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La Ciudad de México nunca catalogó sus edificios para saber cuántos podrían colapsar en un terremoto

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Ciertos tipos de edificios son especialmente vulnerables a colapsar durante los terremotos, y la Ciudad de México, propensa a los sismos, está llena de ellos.

Las construcciones con los llamados marcos de concreto quebradizo son peligros bien conocidos. También se sabe que los edificios con una planta baja débil, a menudo con un apoyo de columnas angostas para acomodar estacionamientos, están más expuestos.

Cuántos de estos edificios existen en esta metrópoli de 573 millas cuadradas y hogar de casi nueve millones de personas, es una cifra difícil de saber. El gobierno jamás catalogó su propiedad inmobiliaria para identificar estructuras riesgosas.

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Ahora, tras el terremoto de magnitud 7.1 que mató a más de 360 personas en septiembre último, algunos expertos están instando a los funcionarios locales para que emprenda un estudio, de modo que los inquilinos puedan ser advertidos y se les pueda ordenar a los constructores que que realicen mejoramientos con soportes de acero o muros nuevos.

“Tenemos que avanzar muy rápido”, mientras que el tema está fresco en la mente de las personas, consideró Sergio Alcocer, un experto en terremotos del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Tal empresa es costosa y, desde hace tiempo, se considera políticamente difícil. Muchas ciudades se han resistido a pedidos similares.

Pero el sentimiento político puede cambiar. En 2015, Los Ángeles se convirtió en la ciudad más grande de California en aprobar una ley para identificar edificios y apartamentos de concreto vulnerables, con plantas bajas débiles, y se ordenó su reforzamiento.

Una vez que se notifica a los propietarios de los edificios, estos tienen siete años para arreglar los pisos débiles y 25 años para completar las modificaciones que estabilicen los marcos de concreto frágiles.

En una entrevista, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, animó a Ciudad de México a comenzar ahora. “Esperar hace perder vidas”, expresó.

Los Ángeles anticipó la oposición organizada de los propietarios de edificios y la superó mediante la realización de dos años de educación pública acerca de los riesgos de la inacción. Pero la Ciudad de México no ha tenido ese nivel de discurso, y se cree que los propietarios también se opondrán a las modificaciones obligatorias. Alcocer, que es miembro de una comisión de la alcaldía que tiene por objeto emprender esfuerzos de recuperación sísmica a largo plazo, considera como opción ofrecer incentivos económicos a los propietarios, como la exención de impuestos a la propiedad, o aliviar la carga financiera con préstamos o bonos. En California, los mejoramientos de edificios de departamentos más pequeños generalmente cuestan decenas de miles de dólares, mientras que los de construcciones más altas pueden superar el millón de dólares.

Alcocer estimó que el costo de las modificaciones en muchos casos sería del 15% al 20% del valor de reemplazar la construcción.

Un total de 42 edificios colapsaron y hasta 1,000 más resultaron dañados en el terremoto del 19 de septiembre, que se centró a unos 80 kilómetros al sureste de la Ciudad de México. Muchos de los que se derrumbaron estaban hechos de concreto quebradizo, incluido un edificio de oficinas de siete pisos, en la Avenida Álvaro Obregón del D.F., donde murieron 49 personas, la cifra más alta de fallecimientos en un mismo sitio.

Ese edificio era una estructura de “losa plana”, un diseño que carece de vigas horizontales, que son mucho más resistentes durante un sismo. La construcción de losa plana fue muy popular en la Ciudad de México en los años 1960 y 1970, destacó Alcocer. “Este sistema no es adecuado para un área sísmica con riesgo elevado”, afirmó.

En cambio, los edificios remodelados sobrevivieron muy bien el terremoto. “Tenemos la receta”, expresó Saif Hussain, un ingeniero estructural con sede en Los Ángeles que visitó la Ciudad de México en octubre con el Applied Technology Council, grupo que desarrolla estándares de mejoramientos antisísmicos reconocidos a nivel nacional. “Es solo cuestión de que la gente lo sepa y lo implemente, y de que haya voluntad política”.

Alcocer se reunió recientemente con el alcalde de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera, y sugirió que se haga un plan para revisar y eventualmente fortalecer ciertas clases de edificios conocidos como peligrosos, además de evaluar todas las escuelas, hospitales y mercados. “Está muy abierto a ello”, consideró Alcocer.

La oficina del alcalde no respondió a las solicitudes de entrevistas de este periódico.

Muchos residentes del D.F. afirmaron que les agradaría contar con nuevas medidas de seguridad, aunque dudan de que el gobierno tenga la voluntad política de llevar a cabo un censo de edificios, y mucho menos de ordenar costosas mejoras.

“Creo que el gobierno debería decirnos si el área es segura, si nuestro edificio podría estar en peligro si no se hacen las revisiones correctas”, expuso Claudia Centeno, una enfermera de 40 años a quien le aseguraron que el daño a sufrido por su departamento era solo cosmético “Voy a dejar este edificio tan pronto como se termine mi contrato de alquiler, pero las próximas personas que quieran vivir aquí pueden estar en riesgo sin saberlo si el gobierno no dice nada”.

Después del sismo, los inspectores de la ciudad se desplegaron para evaluar el daño. Pero no evaluaron la vulnerabilidad ante un próximo terremoto, según Elizabeth Cochran, sismóloga del Servicio Geológico de los Estados Unidos, quien recientemente visitó la Ciudad de México con el Instituto de Investigación de Ingeniería Sísmica como parte de una misión para aprender más del terremoto de septiembre.

Rosario Avendaño, una estudiante de marketing de 22 años, cuyo edificio de apartamentos en el vecindario de Del Valle se mantuvo en pie -aunque con grietas en algunos muros- quiere que el gobierno realice evaluaciones más exhaustivas.

“El gobierno sólo está cubriendo el sol con un dedo”, aseguró. ”Van a remodelar, van a pintar, van a cambiar vidrios rotos para que todo vuelva a verse bien, pero no están haciendo un estudio profundo de por qué tantas construcciones se dañaron en la ciudad. El gobierno debe decirnos la verdad sobre si nuestras casas son seguras o no”, resaltó.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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