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Los retos de los adolescentes latinos y las enfermedades mentales

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El año pasado, un adolescente de Boyle Heights estuvo internado siete días en una institución de salud mental, luego de que algunos de sus amigos ―preocupados por su seguridad― informaran a los consejeros escolares que este joven había estado considerando suicidarse.

Hoy, al recordar lo sucedido, el estudiante de 16 años, que actualmente cursa el 11.º grado en la Escuela Preparatoria Magnet de Ciencias Médicas Francisco Bravo, señala que al principio le sorprendió que sus amigos tomaran en serio su amenaza. En la actualidad este joven, de nombre Brandon, continúa teniendo problemas con la depresión y la ansiedad en su vida cotidiana.

Temas relacionados a la pobreza, obstáculos para acceder a los servicios..., pueden contribuir a la actitud y a la manera sobre cómo una persona enfrenta su propio cuidado”.

— Geny Zapata, director de ciencias conductuales del Programa de Residencia en Medicina Familiar del White Memorial Medical Center.

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Brandon indica que sus problemas de ansiedad comenzaron dos años antes de la internación en la institución de salud mental debido al estrés y los problemas relacionados con los estudios.

Las dificultades a las que se enfrenta Brandon no son atípicas entre los adolescentes. En el año 2015, el Instituto Nacional de Salud Mental informó que alrededor de 3 millones de adolescentes entre 12 y 17 años en Estados Unidos habían experimentado al menos uno episodio de depresión grave durante el año pasado.

Un nuevo informe del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD, por sus siglas en inglés) indica que las conductas suicidas están en aumento, tanto entre los estudiantes de la secundaria básica como de la preparatoria. Por primera vez luego de seis años de informes, la cantidad de incidentes entre los estudiantes de la secundaria básica superó a los hechos sucedidos entre los estudiantes de la preparatoria.

Para algunos estudiantes hispanos de Boyle Heights, los factores como bajos ingresos familiares, obstáculos lingüísticos, falta de información sobre los recursos disponibles y el estigma social pueden impedir que los estudiantes obtengan el apoyo de salud mental que necesitan, según los expertos.

Aumento en las conductas suicidas

LAUSD recibió 5,624 denuncias sobre incidentes asociados con conductas suicidas durante el año pasado, de los cuales, la mayoría provenía de estudiantes de la escuela secundaria básica. Esto refleja un aumento respecto de los 255 informes sobre conductas suicidas realizado en 2010, cuando LAUSD comenzó a llevar a cabo el Informe sobre el Sistema de Seguimiento para Controlar la Responsabilidad sobre los Incidentes (iSTAR, por sus siglas en inglés). Entre los síntomas de conductas suicidas se incluye, hablar sobre el deseo de la autoeliminación, experimentar ansiedad y cambios bruscos y extremos de humor o aumento en el consumo de drogas, según el Instituto Nacional de Salud Mental.

Lorena Valencia, trabajadora social y coordinadora de la región este de LAUSD, considera que el aumento se debe al mejor sistema de denuncias, gracias a que los estudiantes y los adultos hoy están mejor informados. “No se trata de un fenómeno nuevo”, dice. “Tenemos más evaluaciones porque estamos haciendo las preguntas correctas”.

A veces me siento atrapado por la depresión o me siento adormecido y tengo miedo de dejar que eso se vuelva lo normal. Porque sé que no debería ser normal”.

— Reyes, estudiante.

Diego Rodrigues, director de los servicios para jóvenes y familias de Alma Family Services, considera que puede haber “una mayor incidencia de depresión o trastornos de ansiedad” en comunidades de bajos ingresos como Boyle Heights “debido a la falta de recursos en nuestra comunidad [y] la falta de información y acceso a servicios de atención y prevención”.

Algunos hispanos no reciben la ayuda que necesitan. Al comparar los índices de tratamiento, solo el 36 por ciento de los hispanos recibió atención para la depresión en comparación con el 60 por ciento de los caucásicos, según la Asociación de Psicología de EE. UU.

