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¿Quién sigue? La ansiedad tiene en vilo a Hollywood

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Alguien corrió la cortina, y, oh, del otro lado está muy desordenado.

Hollywood siempre se deleitó en el escándalo. Los rumores, los susurros, las fotografías desafortunadas. Las disculpas y los regresos. Pero las recientes historias de abuso sexual se han convertido en un desfile de violaciones impúdicas y pasiones retorcidas, cuestiones de película actuadas en la vida real y con un aire poco glamoroso del escándalo, transgresiones interminables que incluso Ray Donovan, el errático personaje que soluciona todos los problemas de las celebridades en la serie de Showtime, no podría limpiar ni siquiera con su fuerza.

Las acusaciones de violación y abuso sexual en torno a Harvey Weinstein, Brett Ratner, James Toback y otros han hecho añicos la serenidad de la temporada de premios en una ciudad que se imagina a sí misma como atrevida y desenfrenada, pero prefiere el temperamento y el guión. La industria del entretenimiento ha caído en una catarsis multipolar de mujeres envalentonadas, hombres nerviosos, abogados amenazantes, negocios destruidos, carreras arruinadas y la incertidumbre que surge cuando las grietas corren como rayos por las fachadas.

“Creo que la industria ha cambiado para siempre”, afirmó Marcel Pariseau, publicista cuyos clientes incluyen a Scarlett Johansson y Olivia Munn, una de las seis mujeres que acusaron a Ratner de conducta sexual inapropiada en The Times la semana pasada. “Todas las mañanas nos despertamos y no sabemos qué ocurrirá. Casi da miedo mirar tu dispositivo para ver cuál es la nueva historia”.

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“Ya nadie irá a la suite de un productor o director”, agregó. “Todas las reuniones se realizarán con alguien más en la sala, para protección de ambas partes. Es un momento decisivo. Es la vigilancia”.

Las cuentas de Instagram se borran, las páginas de Facebook se editan; muchos consultan a publicistas e intentan recordar qué fue lo que pasó, dónde y con quién, en esa noche borrosa hace años. El circuito de cócteles está nervioso; los rumores de los Oscar son un poco apáticos. Las agencias de talento abandonan clientes y revisan sus propias casas. Los estudios también podan relaciones y despiden ejecutivos horas después de que una acusación sale a la luz.

En cada reunión de lanzamiento o desarrollo, “la gente quiere hablar al respecto”, relató una guionista de televisión que prefirió permanecer en el anonimato. “Es como si todos necesitaran un poco de terapia. Es preocupante para las personas porque los casos tienen conexión directa con ellos, o es como si hubieran visto un accidente automovilístico, tienen la atención pegada a ello. Ahora esto lidera todas las reuniones de la misma forma en que antes las cuestiones vinculadas con Trump solían hacerlo”.

Este es el nuevo Hollywood. Inquieto, inseguro; tiene ánimo de justicia, intenta cubrirse y se pregunta cómo dejar atrás su larga trayectoria de discriminación y acoso sexual y acercarse hacia el tipo de mundo ilustrado que tan a menudo supone en su arte.

“Todos conversamos sobre si estamos protegiendo o no a las personas en nuestra industria de aquellos que cometen delitos violentos contra ellos”, afirmó el comediante y productor Judd Apatow. “Personalmente, no me sentiría cómodo ocupándome de intentar mantener a los violadores y las personas que agreden sexualmente en la calle. Todos decidimos cómo queremos ganar dinero. Todos decidimos qué es ético. Soy muy consciente de que todos los delincuentes merecen una representación judicial, pero al mismo tiempo, a veces ponemos en peligro a otras personas”.

Es difícil arreglar las cosas cuando incluso nombres prácticamente sagrados aparecen en los titulares: Dustin Hoffman se disculpó después de haber sido acusado por acosar sexualmente a una pasante de 17 años de edad, en 1985. Kevin Spacey aseguró que está en busca de “evaluación y tratamiento” después de denuncias por agresión y acoso sexual.

Las consecuencias contra los acusados han sido veloces: Netflix canceló “House of Cards”, de Spacey, y Warner Brothers cortó los lazos con Ratner, quien rechazó las denuncias en su contra por acoso sexual y mala conducta que realizaron varias mujeres.

“Cuando se conoció la cuestión de Dustin Hoffman pensé: ‘Dios mío, ahora va a haber una colección de grandes películas que ya no podré ver debido al ‘factor asco’. El asco es real’”, consideró la guionista de TV.

El público y la crítica ya han comenzado a reevaluar las películas de Weinstein, muchas de las cuales fueron nominadas y ganaron premios Oscar, como “Shakespeare in Love”, cuya estrella, Gwyneth Paltrow, contó que el productor la agredió en una suite de hotel cuando tenía 22 años.

Muchas mujeres están a la vez horrorizadas y aliviadas; varias actrices creen que las acusaciones están obligando a la industria a controlarse y darse cuenta de los peligros de un muy arraigado “club de chicos”. Para terminar con esta cultura, “Invoco a las hermanas feroces y más poderosas en nuestra industria, que traigan a nuestro círculo a aquellas mujeres que se han animado a hablar”, tuiteó Ellen Barkin.

