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Golpe al corredor Laredo-Chicago de los Zetas

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MÉXICO.- La organización criminal de los Zetas estableció durante años un corredor entre Chicago, Illinois y Laredo, Texas, para cruzar droga, armas y tráileres cargados de dinero.

De acuerdo con el expediente 11-CR-0784, de la Corte Federal del Distrito Norte de Illinois, el hombre encargado de la circulación de las mercancías ilegales en esta línea que cruza la Unión Americana, era un tipo de 1.67 de estatura.

Había guardado un perfil tan bajo que incluso a las agencias estadounidenses y mexicanas les llevó más de 7 años detectarlo y finalmente detenerlo.

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Le decían “Don Aldo” y con el tiempo la DEA descubrió que su identidad era la de Eduardo Treviño Treviño, nacido en Nuevo Laredo, Tamaulipas, el 14 de diciembre de 1961, y sobrino de Miguel Treviño Morales “El 40”, hasta hace un tiempo el líder máximo de los Zetas.

El clan de los Treviño tuvo en la ciudad de Chicago y su zona conurbada a uno de sus últimos enclaves estadounidenses, para la distribución de cocaína y mariguana.
En Cicero, Berwyn y otras localidades conurbadas, las huestes de Salvador Estrada, un emisario de los Treviño, colocaban semanalmente 150 kilos de cocaína y empaquetaban de uno a 4 millones de dólares en efectivo, para enviarlo en camiones de carga a la frontera con Nuevo Laredo.

El expediente estadounidense establece que a partir del 2010 la Agencia Antidrogas (DEA) logró tener a un informante en el círculo cercano de los Treviño, quien al final les fue de utilidad para llegar a “Don Aldo” y monitorear todas sus conversaciones telefónicas. Fue la antesala de su caída.

Siete años en caer

En 2005, Julio Hernández Lara comenzó a trabajar para los Zetas con una tarea específica: cargar y descargar camiones de droga y dinero en Laredo, Texas.
Durante un lustro, no tuvo contratiempos para trasladar droga del tamaulipeco Aureliano Montoya Peña, quien enviaba cocaína a Chicago.

Pero todo cambió en 2010, cuando Julio Hernández fue llamado por Eduardo Treviño, para darle una nueva tarea: debía ir a apoyar a Salvador Estrada, el responsable de los Zetas en Chicago. “Don Aldo” no sabía que Hernández ya estaba en tratos con la DEA.

“En marzo de 2010 me reuní en México con Treviño, quien me informó me mudara a Chicago, para supervisar varias operaciones de las actividades de lavado de dinero porque esa célula del cártel de los Zetas en Chicago estaba teniendo problemas y alrededor de esa misma fecha voluntariamente empecé a proporcionar información a las autoridades”, declaró Hernández.

Según refiere Julio Hernández, en una casa de Berwyn, Illinois, empaquetaron 4 millones de dólares en efectivo, una suma que en sus registros contables data del 22 de abril de 2010.

“Estrada me dijo que él distribuía entre 100 a 150 kilos de cocaína a la semana para dicho cartel”, dijo Hernández.

A partir de esa fecha, comenzaron los problemas para el grupo.

El 30 de abril, la DEA les aseguró el dinero en una casa de Chicago. Al mes siguiente, se les decomisaron 999 mil 310 dólares. “Don Aldo” y su gente no sabían que este golpe fue posible, gracias a que sus teléfonos ya estaban intervenidos.

En diciembre, la vigilancia a un hombre señalado por Hernández llevó a la incautación de 130 kilos de cocaína empaquetadas en ladrillos, en el interior de una Minivan, en Cicero, Illinois, propiedad de Montoya Peña.

La DEA cateó luego un domicilio en Berwyn donde aseguró 100 kilos de cocaína y 24 mil dólares en efectivo.

A partir de entonces, desaparecieron los registros de conversaciones telefónicas de Eduardo Treviño con sus personeros involucrados en el trasiego de dinero y droga. No volvió a escucharse de “Don Aldo” hasta el 31 de mayo de 2013, cuando la Marina lo detuvo en Nuevo Laredo y ahora está en proceso de ser extraditado.

Su última carta es tratar de demostrar que no es quien dicen que es y que en realidad se llama Esteban Rivas Mendoza, algo en lo que ha insistido en su litigio.

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