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México: así ocurrió la brutal y olvidada masacre de Allende, una de las más sangrientas de Los Zetas

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Tarde del viernes 18 de marzo de 2011. Allende, a 60 kilómetros de la frontera con Estados Unidos. Comienza una masacre que aún no se olvida.

Entre las 6:30 y 7 de la tarde, al menos 60 sicarios del cartel de Los Zetas derribaron con una camioneta el portón principal del rancho de Los Garza. En las siguientes 48 horas desaparecerían 42 personas, o pudieron haber sido 300.

Lo ocurrido en este municipio del norte de México fue motivo de una investigación, liderada por el reconocido académico Sergio Aguayo y realizada tras un acuerdo con la oficina gubernamental Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), que El Colegio de México divulgó el domingo.

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El estudio buscaba determinar el trato y las reparaciones del Estado a las víctimas de la masacre de 72 migrantes en San Fernando (Tamaulipas), en agosto de 2010, y de la desaparición de un número indeterminado de personas en Allende en marzo de 2011.

Ambas a cargo de Los Zetas, la de Allende es una historia mucho menos conocida.

Historia de una matanza olvidada

La masacre fue tan brutal que ni siquiera hay claridad sobre el número de víctimas.

Una versión muy extendida, se dice en el estudio “En el desamparo”, es que en Allende desaparecieron 300 personas y “es posible que así sea”, pero el expediente de la fiscalía sólo tiene información sobre 42 desaparecidos entre enero de 2011 y agosto de 2012.

La investigación se centra en la desaparición de 26 personas entre las 19 horas del viernes 18 de marzo y las 20 horas del domingo 20.

Piedras Negras, en la frontera con Texas, se había convertido en un enclave esencial para el narcotráfico y desde allí Los Zetas controlaban lo que ocurría en Allende, 60 kilómetros al sur.

Los hermanos Miguel Ángel Treviño Morales (el Z40) y Omar Treviño Morales (el Z42), exlíderes de Los Zetas ahora detenidos, pensaban que había tres traidores a su organización que estaban colaborando con las autoridades en Estados Unidos y se habían llevado hasta US$10 millones en ganancias por la venta de drogas.

El principal era Alfonso Poncho Cuéllar, quien tenía como empleados a Héctor “El Negro” Moreno y Luis “La Güiche” Garza.

Este último era residente de Allende, y “para castigar su deslealtad”, explican los investigadores, “Los Zetas ocuparon el poblado” ese fin de semana del horror.

El resultado: desaparecieron a 26 personas, 20 familiares y allegados de Garza, tres amigos de Cuéllar y dos trabajadores de Héctor, y destruyeron 32 casas y dos ranchos “Los Garza” y “Los Tres hermanos”.

El ataque de Los Zetas evidencia la colusión con las autoridades locales pues los 20 agentes de la policía municipal fueron instruidos para “no salir a patrullar, ni responder a los llamados de auxilio que se presentaran” y “levantar a cualquiera de apellido Garza” para entregarlo al grupo criminal.

El día que empezó todo entraron tirando balazos y agarrando a quien se encontraba en el lugar, incluyendo cuatro mujeres de edad mayor y dos niños, y el domingo llegaron a la casa de un Garza, donde capturaron a un hombre, su esposa y un hijo menor de edad.

Los Zetas los metieron a una patrulla policial para trasladarlos a uno de los ranchos donde fueron juntando a las personas durante el fin de semana. El domingo por la noche llegó el final. Los sacaron de allí para ejecutarlos.

Pero antes habían saqueado y vandalizado sus viviendas e incitado a los vecinos a robar las casas antes de incendiarlas.

Después se deshicieron de los cadáveres con métodos diferentes. En el rancho Los Garza echaron gasolina en la vivienda y en la bodega donde amontonaron los cuerpos y “luego prendieron el fuego que se prolongó toda la noche ‘hasta que se cocinaron’ los cuerpos”.

En el rancho Los Tres Hermanos rociaron los cuerpos con gasolina y los metieron de a uno en toneles de metal para prenderles fuego: “Después de cinco o seis horas se cocinaron los cuerpos (…) quedaba pura mantequilla. (Echaron los restos en una acequia y en un pozo para que) no se viera nada”, explica el estudio basado en el expediente.

La operación de venganza contra los Garza no quedó allí. Un año después un grupo de sicarios y policías desaparecieron a un pareja, un hijo de 6 años y un bebé de meses.

Los investigadores dan cuenta de que de la masacre de Allende quedaron dos supervivientes: una niña de 5 años y un niño de 3. Una policía “integrada a Los Zetas” los entregó en una casa hogar de Piedras Negras y “de ahí fueron recogidos por sus parientes, con quienes viven desde entonces”.

Cuestionamientos a las autoridades

Los investigadores cuestionan el rol de las autoridades estadounidenses y señalan que “la opacidad de Estados Unidos obstaculiza el acercamiento a la verdad. Ellos preservan información importante para entender lo que pasa en México”.

La mención sobre la posibilidad de que en Allende, una ciudad de 23.000 habitantes, en realidad la cantidad de víctimas haya sido de 300 proviene de una declaración que en 2013 realizó Héctor Moreno Villanueva en un juzgado estadounidense en el juicio contra el hermano mayor del Z40 y del Z42, José Treviño.

Sin embargo, la fiscalía estatal no ha podido ni extraditar ni obtener información de los “actores principales” de la matanza detenidos en Estados Unidos pues al menos dos de ellos son testigos protegidos.

En el estudio se cuestiona al Estado mexicano pues considera que “el entramado institucional y judicial mexicano no fue diseñado para buscar la verdad” y que para la investigación de El Colegio de México ni la Procuraduría (fiscalía) General de la República ni la Secretaría de Relaciones Exteriores accedieron a entregar información.

Se critica también la “lentitud extrema” en la pesquisa oficial de un caso que fue “ignorado” hasta enero de 2014, cuando la atención mediática empezó a generar presión, y fue recién en noviembre de ese año que la fiscalía envió por primera vez peritos al rancho Los Garza.

El sistema de atención a víctimas del Estado, concluyen los investigadores, “necesita una reestructuración a profundidad” y ni siquiera la Comisión Nacional de Derechos Humanos fue capaz de investigar las violaciones a los derechos humanos para “contribuir a que hubiera justicia y reparaciones”.

Nota publicada BBC Mundo

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