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¿Están realmente listos los estudiantes del LAUSD para la universidad?

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En 2005, durante un arranque de optimismo, la junta escolar del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) votó para exigir a todos los estudiantes del distrito que aprueben un conjunto de cursos de preparación universitaria como condición para graduarse de la preparatoria. Reconociendo que esto sería difícil, y que requeriría mucho tiempo prepararse para este cambio, la junta anunció que la regla no entraría en vigor durante 12 años. Ahora, el momento llegó. A partir de este año escolar, cada estudiante que espera graduarse deberá obtener como mínimo una calificación D en un conjunto de cursos que incluyen cuatro años de inglés y tres años de matemáticas.

Desde el principio, éste fue un mandato mal concebido. No fue una sorpresa para la mayoría de los observadores que esta sentencia no mejorara mágicamente la enseñanza, el plan de estudios o el aprendizaje. Tampoco fue muy sorprendente que el distrito anunciara, en diciembre pasado, que debido a las nuevas normas se esperaba una enorme caída en la tasa de graduación de este año -del 74% que había alcanzado tras años de intentos, hasta un sombrío 54%- . Y hubiese sido mucho peor si la junta no hubiera descartado previamente un requerimiento más exigente -que los estudiantes obtuvieran como mínimo una C en todos los cursos- que les permitiría estar aptos para el ingreso en el sistema de la Universidad Estatal de California.

Así estaban las cosas la semana pasada, cuando se produjo la aparente magia. Aunque ha habido sólo unas pocas semanas de clases después del informe de diciembre, el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) anunció que, súbitamente, la tasa de graduación estimada sería de hasta el 63% y podría escalar hasta un 80%.

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¿Cómo se llegó a esto? En gran parte gracias a los cursos en línea que otorgan créditos de “recuperación” y que se les permitió tomar a los estudiantes con el fin de aprobar cursos en los que previamente habían fracasado. Y aunque el distrito probablemente no tenía más remedio que permitir esto por temor a que su mala formulación de políticas le robara injustamente el diploma a los estudiantes, también surgen algunas preguntas legítimas acerca de si todos estos alumnos realmente han dominado el material en el que previamente habían fallado.

Probablemente nadie teme más el abandono escolar que Russell Rumberger, director del Proyecto de Investigación de Deserción Escolar de la Universidad de California en Santa Bárbara. Rumberger tiene una visión escéptica de los programas de recuperación de créditos en línea. No es que no sean buenos, dice, y reconoce que hay cursos en línea que se adaptan bien a los estilos de aprendizaje de algunos alumnos. Pero también hay modelos de solución rápida, que no imponen el tipo de rigor y las normas que los estudiantes encontrarían en un salón de clases. Rumberger asegura que algunos cursos de inglés en línea otorgan una calificación A después de requerir la lectura de un único libro y 12 horas de trabajo en la computadora; en lugar de los cinco libros y más de 100 horas de instrucción que una clase regular de inglés habría requerido.

El LAUSD señala que no es eso lo que está ocurriendo y que ha realizado un control de calidad para asegurar que sus clases de recuperación de crédito sean significativas. Los estudiantes pasan alrededor de 60 horas en los cursos, según las autoridades, y deben aprobar las pruebas de unidad para obtener créditos. Además, su trabajo es supervisado por los profesores.

Sin embargo, hay cierta preocupación evidente sobre la velocidad con la que el distrito revirtió los números. “Me encanta el progreso que se ha hecho”, afirmó Monica Ratliff, miembro de la junta escolar, en una reunión llevada a cabo la pasada semana. Sin embargo, “¿son estos cursos de recuperación de créditos muy rigurosos? ¿Cómo lo sabemos? ¿Cuál es nuestra evidencia?”, se preguntó.

Establecer estándares altos para la graduación es una buena idea, pero éstos deben ser alcanzables o, de lo contrario, pueden volverse contraproducentes. Además, los estudiantes deben recibir ayuda para cumplir con ellos. No a través de atajos de última hora, sino a través de la construcción de un sólido plan de estudios, de la instrucción y de otros programas que mejoren el aprendizaje real, el cual, se supone, ha sido el objetivo central desde el principio.

Traducción: Diana Cervantes.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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