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Caricaturista colombiana lanzó su carrera después de encontrarse con el creador de Snoopy

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Mafalda y Snoopy sirvieron de inspiración a Martha Montoya, ahora esta caricaturista observa como los personajes surgidos de su imaginación cobran animación y están por dar el salto a la televisión, en donde compartirán la herencia latina con el mercado estadounidense.

“Ni yo me lo creo”, afirmó a HOY esta inmigrante oriunda de Bogotá, Colombia al explicar que Pigoleto, Kolito, Mima, Picadito y Pikito, están listos para salir en Univisión en tres especiales de 22 minutos cada uno, programados para los últimos cuatro meses del año.

Montoya realizó los primeros trazos en Medellín, ciudad donde se crió. Con apenas nueve años de edad hizo sus primeros dibujos, los que regalaba a sus compañeros. Esa era la forma de interactuar con sus amigos imaginarios, a quienes les contaba lo que sufría.

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Entre los 6 y 12 años tuvo que visitar varias veces el hospital, por diferentes cirugías de riñones. La enfermedad le aumentó la creatividad, dándole vida a diferentes personajes, que en algún momento llegó a tener hasta a 200, pero en la actualidad solo son cinco los principales.

“Han evolucionado”, explicó, al detallar que en su tierra natal las puertas se le cerraron para ejercer de caricaturista. En 1987 probó suerte en Los Ángeles. Su interés era tocar puertas de periódicos locales, encontrándose con una industria que era dominada por la animación.

Fue así que optó por investigar y buscar vías alternas, mientras tenía que generar ingresos limpiando casas y cuidando niños. Al aprender el idioma inglés, creó una empresa de representación agrícola, con la que se ha mantenido mientras avanzaba en su sueño.

El giro a su carrera llegó de la mano de Charles Schulz, el creador de Snoopy. En un viaje aventurero, se fue a buscarlo hasta la ciudad de Santa Rosa, ubicada a 428 millas al norte de Los Ángeles. “El héroe me recibió así nomás, me dio una clase sin pagarle”, aseguró.

Los minutos que intercambió con el célebre autor, que en 1950 creó a la mascota de Charlie Brown, fueron un parteaguas para Montoya. Después de ese encuentro comenzó a enviar muestras de dibujos a dependencias gubernamentales y corporaciones.

“Les mandaba las caricaturas por correo”, manifestó.

Para su sorpresa, un dibujo de 8 ½ por 11 pulgadas que envió a la Oficina Postal de Estados Unidos fue aceptada, convirtiéndose en el primer cliente. “Me mandaron una orden de compra de 10,000 dólares”, aseguró.

En los últimos 22 años, sus caricaturas han sido compradas por Banco de América, State Farm, Comcast, Walmart, Southern California Gas Company, NASA y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, entre otras entidades que han contratado sus servicios.

“Entro por esa puertita de lado”, manifestó. Al principio pensaba que había perdido su tiempo, pero los contactos que forjó antes de construir un nombre en esta industria cree que fueron clave. “Lo que importa son las ganas”, agregó retomando una frase de su difunto padre.

Esa experiencia y valores, además, son los que se podrán apreciar en los personajes cuando aparezcan en la televisión, los cuales pronto también se convertirán en muñecos de peluche.

Picadito, el más travieso, hará de las suyas con Pikito, el que todo ve color de rosa; juntos transmitirán esa determinación de los inmigrantes, compartiendo la herencia bicultural con viajes al lugar de origen de sus padres, temas que conectarán con toda la familia.

“El espíritu de lucha es el común denominador”, enfatizó Montoya, detallando que gracias a su paso por la campiña colombiana, siempre tiene un valor fundamental en sus caricaturas la luna y el sol, porque marcan la vida con el día y la noche. “Eso viene de la finca de mis abuelos”.

La caricaturista todavía se siente en una burbuja; sin embargo, mientras se van dando los retoques a la animación de sus personajes, va cayendo en la cuenta que sus “amiguitos imaginarios” están más vivos que nunca.

A su criterio, en ocasiones uno no entiende a que viene a esta vida. “Debemos orar, rezar o meditar para buscar lo que uno quiere hacer”, reflexionó. “A veces hay que tomar caminos aledaños, pero siempre hay que regresar al principal”.

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