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FOTOGALERÍA: Hiroshima después de la bomba atómica

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El mes pasado, con un puñado de fotografías de archivo en blanco y negro en la mano, salí con mi cámara a documentar cómo había cambiado Hiroshima 70 años después de la bomba atómica.

Crecí en Yokohama, y nunca había estado en esta ciudad del oeste de Japón antes, aunque la había visto en muchas imágenes en televisión.

Mi primera impresión fue la de una ciudad moderna en un húmedo día de verano. Imaginé el mismo calor intenso, incluso en la mañana, saludando a quienes iban al trabajo a primera hora del 6 de agosto de 1945. A las 8.15, todavía a 2.000 pies del suelo, la bomba estalló cambiando para siempre sus vidas.

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El 90% de la ciudad quedó destruida y por ello todo parece tan nuevo hoy. Se estima que 140.000 de sus 350.000 habitantes murieron, incluyendo los que sucumbieron a la fuerte exposición a la radiación hasta finales de 1945.

La película de 1959 “Hiroshima Mon Amour” me causó una fuerte impresión. La ciudad retratada en la cinta parecía cualquier otra urbe solo 14 años después de su devastación. Me pregunté cómo un foráneo — una actriz francesa de visita en 1959, o yo hoy en día — podría entender totalmente qué había pasado.

En un viaje al extranjero hace 30 años, un hombre me preguntó: “¿Hay árboles, crece la hierba en Hiroshima?”.

Me quedé sorprendido; sabía que los árboles y las plantas crecían allí como en cualquier otra parte del mundo.

La ciudad que encontré está en gran parte reconstruida y viva, y en ella viven hoy 1,2 millones de personas. Los tranvías vuelven a estar llenos de nuevo. El inhóspito páramo de las imágenes en blanco y negro tomadas poco después del estallido no es más que un recuerdo.

Los restos de un edificio a la orilla del río siguen en el mismo lugar donde estaban hace 70 años. La Cúpula de la Bomba Atómica, declarada ahora Patrimonio Mundial de la Humanidad por Naciones Unidas, se ha convertido en una imagen icónica de Hiroshima.

No es tan grande como había imaginado. Entonces, pensé, el edificio en sí puede ser pequeño pero su significado es grande para la humanidad.

Una pareja joven pasea junto a la cúpula, de la mano. ¿Caminarían muchas parejas así por allí antes de la bomba atómica?

Orden para bombardear Hiroshima, vistazo a un día ominoso

Son apenas unas cuantas anotaciones en clave escritas en una hoja de papel amarillento, pero cambiaron el curso de la historia mundial.

Una copia original de la orden de operaciones para arrojar una bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 es exhibida en el Museo de la Segunda Guerra Mundial, cuyo 70mo aniversario se conmemoró el jueves. El documento es mostrado junto a otros objetos relacionados.

La bomba arrojada en Hiroshima y sus secuelas costaron la vida a aproximadamente 140.000 personas, ayudó a terminar el conflicto más mortífero de la historia y, para bien o para mal, inició la era atómica.

“Para mí, es un atisbo a lo que ocurrió ese día”, dijo Kenneth Rendell, fundador del museo privado ubicado en el suburbio Natick de Boston. “La gente común no se percata de cómo sería una de estas misiones; pienso que simplemente humaniza todo”.

El simple y desgastado documento ofrece pocos indicios sobre la importancia de la misión. No existe mención directa al Enola Gay, el avión bombardero B-29 desde el cual se arrojó la bomba, ni a la tristemente célebre bomba llamada en código “Little Boy”.

Bajo una sección del documento para describir qué tipo de bombas estaría transportando el avión, la orden sólo contiene una palabra: “especial”. El Enola Gay sólo aparece listado por su número de identificación, 82, y el apellido de su piloto, Paul Tibbets.

La orden de operaciones es una secuencia básica de actividades para los miembros de la tripulación de los nueve aviones involucrados en el bombardeo, desde cuándo asistir a servicios de oración, cuándo levantarse de la cama, comer, asistir a sesiones informativas y, finalmente, cuándo volar a Japón.

El museo, el cual Rendell estableció en 1999, tiene además una copia de una orden indefinible similar para la bomba atómica arrojada en Nagasaki tres días después, el 9 de agosto. Ese ataque y sus secuelas costaron otras 80.000 vidas, motivando la rendición de Japón días después, el 15 de agosto.

Rendell, quien ha acumulado una cantidad considerable de objetos de la Segunda Guerra Mundial para sum museo, dijo que compró la orden de operaciones hace más de dos décadas a la familia de Jacob Beser, un especialista en radar y electrónica quien fue el único hombre que voló en ambas misiones. Beser falleció en 1992.

Otros objetos en la exhibición también fueron comprados a familiares de miembros de la tripulación.

Por ejemplo, hay algunos objetos personales de Theodore “Dutch” VanKirk, navegante del Enola Gay, quien fue el último sobreviviente de la tripulación en morir, el año pasado a la edad de 93 años. Entre ellos están los audífonos de VanKirk, su Biblia y sextante de navegante, el cual utilizó para establecer el curso a Hiroshima.

Se exhibe además una misiva que escribió a su esposa George Caron, artillero de cola del Enola Gay, sobre el regreso de una misión exitosa.

“Parece ser que nuestra tripulación y aviones hicieron historia o algo”, escribió. “Cuando nos permitan escribir sobre ello desde aquí, podré contarte todo al respecto. Nuestra fotografía probablemente estará en todo Estados Unidos antes de que podamos decir algo”.

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