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Temen que los crímenes de odio se disparen con la llegada de Trump al poder

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El triunfo de Donald Trump en las elecciones pasadas fue triste para Blanca Pérez, en lo primero que pensó fue en las deportaciones que el entonces candidato tanto insistió en la campaña; sin embargo, el día después al salir a vender paletas y golosinas se enfrentó con otra cruda realidad.

“No más paletas, este Trump va a sacar a todos”, le recriminó en la cara un seguidor latino republicano, mientras la comerciante recorría las calles con sus productos. “Estaría cotorreando, no sé, pero me lo dijo. Luego quería que le vendiera algo y no le vendí, me fui”.

Este caso no es aislado, porque luego de los comicios se elevaron los crímenes de odio en el país. De hecho, entre el 9 de noviembre y el 12 de diciembre, la organización Southern Poverty Law Center (SPLC), con sede en Alabama, recibió más de 1,000 reportes de hostigamiento e intimidación.

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En el Condado de Los Ángeles viven alrededor de 3 millones de inmigrantes, de ellos alrededor de 500,000 personas están en peligro de ser deportados, en caso de que Trump implemente el plan que enarboló en la contienda presidencial, población que es más vulnerable a los ataques de odio.

“Nadie merece sentirse asustado en su vecindario”, manifestó a HOY la supervisora Hilda Solís, destacando que en su distrito y en todo el condado se han incrementado los hostigamientos de odio, razón por la que abanderó una moción aprobada por el condado que ataca este crimen.

Con esta moción, aprobada en noviembre, animan a la comunidad a reportar estos delitos; asimismo, Solís pidió que el departamento del Sheriff actúe con rapidez y que el estatus migratorio de las víctimas o testigos no sea cuestionado por las autoridades.

“No podemos predecir lo que podría suceder, pero sabemos que el condado necesita estar preparado para proteger a nuestras comunidades inmigrantes”, valoró la funcionaria, exhortando a reportar estos crímenes “para que podamos estar unidos y protegernos unos a otros”.

En el Condado de L.A., en el 2015 se reportó un aumento del 24% en los crímenes de odio en comparación a los actos de vandalismo, asalto agravado e intimidación ocurridos en el 2014. De los 483 delitos reportados, la mitad fueron por motivación racial.

El reporte del 2016 todavía no se ha completado, pero ya se tienen diferentes casos archivados.

En la ciudad de Azusa, según Robin Toma, director ejecutivo de la Comisión de Relaciones Humanas del condado, una mujer empujaba su cochecito de bebé en la acera, cuando fue abordada por un hombre en una camioneta y le dijo: “Los mexicanos infestan este país”.

“Fuera de este país”, demandó el individuo junto a una serie de improperios, antes de concluir: “Tienes suerte, si tuviera mi arma habría sido peor para ti”.

¿Cuál es el riesgo de que los crímenes de odio aumenten? Se le preguntó al funcionario.

“El riesgo es real”, contestó de forma tajante, aunque por medio de las iniciativas que están desarrollando, en la denominada “Red Contra el Crimen de Odio”, buscan desalentar a quienes tienen esas intenciones.

“Denuncien cualquier acto de odio que hayan experimentado, incluso si no están seguros de que sea un crimen de odio”, subrayó Toma, advirtiendo que se puede acudir a la policía local, al departamento del Sheriff y también en el portal de internet de SPLC.

Heridas salpicadas por el odio

La contienda presidencial estuvo marcada por mensajes racistas, algo que, según Luis Alvarado, estratega político republicano, ha provocado este ambiente hostil, pero a la hora de identificar las causas de la dinámica postelectoral pone en la misma balanza a los dos partidos mayoritarios.

Cuando quedan pocos días para que Trump asuma el poder, el experto observa que muchos líderes políticos y seguidores, tanto del presidente electo como de Hillary Clinton, se mantienen en sus trincheras como si todavía existiera una lucha por los votos, en vez de cerrar filas por el país.

“No hay que fijarse solo en los republicanos, también en los demócratas, los dos bandos no tienen interés en buscar la unidad como nación”, cuestionó Alvarado. “Se sigue escuchando un mensaje con metalidad de campaña, los tambores de guerra siguen sonando”.

Los ataques aparecieron desde el mismo día que el magnate se lanzó al ruedo. Desde junio de 2015 hasta su primera conferencia de prensa como presidente electo, ofrecida esta semana, ha sido la retórica repetitiva.

En los mítines con sus seguidores o en su cuenta de Twitter, el neoyorquino se ha burlado y agredido a los inmigrantes, musulmanes, mujeres y afroamericanos, entre otros grupos.

“¿Tu sabes quien me ama?”, interrogó Trump a su interlocutor, en una entrevista que conducía Don Lemon en la cadena CNN. “El Tea Party”, contestó él mismo con orgullo, haciendo referencia al grupo extremista conservador.

Ahora que ya no será un ciudadano más, sino que se convertirá en el líder del país más poderoso del mundo, tendrá el reto de sobrellevar en su administración lo que su discurso ha creado como una bola de nieve.

Heidi Beirich, autora de varios capítulos del libro “Neo-Confederación: Una Introducción Crítica” y directora del Proyecto Inteligencia de SPLC, lamentó que el multimillonario abriera heridas del pasado, las cuales han generado mayor confrontación y división.

“Es una tragedia que Donald Trump haya decidido inyectar un insulto racista en la campaña presidencial. Hemos luchado mucho y duro en este país para poner fin al racismo”, señaló a HOY la doctora en Ciencias Políticas.

Hoy que el odio se encuentra a flor de piel, Beirich sostiene que tomará mucho tiempo limpiarlo, al considerar que este sentimiento “es lo peor de nuestra historia y no debe ser una herramienta [política] en el mundo moderno”.

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