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El olvidado naufragio que dejó 500 muertos en el mar Mediterráneo y nadie investigó

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Un barco se hunde en el mar Mediterráneo, muere hasta medio millar de personas y nadie hace nada.

Hasta que BBC y Reuters publicaron esta investigación sobre el que se cree que fue el mayor naufragio del año en el Mediterráneo, ninguna autoridad se había hecho cargo de averiguar qué pasó ni de buscar a los responsables.

Ahora, una vez revelada la tragedia, la Oficina Europea de Policía (Europol) anunció que empezará a indagar lo ocurrido.

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Sucedió el 9 de abril de este año.

Más de 300 personas viajaban hacinadas en la oscura bodega de un viejo pesquero. Sentían cómo la nave luchaba con las olas para avanzar de noche en el agitado mar Mediterráneo.

Entre ellos estaba el etíope Muaz Ayimo, quien sujetaba a su hija y a su esposa con fuerza.

Sobre la cubierta iban otros 200 migrantes. La mayoría ellos procedían del Cuerno de África (Somalia, Kenia, Etiopía, Eritrea y Yibuti).

El barco apenas medía 21 metros de eslora y, con las más de 500 personas que llevaba a bordo y que juntas pesaban aproximadamente 10 toneladas, iba terriblemente sobrecargado.

Las olas no daban tregua y el vaivén era insoportable. Los pasajeros, con la intención de equilibrar la nave, se movían de un lado para otro. Pero la situación solo empeoró.

Y el sobrepeso, si se navega a tal velocidad, puede ser una sentencia de muerte en el mar.

Un terrible crujido de maderas rompiéndose fue el preludio de la tragedia.

Inmediatamente después, el barco pesquero volcó.

“Sigo escuchando sus voces”

A partir de ese momento Ayimo ya no pudo sostener más las manos de su esposa y de su hija. Y las perdió.

“Hoy sigo escuchando sus voces y recordando los momentos que compartimos”, cuenta.

Él, un nadador experimentado, logró salir a la superficie. Y nadó entre los cadáveres hasta alcanzar el barco que los guiaba y en el que viajaban los traficantes.

Aquella noche no había luna, pero la embarcación tenía una pequeña luz que Ayimo pudo divisar.

Y desde allí lo ayudaron a subir a bordo.

Él mismo rescataría a otras dos personas, pero cuando trató de tirar de una tercera recibió un golpe. Y uno de los traficantes lo amenazó con un cuchillo.

El hombre que estaba por abordar cayó de nuevo al mar.

Abandonados

El barco de los traficantes avanzó dejando atrás alrededor de 100 personas todavía vivas nadando para no ahogarse.

Al hundimiento de la nave pesquera sobrevivieron apenas 37 personas, entre ellas Ayimo.

Su esposa y su hija no lo lograron. Perecieron en el mar, junto a unos 500 migrantes más.

La sobrecarga del barco era tal que, si alguien tuviera que responder por lo sucedido, se enfrentaría a una acusación por homicidio.

Eso es lo que trata de probar el abogado de las víctimas egipcias ante un tribunal de ese país.

Sin embargo, hasta la fecha no se ha presentado ninguna demanda formal por homicidio o por asesinato, y ninguna autoridad ha investigado el suceso.

Impunidad

Grecia, el país en el que desembarcaron los 37 supervivientes, no ha abierto ningún proceso en relación a la tragedia.

Asimismo, ningún organismo de Naciones Unidas ha emprendido acciones hasta ahora, ni tampoco la Agencia Europea de Guardia de Fronteras y Costas -creada específicamente en octubre por la crisis migratoria-, ni ninguna entidad marítima internacional.

Aunque ahora, una vez hecha pública la tragedia, Europol ha anunciado que empezará a indagar.

La ONU calcula que 4.663 personas murieron tratando de cruzar el Mediterráneo en lo que va de 2016, lo que convierte a este año en el más letal jamás registrado en ese sentido. Aunque otras organizaciones y voluntarios que trabajan directamente con los migrantes señalan que la cifra podría ser superior.

Y como pasó con este naufragio, muchas otras tragedias tampoco se investigan de oficio.

Se hunden en el confuso limbo del derecho internacional.


Nacionalidad de los que murieron en el naufragio del 9 de abril:

  • 190 somalíes
  • 150 etíopes
  • 170 egipcios y de otras nacionalidades

La Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar no obliga a los países o a los organismos internacionales a investigar, aunque la Convención de Palermo de 2000 sí exige que las naciones hagan todo lo posible para luchar contra la migración ilegal.