Los expertos afirman que esto puede deberse a varios factores. “Temas relacionados a la pobreza, obstáculos para acceder a los servicios, todas estas cosas pueden contribuir a la actitud y a la manera sobre cómo una persona enfrenta su propio cuidado”, señala Geny Zapata, director de ciencias conductuales del Programa de Residencia en Medicina Familiar del White Memorial Medical Center.

Si bien sus padres estaban contentos de que recibiera ayuda, Reyes señala que no entendían del todo sus problemas. En el pasado, dice Reyes, sus padres le habían dicho que “intentara solucionarlo por sí mismo”.

“Las dificultades que tengo no se pueden solucionar así”, dice Reyes. “A veces me siento atrapado por la depresión o me siento adormecido y tengo miedo de dejar que eso se vuelva lo normal. Porque sé que no debería ser normal”.

Causas múltiples

Rodrigues señala que la ansiedad y la depresión, el desánimo sobre el futuro y la falta de apoyo son algunas de las causas de los intentos suicidas entre los jóvenes.

Según los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), entre los estudiantes hispanos que cursan entre el 9.º y el 12.º grado, casi el 19 por ciento consideró seriamente suicidarse, y cerca del 16 por ciento hizo un plan. Aproximadamente el 11 por ciento intentó de hecho suicidarse y alrededor del 4 por ciento cometió un intento de suicidio que requirió de asistencia médica. Muy pocos casos tuvieron un desenlace fatal. Todos los índices de los jóvenes hispanos fueron sistemáticamente más altos que los de los estudiantes caucásicos y afrodescendientes, aunque los caucásicos de todas las edades son el grupo con el índice de muertes más alto por suicidio.

“Es posible que en nuestra comunidad a veces nos resulta más difícil hablar de nuestros problemas de salud mental, especialmente en el caso de las jóvenes latinas, no es habitual que estén dispuestas a hablar de sus problemas mentales, por ejemplo, con sus padres”, señala Rodrigues.

Las adolescentes latinas son las que registran el índice más alto de intentos de suicidio entre las adolescentes de todo el país, ya que el 15,1 por ciento de las adolescentes latinas en Estados Unidos intentó suicidarse una o más veces en el 2015, y 26 por ciento lo consideró, según el CDC.

Valencia, coordinadora de la región este de LAUSD, afirma que, si bien las enfermedades mentales son un tema complejo, lo fundamental es conectarse con los jóvenes para evitar las conductas suicidas. “La principal manera de evitar el suicidio es crear una cultura donde los jóvenes hablen con alguien y se sientan conectados”, afirma. “Si un joven se siente conectado al menos con un adulto, eso va a ayudar tanto su experiencia académica como su bienestar general”.

Existen varios centros en Boyle Heights que ofrecen ayuda para adolescentes y adultos que tienen dificultades con su salud mental, entre ellos, Alma Family Services, White Memorial Hospital y ENKI Health & Research Systems.

Algunos proveedores que se han integrado a las comunidades donde prestan servicios han observado una mejora en los índices de la cantidad de personas que piden ayuda, como es el caso de Integrated School Help Center (ISHC, por sus siglas en inglés). El centro ISHC se ubica dentro de la Escuela Preparatoria Theodore Roosevelt y está abierto a todos los estudiantes. Hay ayuda disponible para las familias en el Wellness Center del histórico hospital general de Boyle Heights.

Los expertos concuerdan que la salud mental debe percibirse en términos semejantes a la salud física. “Si pensamos en las enfermedades mentales de la misma manera que pensamos en la diabetes, admitimos que necesitamos obtener ayuda”, dice Valencia.

En la actualidad, Brandon trabaja con un terapeuta en el centro ENKI y recibe medicamentos para tratar su depresión y ansiedad. Sabe que haber dado el paso y pedido ayuda ya lo sitúa en camino a la recuperación.

“Hay que dar pequeños pasos”, señala. “Hay que aprender nuevas maneras de ayudarse a uno mismo, incluso cuando tu terapeuta no esté contigo”.

El Pulso de Boyle Heights identificó al estudiante Brandon solo con su nombre de pila ya que se trata de un caso muy delicado.

Nota publicada en el Pulso de Boyle Heights

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