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Papa no visitará su natal Argentina

El papa Francisco bebe mate, una bebida tradicional en Argentina, que le ofreció un fiel a su llegada en papamóvil a la plaza de San Pedro del Vaticano, para una audiencia general. (AP Foto/Gregorio Borgia, Archivo)

El papa Francisco bebe mate, una bebida tradicional en Argentina, que le ofreció un fiel a su llegada en papamóvil a la plaza de San Pedro del Vaticano, para una audiencia general. (AP Foto/Gregorio Borgia, Archivo)

(Gregorio Borgia / AP)
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El país natal del papa Francisco, Argentina, no está en el itinerario de su gira por Sudamérica de julio.

El pontífice no ha regresado desde que se convirtió en papa hace más de dos años, y el Vaticano dice que no quiere influenciar la elección presidencial de octubre al visitarlo ahora. Francisco se ha quejado en meses recientes de sentirse “usado” por los políticos argentinos que se toman fotos con él en Roma.

En su lugar, el pontífice visitará Ecuador y dos países fronterizos de Argentina: Bolivia y Paraguay.

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Aunque se mantendrá lejos, Francisco sigue intensamente los acontecimientos del país donde nació y pasó la mayor parte de su vida, antes de convertirse en líder mundial de la Iglesia católica, de acuerdo con periodistas locales que llevan años cubriéndolo, amigos en el país y funcionarios del Vaticano.

“Es un papa muy interesado en la política, de mucha muñeca política”, dijo Mariano de Vedia, editor político para el diario argentino La Nación y autor de “En el nombre del papa”, un libro que examina las relaciones conflictivas de Francisco con la presidenta Cristina Fernández y con su predecesor y difunto esposo Néstor Kirchner.

Mucho de lo que Francisco dice y hace tiene un impacto en Argentina, un país mayoritariamente católico de 41 millones de habitantes en donde la Iglesia ejerce gran influencia.

Hace unos meses fue noticia cuando expresó que el creciente narcotráfico en Argentina podría llevar a una “mexicanización” del país. Muchos interpretaron esos comentarios como una crítica mordaz hacia Fernández y su partido, que mantiene el poder desde 2003.

Francisco prometió abrir archivos eclesiásticos de la dictadura militar en Argentina de 1976-1983, una potencial caja de Pandora que podría causar más demandas y arrestos relacionados con las 30.000 personas que se calculan fueron asesinadas o desparecidas durante la “guerra sucia”. Hace pocas semanas, el papa recibió a la presidenta Fernández en el Vaticano por cuarta ocasión, lo que causó enfado entre algunos líderes de la oposición.

“¡No me defraude Francisco!”, posteó Elisa Carrio, una diputada de la oposición y aspirante a la presidencia, en su página de Facebook durante la última reunión de Francisco con Fernández. “Cumpla en no meterse en la política de la Argentina”.

El Vaticano defendió la reunión al decir que Fernández, constitucionalmente inhabilitada a postularse para un tercer periodo, no era candidata. Guillermo Karcher, el encargado del protocolo en el Vaticano y también argentino, le dijo a la prensa local que la reunión de casi dos horas se enfocó en Argentina, pero que no abordó las elecciones primarias de agosto que antecederán la elección general de octubre.

“El papa sigue muy de cerca y con mucho cariño” lo que pasa en su país natal, dijo Karcher a la estación de radio argentina MDZ, y agregó que en la reunión entre Francisco y Fernández seguramente “se habrá hablado de la Argentina”.

Aunque muchas de las políticas sociales de Fernández sin duda concuerdan con las posturas de Francisco, tuvo una relación fría con ella cuando era arzobispo de Buenos Aires. Las disputas más grandes se relacionaban con problemas sociales, como una ley del 2010 que reconocía la unión civil de parejas gay, y medidas para incluir educación sexual en las escuelas. Como resultado, muchos interpretaron las reuniones del papa con Fernández como intentos de influenciar en sus políticas.

Muchos argentinos están decepcionados de que no visite su país.

“Abandonó la Argentina” desde que se volvió papa, dijo Norma Roch de 66 años, después de rezar en la iglesia de Santa Catalina de Siena, en el centro de Buenos Aires, en donde Francisco a veces celebraba misa cuando todavía era el arzobispo Jorge Mario Bergoglio. “Él tiene que venir y pasar un rato con nosotros”.

Pero otros comprenden.

“Está tomando la decisión correcta”, dijo Jorge Corna de 82 años, interrumpiendo a Roch. “El papa no es tonto. Los políticos aquí tratarían de usarlo”.

Francisco claramente asume su identidad argentina. Es un autoproclamado hincha del equipo de futbol del país San Lorenzo, además de su tradición del tango y la música milonga. Después de ser elegido papa, una de las primeras cosas que solicitó que se le enviara desde la rectoría de Buenos Aires fue su agenda con números de celulares de obispos y sacerdotes de la diócesis, dijo De Vedia. Sigue en comunicación frecuente con argentinos de todo tipo.

Gustavo Vera, un organizador comunitario de Buenos Aires, tiene noticias frecuentes del papa y recibió una carta en donde le expresó sus condolencias cuando un incendio en una fábrica clandestina mató a dos niños en abril.

“Lo sucedido me causa mucho dolor”, escribió Francisco. “Estoy junto a ustedes y pido al Señor nos ayude a que nunca más sucedan estas cosas”.

Massimo Faggioli, un historiador de la iglesia radicado en Roma, dijo que la relación de Francisco con su país natal difiere a la que tenían los dos papas previos con los suyos. Juan Pablo II con frecuencia hablaba de su natal Polonia, pero a diferencia de Francisco, visitó su país al poco tiempo de convertirse en papa. Benedicto XVI rara vez mencionaba Alemania, en donde no vivía desde hacía casi tres décadas.

“No ser europeo le da a Francisco más libertad” para decidir cómo relacionarse con casa, dijo Faggioli. “Al no visitarla ahora, envía un mensaje de que es papa para todos y que los argentinos no deberían sentir derechos especiales”.

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