En abril, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) señaló que el barco pesquero hundido procedía de Libia, un estado quebrado.

Parecía, pues, por la situación del país, que ninguna investigación podría llegar al fondo del asunto.

Pero esa información se basaba en los testimonios de los traficantes que llegaron a Grecia junto a los supervivientes, y resultaron falsos.

En realidad la embarcación había partido de Egipto, un estado con un férreo control policial.

“Nadie nos dijo nada”

Iman Nasr Taha lucha por que no le broten las lágrimas cuando recuerda a nueve muchachos que iban en el barco, entre ellos su propio hijo, Hamed Mohamed Hamed de 17 años.

Trataban de llegar a Italia, tras dejar atrás su pueblo del Delta del Nilo, al norte de Egipto.

“En Egipto no se está investigando la tragedia, porque al gobierno no le importa”, se queja.

Y se lamenta: “A nosotros ni siquiera nos han dicho nada sobre lo que pasó.¿Están vivos, están muertos?”.

Con su investigación, la BBC y la agencia de noticias Reuters reconstruyeron los detalles de lo que ocurrió esa oscura noche hace ocho meses.

El reporte incluye información sobre los traficantes y el barco que se hundió.

Se llegó a establecer que el barco pesquero, probablemente llamado Abu Nawal, partió del puerto egipcio de Rashid, al este de Alejandría.

Los migrantes de Etiopía, Somalia, Egipto, Eritrea y Sudán pagaron alrededor de US$2.000 cada uno a los “agentes de venta” en El Cairo para ser trasladados hasta Italia.

Los contrabandistas obtuvieron un ingreso bruto de alrededor de US$1 millón.

La noche oscura

300 migrantes fueron transportados a Alejandría en grupos de 30 a bordo de pequeñas embarcaciones hasta el bote pesquero que los esperaba.

Alrededor de las 02:00 de la madrugada del 9 de abril (hora local), el barco de pesca se cruzó con la embarcación de los contrabandistas.

200 nuevos migrantes acomodados en la cubierta del pesquero se sumaron a los otros 300 que estaban en la oscura bodega.

La tripulación gritaba “equilibrio, equilibrio” y los migrantes se desplazaban de un lado al otro hasta que el sobrepeso produjo el vuelco.

La tripulación y los contrabandistas dijeron a los 37 sobrevivientes que declararan a las autoridades griegas que venían de Libia.

Así llegaron a engañar hasta a la ONU.

Se les advirtió que, si decían la verdad, serían devueltos a Egipto.

Silencio roto

Abdul Hamid, un funcionario local de Alejandría, fue quien se dispuso a descubrir quién era responsable de la tragedia en la que también desapareció su hijo Ibrahim.

El afligido padre identificó a algunos de los traficantes y llevó las pruebasrecopiladas a la policía local.

Y un tribunal de Alejandría condenó en julio a siete personas por delitos relacionados con la tragedia.

Pero las condenas no fueron por homicidio o asesinato, sino por fraude.

Entre los condenados estaban los presuntos cabecillas del grupo, Ismail al Bougy, de 41 años, y Ahmed Obeid, de 51.

Según la policía egipcia, ambos habían sido sentenciados en rebeldía varias veces por tribunales egipcios por delitos relacionados con el tráfico de migrantes.

La BBC visitó la casa de Bougy en Alejandría. No había nadie.

La casa de Obeid parecía peligrosa para acercarse, y él no respondió a los mensajes enviados a su domicilio.

Acciones al respecto

El Ministerio de Justicia egipcio informó con un comunicado que una ley fue ratificada en noviembre de este año para ayudar a combatir la migración ilegal.

No aclaró qué indagaciones se habían realizado hasta le momento relación al naufragio del 9 de abril, pero añadió: “Si se prueba que el crimen ocurrió, Egipto no dudará en llevará a cabo las investigaciones pertinentes para esclarecer los hechos”.

Cuando la BBC preguntó a Acnur sobre la información que dio en abril y que resultó ser falsa -que el barco había partido de Libia, cuando en realidad lo hizo de Egipto-, la entidad respondió que no es un organismo “encargado de hacer cumplir la ley”.

“La investigación de los desastres marítimos o el crimen organizado trasnacional va más allá nuestras capacidades, mandato y experiencia”, subrayó.

Para Rob Wainwright, jefe de Europol, “laausencia de respuestas claras en este caso es incómoda”.

Reaccionó con satisfacción ante la investigación de Reuters y BBC, y dijo que le gustaría recibir evidencias.

Prometió volver a leer el reportaje.

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