Las fisuras que sacuden la ciudad “han tardado en llegar”, afirmó Jordana Oberman, actriz y productora. “La industria ha sido cómplice de este tipo de comportamiento y lo atribuyó a Hollywood. Muchos de nosotros esperamos que este sea un momento decisivo, pero sólo el tiempo dirá. Mi esperanza es que haya un examen más amplio acerca de la complicidad, y que la gente ya no se calle “.

El puño en alto de Rose McGowan, quien asegura haber sido violada por Weinstein, y las preocupaciones de Woody Allen, que advirtió contra una “caza de brujas”, son los extremos opuestos de esta inquietante amplitud. Los escándalos afectan al núcleo del poder de esta ciudad -quién lo tiene, cómo lo ejercen- y siguen años de quejas por racismo y discriminación que culminaron en la campaña #OscarsSoWhite y luego, muchos creen, jugaron un rol en la entrega de este año del galardón a la Mejor Película a “Moonlight”, una historia homosexual, con un director y elenco negros.

Pero la palmada en la espalda duró sólo unos meses. Después de todo, esto es Hollywood en la época del presidente Trump, un presentador de reality show que cristalizó el matrimonio entre celebridades y políticos, y un candidato que admitió haber tocado a mujeres y aterrizó de todas maneras en la Casa Blanca. La industria del entretenimiento criticó duramente a Trump, pero las acusaciones contra Weinstein, Ratner y otros sugieren un largo patrón de abuso perpetrado por hombres que se consideraban artistas y liberales.

“Cuando comencé en este negocio, en mis 20 años, había una sensación generalizada de que los varones ricos y poderosos en cualquier negocio podían hacer lo que querían, y así era”, expresó la productora Christine Vachon (cuyos créditos incluyen “Carol”, “Still Alice” y “Boys Don’t Cry”) recientemente a The Times: “Era un hecho en nuestras vidas”.

El ascenso de Trump y la cascada de acusaciones de Hollywood han reorientado el movimiento feminista en un momento en que las mujeres sienten cada vez más que sus derechos están en peligro. Las cientos de ellas que han hablado en la industria del entretenimiento abarcan desde actrices de primer nivel a asistentes administrativas. Sus acusaciones alimentaron y provocaron pedidos más amplios de acciones contra el abuso en todo el país. Las redes sociales -desde #MeToo en Twitter hasta infinitas páginas de Facebook- se convirtieron en ocupaciones constantes en la ciudad, pregoneras de la ciudad moderna que no sólo alertan a las mujeres sobre las transgresiones más recientes, sino que también proporcionan un replanteo del comportamiento previamente tolerado.

“Ya sea en conversaciones que he tenido con escritores, o simplemente en el ambiente general, hay un respeto y una admiración genuinos por las mujeres que se han manifestado en contra de esto”, aseveró John Eisendrath, guionista de televisión y productor ejecutivo de “The Blacklist”. “Como todos los hombres, y estoy seguro de que no soy la excepción, he pensado en los 30 años que he trabajado en este negocio. ¿Lo he visto? ¿Estuve expuesto a eso? ¿Lo ignoré? ¿No hice lo suficiente en ciertas situaciones?”

Para Alec Baldwin, la cultura de la ciudad ha cambiado y puede haber reacciones violentas y recriminaciones.

“Al menos durante un tiempo considerable en el futuro, casi nunca volvemos a ver una audición sin acompañante. Nunca”, afirmó. “Todos querrán tener a alguien en la habitación con ellos para asegurarse de que no ocurra nada cuestionable”.

El actor agregó: “Mi agente se puso en contacto conmigo y me dijo que le preocupa que las personas que guarden silencio vayan a perder su trabajo como resultado de esto. Porque pueden encontrar una fotografía tuya con [alguien que ha] sido acusado de algo inconveniente… Sólo espero que la gente proceda con mucho cuidado ante este tema”.

El espíritu del día a día “es que hay una conciencia de la forma en que debe tratarse a las personas, y que ahora eso es parte de la conciencia de todos”, afirmó Eisendrath. “Ese es el título principal”.

Las acusaciones sexuales también originaron un debate sobre cuestiones legales y ecuaciones morales acerca de quién debe proteger a quién en medio de las investigaciones criminales, demandas civiles y los acuerdos negociados. Todo esto durante años fue parte de la compleja maquinaria que ha amenazado, derribado y salvado carreras en un crisol donde la arrogancia es una forma de arte y la imagen es primordial.

Nathanael West, F. Scott Fitzgerald y Raymond Chandler estaban intrigados, encantados y, a menudo, se sentían poco románticos sobre esta ciudad, sus egos e inseguridades, sus luchadores y conspiradores.

Ellos conocían el escándalo y veían a Los Ángeles y Hollywood como vecindarios, y a las vidas privadas comunicadas unas con otras, extendiéndose a través de cañones hacia el océano, una y otra vez, como el destello y el temblor de un sueño. Pero al acecho debajo, en algún lugar profundo de la tierra, una falla se desliza en un quiebre que espera por levantarse. Nadie sabe dónde o cuándo el sismo ocurrirá.

“Es un momento difícil de atravesar”, expresó Amanda Lenker Doyle, directora de casting. “Es horrible escuchar y hablar de ello todos los días. Realmente espero que esto cambie la industria a partir de ahora”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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