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Ramona Gardens, primer complejo de vivienda pública en LA con su propio mercado certificado

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Por más de 20 años, un mercado al aire libre operó sin permisos en los terrenos de Ramona Gardens, uno de los más antiguos complejos de vivienda pública de Los Ángeles. Tras años de recibir multas o de ser clausurados por la policía, sus vendedores decidieron cerrarlo en enero para iniciar el proceso de obtener permisos. Cuando el mercadillo reabra este sábado, Ramona Gardens tendrá el primer mercado certificado dentro un complejo de vivienda pública en toda la ciudad.

“Uno se siente más tranquilo”, dice José Pérez, que vende tacos y quesadillas. “Vendemos más a gusto ahora, porque ya no tenemos que preocuparnos porque cualquier día nos van a sacar”.

El mercado tuvo sus inicios cuando algunos vendedores comenzaron a colocar artículos usados para la venta sobre cobijas, obligando a los clientes a agacharse para examinar la mercancía. De ahí que los residentes comenzaran a llamarle “el agachón”.

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Eventualmente los residentes acudieron al mercado para artículos de primera necesidad, vestimenta y sobre todo frutas y vegetales frescos y comida preparada –algo difícil de conseguir en una comunidad aislada que ha sido catalogada históricamente como un “desierto alimenticio”.

El mercado también se convirtió en una importante fuente de ingresos para residentes de bajos recursos.

Pero el mercado generó quejas sobre el aumento en tráfico y venta ilegal. “La policía nos quitaba seguido,” dice Socorro Vázquez, residente de Ramona Gardens y una de las primeras vendedoras del mercado.

Cerca del 2010, Vásquez y otros buscaron la ayuda de LA Voice, una organización de múltiples religiones que durante años reunió a oficiales de la policía y de la Autoridad de Vivienda para llegar a un acuerdo.

Implementado finalmente este año, el acuerdo requirió que los vendedores obtuvieran permisos y fueran certificados por el Departamento de Salud del condado. Otra organización sin fines de lucro, Hunger Project LA, entrenó a los que preparan comida. Una beca de $25,000 del California FreshWorks Fund costeó las licencias y las casetas a prueba de incendios.

El Reverendo Zach Hoover, director ejecutivo de LA Voice, dice que el mercado demuestra cómo una comunidad pobre puede organizarse para cumplir sus metas. “Es algo nuevo y diferente que será bueno para todos e inspirará la confianza entre todos”, dice.

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