 sean desconocidos para el gran público estadounidense.

El mejor parado ha sido Bernardo de Gálvez, quien luchó contra los ingleses en lo que hoy es el sureste de Estados Unidos y que fue reconocido en 2014 como “ciudadano honorífico” de este país.

Larrúa señala que los estadounidenses codiciaron desde el principio las posesiones que España tenía en Norteamérica.

No hay que olvidar, dice, que la dos terceras partes de lo que hoy es Estados Unidos eran territorio español en el siglo XVIII.

Florida, por ejemplo, tiene más historia como española que como estadounidense, son tres siglos frente a 196 años, subraya Larrúa.

El libro que presentará el próximo 29 de junio en el Centro Cultural Español en Miami es una “biografía rigurosamente histórica” sobre Juan de Miralles, quien llegó a ser uno de los hombres más ricos de su época en todo el mundo y uso parte de su fortuna para ayudar al triunfo de la causa independentista en EE.UU.

Cuando George Washington se quedó sin dinero para pagar a su ejército de patriotas “voluntarios”, en La Habana los grandes comerciantes, como Juan de Miralles, lograron juntar una cantidad de oro que equivaldría a 300 millones de dólares de hoy.

Los grandes comerciantes de La Habana y en general toda Cuba, que era territorio español, querían la revancha por la toma de La Habana por los ingleses en 1762, explica Larrúa.

El cargamento fue llevado al norte por una flota francesa y al llegar a las “Trece colonias” fue puesto a resguardo en una casa, cuyo suelo se hundió por el peso, cuenta Larrúa Guedes.

Fue un préstamo a fondo perdido, pues, lograda la independencia, nunca se le devolvió el dinero a aquellos comerciantes.

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