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Presidente de Guatemala, Jimmy Morales, quiere terminar su mandato como persona de clase media

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El año pasado fue turbulento en Guatemala: el Presidente Otto Pérez Molina y su vicepresidenta terminaron en prisión preventiva, involucrados en una trama de corrupción, y las elecciones anticipadas convirtieron a un comediante sin experiencia política en Mandatario.

A casi tres meses de haber tomado posesión del cargo, Jimmy Morales habla con REFORMA de cómo se alista para que la historia no se repita en el país centroamericano.

¿Usted y su equipo de trabajo están preparados para que no se repita lo del Gobierno de Pérez Molina?

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Yo creo que sí, porque todo el pueblo de Guatemala, al igual que los demás pueblos, está peleando contra la corrupción; y nosotros no somos corruptos.

Estamos demostrando que las cosas se pueden hacer de forma honesta, ordenada; no estamos siguiendo las líneas de corrupción que se manejaban antes. Nuestros gastos están siendo muy consecuentes con la realidad del país, tampoco hemos aceptado sobornos. O por lo menos como se dice que se hacía antes.

En su momento se dijo que Estados Unidos lo apoyó para llegar a la presidencia. ¿Cuál es su opinión?

Es totalmente falso. Nosotros somos un movimiento que surge de la inconformidad popular. Se tuvieron muchos señalamientos por la comunidad internacional incluido, creo yo, Estados Unidos, con respecto a estructuras militares del pasado en Guatemala.

Había la desconfianza de que yo pudiera tener un sistema de esa naturaleza atrás de mí, por el partido por el que participé. Sin embargo, el partido ni tenía estructuras militares, tampoco tenía recursos económicos, no tenía un gran caudal electorado, ni tenía una trayectoria política; era nuevo.

Entonces nosotros salimos literalmente de la población. Soy un hombre de clase media y, Dios mediante, así quiero terminar mi mandato. En ningún momento tuvimos apoyo de la comunicad internacional, ni de Estados Unidos ni de nadie.

¿Cómo recibió usted Guatemala?

En el discurso de mi toma de protesta hice un pequeño inventario: un sistema de salud colapsado, hospitales sin medicinas y en huelga por sueldos no pagados, un país que fue señalado por la falta de respeto a los derechos humanos, un 52 por ciento de desnutrición crónica en niños menores de 5 años.

Recibíamos un sistema de carreteras colapsadas y con algún tipo de demandas internacionales que tenían que ser pagadas.

Pero Guatemala ha cambiado: hay una población mucho más demandante, menos indiferente. Creo que lo que nos llevó a estar en las condiciones que estábamos fue la indiferencia, y ésta es una gran oportunidad, hemos hecho un equipo de trabajo muy bueno con el que estamos visualizando tener calidad en el gasto.

¿Cuáles son los retos urgentes que tiene el país?

Lo más importante es la educación, lo más urgente, es la salud. Y para hacer sostenible esto tiene que haber un potencial económico: el sector turístico.

Todo esto será una lucha frontal contra la corrupción, generando la seguridad que todos deseamos. Si hay trabajo, salud y educación habrá menos violencia, en lugar de incrementar policías para perseguir ladrones.

¿Cómo será la relación bilateral entre Guatemala y México?

Tenemos una relación bilateral muy buena. Nos hemos sentado a dialogar en dos ocasiones: la primera vez yo visité México como Presidente electo, invitando al Presidente Peña Nieto para que nos acompañara en la toma de posesión. Al final me llamó y se disculpó porque había unos problemas de seguridad que debían ser considerados, y quedamos en que la próxima visita él estaría en Guatemala.

La segunda vez que hablamos fue en el CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en donde retomamos los temas de frontera que son importantes, como el tema migratorio, porque ambos países somos el puente natural para el ingreso a Estados Unidos. Y por supuesto los temas de seguridad y concordia que son vitales para nuestros países.

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