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Activistas: Aberrante separar a los niños de sus padres y ponerlos en bases militares

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Para el gobierno federal, la separación de padres e hijos que sean interceptados en la frontera entre México y Estados Unidos, es un tema de “seguridad y legalidad”, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS).

La acción “aberrante” para muchos activistas proinmigrantes, y que forma parte de una nueva política de “cero tolerancia” anunciada por el fiscal general, Jeff Sessions, se acentúa con el Departamento de Salud y Servicios Humanos en busca de bases militares durante estas semanas para albergar a los menores.

“Si no quiere que su hijo se separe de usted, no lo traiga al otro lado de la frontera ilegalmente”, dijo Sessions tras el anuncio.

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No obstante para la comunidad a favor de los derechos civiles y los expertos de la salud, la nueva acción del DHS es una crueldad y un tema de salud con graves consecuencias, especialmente para los menores de edad.

Alison Leal Parker, directora general del programa de Estados Unidos, de Human Rights Watch, sostiene que los niños pertenecen con sus familias.

“Las autoridades de inmigración deben mantener juntas a las familias y no deben detener a los niños durante la noche en celdas de detención, una práctica que ya es común en la actualidad, y mucho menos deben enviarlos a bases militares”, apuntó Parker.

“El gobierno federal sabe que tiene obligaciones legales para proporcionar viviendas adecuadas para los niños. Es imposible imaginar cómo esas normas legales, mucho menos las normas morales de trato humano para los niños, se pueden cumplir en bases militares. No hay justificación para esta decisión política dura y absurda”, añadió.

Hasta el momento, la administración Trump no ha dado a conocen los lugares donde los menores serán albergados, pero ya están buscando opciones en tres bases militares en Texas y Arkansas.

El gobierno federal dice estar moviéndose con fuerza, para detener un fuerte aumento en el número de familias que cruzan la frontera ilegalmente esta primavera, muchos de los cuales son centroamericanos que buscan asilo.

Los agentes fronterizos arrestaron a más de 100,000 personas que cruzaron la frontera ilegalmente en marzo y abril, el total mensual más alto desde que Trump asumió el cargo.

Sandra Pisano, sicóloga general de las clínicas AltaMed en Los Ángeles, sostiene que la separación de familias, especialmente en niños que no conocen el sistema y no tienen la noción para saber qué está sucediendo en su entorno, puede ser devastadora para su salud mental

“El problema es grave… Entre las edades de uno, dos, tres y hasta cuatro años, el cerebro de los niños está formando conexiones. Se apegan a los padres como su única seguridad”, dice Pisano.

Esta conexión es crítica, asegura la experta, porque ayuda al desarrollo saludable físico y emocional de una persona, así que las separaciones abruptas como en el caso de la frontera, “los niños sienten y piensan que nunca van a poder volver a ver a sus padres”.

“El trauma cerebral se puede manifestar en no alcanzar a llegar al baño, dejar de hablar y hasta de caminar”, dijo Pisano. “El aprendizaje en general es mucho más lento, sin contar que los niños pueden llorar todo el tiempo y dejar de comer”, agrega.

Los menores un poco más grandes de 10, 11 y 12 años de edad tampoco se salvan. Las separaciones aparte de la depresión y la ansiedad del momento, hasta que son reintegrados con su familia, pueden dejar secuelas.

“Su preocupación será el no saber qué va a pasar con ellos, dónde van a vivir, qué van a comer, cuánto tiempo estarán separados de sus padres y quiénes los van a proteger”, apunta Pisano.

Peor aún el entorno frio de una base militar los hará sentir encarcelados. El no preocuparse de actividades que a esta edad los niños hacen, sino en problemas mayores de inseguridad, los puede orillar a comportamiento de alto riesgo en el futuro y bajo autoestima.

Por lo regular, estos menores son distraídos, tienen malas calificaciones, buscan salidas más fáciles para lidiar con sus traumas como juntarse con malas amistades, acudir al alcohol y las drogas, acota la experta.

“Es importante que las familias en la frontera hablen con sus hijos mayores de las consecuencias, que tengan un plan para dejarlos con familiares y que les enfaticen que todo va a estar bien… que los implique en actividades de su edad para que los menores sientan que aun su entorno regular no se ha perdido”, dice Pisano.

“Para los menores, es difícil hacerles entender la situación. Lo mejor es mantenerlos consigo todo el tiempo y tratar por todos los medios de no separarse. Los niños de por si traen los traumas de los viajes, no se les puede agregar más”, dice la psicóloga.

Ben Monterroso, director ejecutivo de Mi Familia Vota, agrega: “A medida que DHS continúe aplicando políticas que son dañinas para nuestras familias y comunidades, nos mantendremos atentos a quién viene en nuestra defensa y quién permanece en silencio durante nuestra persecución”.

“Nuestra mejor respuesta llegará durante los exámenes parciales y las elecciones de 2020. Tenemos el poder de votar por representantes que respetan a los inmigrantes y que comparten nuestros valores”, sostiene.

Uno de los mayores cambios en la política de enjuiciamiento del 100 por ciento será la separación de las familias acusadas de cruzar ilegalmente la frontera.

Los niños, que no pueden ser detenidos penalmente, serán puestos bajo la custodia del Departamento de Salud y Servicios Humanos mientras sus padres estén bajo custodia.

Anteriormente, las familias atrapadas que ingresaban ilegalmente al país solían ser liberadas rápidamente para esperar las audiencias de deportación.

Bajo la nueva política, DHS enfatiza que los padres se reunirán con sus hijos una vez que sean devueltos a la custodia del ICE después de que se complete su caso criminal.

El Departamento de Justicia dice que, en la mayoría de los casos, un inmigrante no será devuelto a la custodia del ICE hasta que haya cumplido su condena penal. Eso no será más de seis meses.

“Los defensores de los derechos de los inmigrantes han estado escuchando durante meses a los padres que fueron separados de sus hijos y en algunos casos no están seguros de cómo ponerse en contacto con ellos”, asevera Eleanor Acer, quien dirige el programa de protección de refugiados en Human Rights First.

“La práctica es simplemente bárbara”, indica Acer.

Pisano hace hincapié para los padres de familia que ya viven en Estados Unidos con sus hijos, y temen la deportación.

“Habla con tus hijos, ten un plan, pero no les dejes ver las noticias porque esto incrementa su depresión y ansiedad. Demuéstrales que están protegidos e impúlsalos a participar en actividades de su edad”, concluye la psicóloga.

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