Anuncio

Al perder la vista estuvo a punto de suicidarse, pero encontró un oficio que le devolvió la vida

Share

Inundado en un mar de sentimientos negativos por haber perdido la vista, una mañana Alejandro Jiménez decidió aventarse desde un segundo piso, en el sur de Los Ángeles., para terminar con su vida.

El miedo a su futuro incierto, el no poder desempeñarse como albañil para ayudar monetariamente a su madre y el no volver a ver los colores de la naturaleza lo empujaron al borde del suicidio, comparte el inmigrante de Pachuca, Hidalgo.

Lo que él no sabía es que sus manos guardaban la habilidad de crear artesanías que lo harían ver “la verdadera belleza de la vida”, dice el mexicano de ahora 38 años de edad.

Anuncio

Yo había venido a Estados Unidos en 1995 con el propósito de prosperar como todos los inmigrantes en este país, pero sin este sentido, ya no había nada por hacer”.

— Alejandro Jiménez, inmigrante.

“Yo había venido a Estados Unidos en 1995 con el propósito de prosperar como todos los inmigrantes en este país, pero sin este sentido, ya no había nada por hacer”.

Eso fue lo que Jiménez creyó en el 2012 tras cumplir un año de haber perdido la vista debido a un tumor en el cerebro que no había tenido tratamiento.

“Un julio del 2011 empecé a tener dolores de cabeza, para octubre del mismo año, ya no veía nada...”, asegura.

El tumor, aunque benigno, había dañado su nervio óptico.

Durante ese año y parte del siguiente, el inmigrante quien había trabajado en la costura y en la albañilería, se refugió en el hogar de su madre para no salir más que al hospital y recibir los tratamientos para su enfermedad.

“Vivía con miedo y depresión…Pero en medio de todo esto, cada que mi mamá me llevaba al hospital, una señora con el nombre de Alicia se acercaba y me decía que me enseñaba a hacer artesanías con las manos…Y como yo nunca estaba de humor, hasta le pedía a mi mamá que me escondiera para que la señora no me viera”, dice ahora el artesano.

Ese día que Jiménez quiso suicidarse, este se detuvo por un momento pensando en que existía la posibilidad de que no iba a morir y podría quedar lisiado, por lo que decidió esperar otra oportunidad en otro lugar más alto.

Unos días después, este accedió a que la señora Alicia le enseñara a elaborar un platito de papel.

Un mes después, las manos del invidente ya estaban haciendo creaciones que nunca había imaginado. Entonces se dio a la tarea de buscar a Alicia para darle las gracias, pero la señora había cerrado su tiendita de ropa en la calle 41 y Figueroa, en Los Ángeles.

Hasta la fecha, Jiménez sigue en busca de la señora para demostrarle su agradecimiento, ya que a finales del 2012, el invidente empezó a crear floreros, fruteros, animales, cruces, carretas y hasta figuras de la virgen de Guadalupe.

“Todo lo que necesito como material es cualquier papel, pegamento y pintura. Un frutero por ejemplo, me toma siete horas sin descansar”, señala Jiménez, quien ahora hace de este don el trabajo que le permite sostenerse.

Cuando la gente le pregunta a este mexicano cómo es que puede elaborar este tipo de arte, este responde: “Dios puede quitarte algo, pero eso no quiere decir que te abandona”.

Jiménez admite que perder la vista puede sumir a una persona en un abismo de depresión. No obstante, él empezó a ver la vida con “los ojos del corazón”.

“Es bueno tener ambiciones, pero a veces nos enfocamos en las cosas vanas como un auto o una casa. Entonces perdemos contacto con la familia por estar trabajando y cada vez buscamos cosas que en realidad son materiales para luego terminar tristes porque no tenemos a nadie alrededor”, sostiene.

“Yo ahora aprecio cada día. Doy las gracias por mi familia, por un techo y un plato de comida. Deprimirse no cuesta mucho, hay que rodearnos de gente positiva y acércanos a Dios, quien nunca nos desampara”, dice el inmigrante.

Anuncio