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Acto alusivo a la Semana Santa derivó en 36 arrestos al bloquear calle de Los Ángeles

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Los credos y las razas quedaron a un lado al celebrar la Semana Santa; con oraciones y cánticos se unieron líderes religiosos de Los Ángeles en un acto que entrelazó la fe y la justicia social, que desembocó en el arresto de 36 personas al expresar su solidaridad con los migrantes.

La concentración, alusiva al camino hacia la cruz y el mensaje de amor de Jesús, arrancó en la Plaza Olvera, de donde alrededor de 200 personas partieron hacia el sur de la ciudad. Con pancartas en mano y al sonido de guitarras caminaron sobre la calle Main.

“Ni una deportación más”, gritaban a voz en cuello los angelinos, quienes portaban carteles alusivos al mexicano Rómulo Avelica-González, una de las víctimas de la política anti-inmigrante del presidente Donald Trump. “Soluciones, no somos chivos expiatorios”, se leía.

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Los líderes religiosos y feligreses se integraron en la marcha. Latinos, anglosajones, judíos y musulmanes expresaban el mismo sentir. Al llegar al edificio del Servicio de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos (UCIS) retumbaron sus voces a la vista de los agentes federales.

“Alto a las deportaciones de las familias”, decían.

Después de diez minutos de arengas, el grupo se desplazó a la calle Alyso, a un costado del centro de detención local.

“No están solos”, gritó un hombre dirigiéndose a los detenidos. En respuesta, los inmigrantes al interior del edificio, que enfrentan procesos de deportación, golpeaban las ventanas.

En ese escenario, en medio de la calle y sin autorización, se instaló una mesa para representar la última cena de Cristo. Los religiosos elevaron plegarias y algunos inmigrantes daban sus testimonios de lucha. Ese bloqueo de la arteria captó la atención de la policía local.

“Desde los tiempos bíblicos ha habido persecuciones, ahora nos toca a nosotros”, manifestó Patricia Suárez, originaria de México, quien hace dos años vio cómo su hijo fue arrestado por migración. “Mi fe es más grande que mis miedos”, agregó al contar que se evitó la deportación.

José Luis Hernández, originario de Honduras, se paró ante la multitud con el rótulo en su pecho que se leía: “¿Si Jesús fuera presidente a quién deportaría?”.

Este inmigrante, en el 2006 llegó a 280 millas de la frontera con Estados Unidos. Al caerse del tren ‘La Bestia’, en el estado mexicano de Chihuahua, la maquinaria le trituró pierna y brazo derechos. Al tratar de auxiliarse con su brazo izquierdo perdió tres dedos.

“No construir más muros, sino más puentes”, demandó Hernández, quien cerró su intervención cantando la canción “Mojado”, del compositor guatemalteco Ricardo Arjona, advirtiendo que “la visa universal se extiende el día que nacemos y caduca en la muerte”.

En la parte final del programa, dos líderes religiosos le lavaron los pies a Hernández y Suárez, imitando lo que hizo el carpintero de Nazareth antes de ser entregado.

“Necesitamos crear unidad”, exhortó un líder judío, poco antes de hacer un círculo y tomarse de los brazos en señal de protesta. Eran unas 15 personas, al principio; al sumarse otros de los congregados se juntaron un total de 36, quienes ya estaban en la mira de la policía.

“Esta es una resistencia sagrada”, valoró Angélica Salas, directora de la Coalición de los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (Chirla), al señalar que los pastores, sacerdotes, rabinos, ministros y reverendos están poniendo por obra sus credos.

El acto, calificado de desobediencia civil, derivó primero en la advertencia para que salieran de la calle en forma pacífica. Al pasar los 10 minutos que los agentes policiales otorgaron, se vieron obligados a arrestarlos, hecho que era celebrado por la concurrencia.

“Estamos dando testimonio de nuestra fe”, aseguró Richard Estrada, sacerdote episcopal, antes de que fuera llevado por las autoridades.

Cynthia Anderson-Barker, abogada especialista en derechos civiles, comentó que la protesta envió un mensaje de rechazo al gobierno federal. En ese sentido, cree que es urgente el cambio de políticas “porque Trump tiene un compromiso con ICE de hacer más deportaciones”.

Esta manifestación, indicó Fred Morris, reverendo de la Iglesia Metodista Unida de North Hills, es parte del compromiso con la justicia, porque así como en la era de Barack Obama se condenó las mil deportaciones diarias, ahora también demandan el bienestar de las familias.

“Estamos enfrentando un gobierno completamente injusto”, cuestionó Morris, quien ha realizado labor eclesiástica en Brasil, Costa Rica, Panamá y Nicaragua. “No es una cosa partidaria, es una cosa de justicia”, concluyó.

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