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EU y México quieren frenar la inmigración desde América Central; ¿ayudarán las deportaciones masivas?

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Estados Unidos y México impulsaron una nueva iniciativa para frenar el flujo de inmigrantes desde América Central, incluso cuando el presidente Trump lleva a cabo cambios de política que, según los críticos, podrían estimular la inseguridad en la región y traer más personas hacia el norte.

En los últimos años, los centroamericanos superaron a los mexicanos en cantidad de ingresos sin autorización a los EE.UU. Más de 200,000 centroamericanos resultaron detenidos en la frontera en 2016.

La nueva iniciativa apunta a desalentar a las personas que quieren dejar Honduras, El Salvador y Guatemala, financiando proyectos durante los próximos seis meses para mejorar las economías y la situación de seguridad en esos países, reduciendo a la vez la corrupción.

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“Estamos asumiendo aquello que ambos países reconocemos como los impulsores de la migración masiva”, afirmó Mark Green, administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), quien anunció la colaboración el jueves pasado, después de reunirse con sus homólogos en Ciudad de México.

Los inmigrantes no quieren dejar atrás sus hogares y su familia, expuso Green. “Si podemos enfrentar esas causas en sus casas, entonces los niños lograrán una vida normal”.

Si bien Trump solicitó una reducción en el financiamiento para Centroamérica en su propuesta de presupuesto para el Congreso a principios de este año -parte de un recorte sugerido del 30% en todo el Departamento de Estado- la iniciativa es la continuación de una estrategia forjada por su predecesor.

El presidente Obama persuadió al Congreso para que apruebe más de $750 millones en inversión de desarrollo para América Central, después de que más de 68,000 niños que viajaban sin un adulto acompañante fueron detenidos en la frontera, en 2014. La mayoría de ellos provenía de los llamados países del Triángulo Norte: El Salvador, Guatemala y Honduras.

En junio pasado, el vicepresidente Mike Pence pareció comprometido con ese enfoque cuando se reunió con líderes de México y del Triángulo Norte para discutir formas de evitar que los ciudadanos migren a los Estados Unidos.

Aún así, los expertos afirmaron que esos esfuerzos podrían verse socavados por las otras acciones de Trump en la región.

En agosto, el mandatario puso fin a un programa de la era de Obama que otorgaba residencia legal temporal en los EE.UU. a niños centroamericanos que podían demostrar que estaban bajo amenaza de violencia. El programa había sido diseñado como una alternativa segura y legal para los chicos que, de otro modo, podrían haber intentado migrar solos. Sin él, los defensores de los inmigrantes temen que más menores se dirijan al norte con contrabandistas. También advierten que otras políticas relacionadas con la migración que el gobierno ha promulgado o está sopesando podrían desestabilizar la región al llevar a niveles mucho más altos de deportaciones de centroamericanos desde los EE.UU.

En septiembre, Trump anunció que pondría fin a la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), una iniciativa del mandato de Obama que protege de la deportación a 800,000 inmigrantes que fueron traídos a los Estados Unidos cuando eran niños.

Trump también está considerando si se renuevan o no las protecciones para los inmigrantes que viven en el país con Estatus de Protección Temporal, el cual fue otorgado a decenas de miles de migrantes luego de desastres naturales en Honduras, El Salvador y varias otras zonas.

El presidente ha pedido reiteradamente la deportación de miembros de la MS-13, una pandilla activa tanto en los Estados Unidos como en El Salvador. En un discurso este verano, el mandatario llamó a los miembros de este grupo “animales”, y prometió que “saldrán de aquí rápidamente”.

Las deportaciones masivas podrían ser muy perjudiciales en los países pequeños y pobres de América Central, expuso Eric Olson, experto en temas de esa región para el centro de estudios no partidista Wilson Center, en Washington. Fue la deportación en gran escala de pandilleros de MS-13 a El Salvador, a partir de la década de 1990, lo que ayudó a convertir al país en uno de los más violentos del mundo, consideró.

“La administración de Trump corre el riesgo de socavar sus propios objetivos políticos”, manifestó Olson. “Si al mismo tiempo hacen regresar a decenas o cientos de miles de individuos que realmente no se pueden integrar bien, ello puede crear más inestabilidad y, finalmente, más migración”.

La nueva colaboración entre los EE.UU. y México es un punto positivo en lo que ha sido un año polémico para estos aliados de toda la vida. Trump discutió públicamente con los líderes mexicanos sobre sus amenazas de retirar a los EE.UU. del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y su insistencia en que obligará a ese país a pagar por la construcción de un muro fronterizo.

Sobre estos temas, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha utilizado la cooperación de su país con los Estados Unidos en materia de inmigración y seguridad como moneda de cambio, y señaló que podrían dejar de ayudar en cualquier momento. Por supuesto, México también tiene un gran interés en reducir el número de migrantes que buscan cruzar su territorio para llegar a la frontera con los Estados Unidos, y lidia con un fuerte aumento en las solicitudes de asilo de centroamericanos, que se triplicaron entre 2012 y 2015.

Green consideró que sus conversaciones con los líderes mexicanos esta semana fueron optimistas y no estuvieron enfocadas en Trump. “Cada uno de ellos fue visionario y tuvo aspiraciones sobre todas las cosas que haremos juntos”, expuso. “Las colaboraciones comenzarán de inmediato”.

En El Salvador, las dos naciones trabajarán con el gobierno local para mejorar las prácticas comerciales, incluida la estandarización de los requisitos de documentación y la racionalización de los procedimientos fronterizos. En Honduras, médicos y expertos mexicanos en medicina forense trabajarán con los EE.UU. para capacitar a funcionarios locales encargados de hacer cumplir la ley en técnicas más eficaces y transparentes.

En Guatemala, los dos países ayudarán a buscar trabajo a los jóvenes con más probabilidades de emigrar, relataron las autoridades. También asistirán a Guatemala a mejorar su recaudación de impuestos para minimizar oportunidades de corrupción.

Para los expertos, es difícil determinar si esos programas realmente reducen la migración o no. Funcionarios estadounidenses sostienen que las iniciativas en curso para minimizar la violencia han dado sus frutos en El Salvador, donde las tasas de homicidios disminuyeron en muchas de las 33 ciudades donde los Estados Unidos están ayudando a combatir el crimen. En Honduras, el apoyo llevó a un aumento en los casos de anticorrupción, según altos funcionarios de USAID en la región.

La cantidad de niños que se presentaron en la frontera de los EE.UU. sin adultos acompañantes disminuyó desde los niveles más altos alcanzados hace varios años, y las detenciones fronterizas en general disminuyeron drásticamente después de las elecciones de Trump del año pasado. Pero en los últimos meses, los arrestos comenzaron a repuntar.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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