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¿Democracia o dictadura? Sentimientos mixtos entre inmigrantes colombianos por acuerdo de paz

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Muchos colombianos en Estados Unidos dicen estar de fiesta por el acuerdo de paz entre el presidente Juan Manuel Santos y el jefe máximo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño.

Sin embargo, las dos firmas sobre papel y un apretón de manos que le pone punto final a 52 años de confrontación armada, también abre heridas de recuerdos y pone a otros a dudar la hazaña de estos dos líderes sobre el futuro de su país.

“Para nosotros, los colombianos, ver a estas dos personas clave estrechar manos es el fin de muchas muertes y el descanso eterno de nuestros seres queridos, pero después de tantos años, uno ya no cree muchas cosas”, dice Sebastián Martínez, quien reside en Nueva York.

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“Esperamos que la palabra de estos dos personajes se sostenga, y que los colombianos también apoyen el acuerdo”, dice Martínez entre lagrimas ya que perdió dos familiares durante los conflictos.

“Yo ya no hablo del tema… Me vine a Estados Unidos desde joven para trabajar y olvidar la muerte, el trauma, la pobreza y todo lo que un inmigrante vive en su país. Pensé que iba a morir sin ver un acuerdo”, agrega el señor de 68 años de edad.

Alrededor de ocho millones de colombianos resultaron víctimas del conflicto, entre los efectos lamentables del conflicto se cuentan cerca de 260 mil muertos, otros 45 mil desaparecidos y alrededor de 6.9 millones de desplazados, según cifras presidenciales.

“No más muertos, ni jóvenes mutilados por una guerra absurda”, dijo Santos en su discurso. “Escogerán entre el sufrimiento del pasado…y las oportunidades que trae la paz”, agregó.

Para que el acuerdo de paz entre en vigor, este debe primero ratificarse ante los colombianos en las urnas este 2 de septiembre.

Para Valentina García, residente de Los Ángeles, las firmas de paz dejaría un descontento si este acuerdo no se llegara a cumplir.

“Recuerdo poco de Colombia porque mis padres se vinieron desde jóvenes y yo crecí aquí y no he regresado, pero escucho a mis papás hablar de lo que sus familiares o amistades vivieron y es triste”, dice García de 26 años de edad.

“Estoy contenta porque esto lo ha esperado mucha gente durante mucho tiempo y finalmente se ve el primer paso. Ahora, el gobierno y la guerrilla deben poner de su parte, respetar su palabra... y eso no sabemos si va a ocurrir, pero esperamos que sí”, agrega la joven.

Por su parte, Rosario Hernández, dueña del popular restaurante Sabor Colombiano, en Los Ángeles, señala que el acto fue una farsa.

“La verdad mi corazón está quebrantado porque esto no fue un acuerdo de paz sino un protagonismo del presidente para querer ganar el premio nobel. Yo perdono lo que las guerrillas han hecho, pero estos no son sino narcotraficantes y delincuentes, una guerrilla luchar por su país”, sostiene Hernández.

En opinión de Hernández, con esta firma, Colombia le seguirá los pasos a Venezuela y Cuba.

“Es mejor una mala democracia que una buena dictadura, la gente puede decir que esto no va a pasar, pero se ve venir porque el acto es una mentira”, agrega la inmigrante.

Aunque el acuerdo es bienvenido, otros colombianos quieren ver un acuerdo similar entre el gobierno actual y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que se encuentra en pie desde 1964.

La guerrilla guevarista y el gobierno anunciaron hace seis meses su intención de dialogar como se hizo con FARC.

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