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Jura que la Virgen de Guadalupe lo apartó de las drogas

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Estaba en una iglesia e imploraba un cambio en su vida, cuando Rolando Portillo vio un rayo de luz resplandeciente desprenderse del altar principal, y viajar hacia su persona para pegarle en el pecho.

En ese momento, relata Portillo, sintió la mano de un ser divino que estremeció no solo su corazón, sino su alma para decirle que todo iba a estar bien.

Para los que no creen, el testimonio de este hombre, ahora 56 años de edad, pudo haber sido su imaginación. Sin embargo, para este padre de familia, fue un milagro de parte de parte de Jesús y la Virgen de Guadalupe, en un momento de su vida donde se sentía perdido y solitario.

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“Como joven adulto tienes altas y bajas. Yo empecé a juntarme con malas amistades al salir de la preparatoria, y mi vida tomó un rumbo muy oscuro”, dice el residente del Este de Los Ángeles.

“Comencé a consumir alcohol, después fueron las drogas y me alejé de mi familia… hice muchas cosas negativas de las que me avergüenza hablar, pero lo que puedo decir es que no respetaba a la gente ni a mis seres queridos”, asevera Portillo.

Al pasar los años, el joven empezó a tener problemas en sus empleos al punto de perderlos, quedarse sin hogar, sin amistades y sin familia a quien recurrir.

Pero no todo estaba perdido, dice Portillo. De pequeño sus padres le habían inculcado la religión católica y “esa fe que mueve montañas”.

“Fui a la iglesia porque vi que estaba a punto de morir. Mis padres me habían dado la espalda y no tenía a dónde más acudir… entonces ocurrió el milagro. Esto fue hace 25 años”, dice Portillo.

En esa ocasión, “un conserje de la iglesia, de nombre Fabián, me vio llorar en el patio, me llevó adentro, colocó su manos en mi cabeza y empezó a orar en voz alta… entonces fue cuando vi la luz y sentí cómo me pegó”, afirma el creyente.

“Ya no me sentí solo, estaba fuerte para dejar las drogas y busqué a mi familia para pedirle perdón”, dice.

Hoy en día, Portillo lleva más de 20 años involucrado en la religión católica. En el 2004, empezó la tradición de preparar alimento para las personas que participan en las procesiones a la Virgen de Guadalupe en L.A.

Asimismo, todos los 12 de diciembres, día en que se festeja a la Morenita, Portillo también ayuda en la preparación de la comida de su iglesia local Nuestra Señora de la Soledad, en Los Ángeles.

Este pasado 3 de diciembre, el feligrés recibió inclusive un certificado de agradecimiento de parte de la Arquidiócesis de Los Ángeles como Guadalupano, por su contribución a los almuerzos gratis que ofrece gracias a recaudaciones durante el año.

A pesar de la “oscuridad” que Portillo dice haber vivido, dice que no cambiaría su pasado.

“Creo que me tocaron esas experiencias para saber lo que se siente estar en ese mundo, y para poder ser más sensible con otros… No le puedo dar el crédito de mi cambio a nadie más que a Dios y a la virgen”, dice Portillo, padre de tres hijos.

El Guadalupano se dirige a la comunidad y les pide que confíe en Dios hasta en los momentos más oscuros de su vida.

“Entrégate a Dios porque Él te va a guiar… yo soy la prueba de que él existe y de que la virgen aboga por cada uno de nosotros”, concluye Portillo.

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