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Trump no logra tranquilizar a republicanos

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En el lapso de una hora, Donald Trump dio a los republicanos reacios a su nominación a la presidencia de Estados Unidos otra razón para preocuparse, y el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, intentó ofrecerles una alternativa.

En un giro inesperado, Ryan anunció el jueves que no “está listo” para respaldar a Trump, que se convirtió en el candidato virtual de los republicanos tras una contundente victoria en las primarias de Indiana y el retiro de los dos rivales que seguían en la carrera. Ryan dijo a la cadena televisiva CNN que su partido debería tener un líder que “atraiga a la amplia mayoría de los estadounidenses”.

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Justo antes de las sorprendentes declaraciones de Ryan, Trump intentó hacer un llamado de ese tipo, aunque con su habitual estilo. El multimillonario empresario publicó un tuit desde su oficina en la Torre Trump que incluía una fotografía en la que aparecía comiendo un “taco bowl”. En el mensaje declaraba su afecto por una de las minorías con mayor poder político y de más rápido crecimiento en el país.

“¡Amo a los hispanos!”, escribió el magnate inmobiliario, que hizo hincapié en que mandaba el mensaje el 5 de Mayo, la fecha de la victoria del ejército mexicano sobre el francés en 1862.

La oda de Trump al taco bowl quizás tenía buenas intenciones. Pero reflejó una sordera política que preocupa a algunos líderes republicanos, que no solo analizan las posibilidades reales de Trump en las elecciones generales sino también hasta qué punto quieren asociarse con su candidatura.

Para algunos líderes hispanos, el truit de Trump fue ofensivo y condescendiente, el último tropiezo de un candidato que ha ofendido profundamente a muchos miembros de la comunidad.

“Comer un taco o llevar un sombrero no es suficiente con nuestra comunidad en 2016”, dijo Janet Murguía, presidenta del Consejo Nacional de La Raza, la mayor organización de derechos civiles de los hispanos de la nación, a través de Twitter.

El expresidente de México Vicente Fox, que se enfrentó a Trump por su propuesta para construir un muro entre los dos países, bromeó diciendo que el empresario estaba “comiendo algunas enchiladas y comida mexicana. Espero que no sufra una indigestión”.

El abrumador apoyo a Trump en las primarias republicanas — sobre todo de personas blancas y mayores — responde en parte a su disposición a cruzar la línea de la corrección política y burlar el decoro que tradicionalmente rodea a una campaña. Pero el electorado de noviembre, en que probablemente enfrente a Hillary Clinton, será mucho más diverso.

Trump llega a las elecciones generales con serios problemas con la comunidad hispana, muchos de cuyos miembros se oponen radicalmente a su pedido de levantar un muro a lo largo de la frontera y deportar a millones de personas que están ilegalmente en el país.

Una encuesta de The Associated Press-GfK realizada a principios de abril mostró que el 82% de los hispanos tenía una opinión desfavorable de Trump y sólo el 11% estaba a favor. Al menos 7 de cada 10 hispanos expresaron que palabras como honesto, civil, compasivo, competente y simpático no describen ni un poco a Trump.

Ryan, legislador por Wisconsin y candidato a la vicepresidencia del Partido Republicano en 2012, fue uno de los líderes de esa agrupación que más ha presionado para reformar las leyes de inmigración estadounidenses. También apoyó las medidas que darían estatus legal a los que están en el país sin la documentación adecuada.

Algunos republicanos consideran que les leyes de la inmigración son clave para los hispanos y dicen que su partido tiene pocas esperanzas de captar el voto de esa comunidad si no aborda el tema de la inmigración ilegal. Mitt Romney obtuvo menos del 30% del voto hispano en las elecciones del 2012, ganadas por Barack Obama.

Esa realidad política plantea uno de los grandes dilemas que enfrentan Ryan y los demás dirigentes republicanos, que analizan el impacto que puede tener su apoyo a Trump en su partido y en sus carreras políticas. Es un tema particularmente importante para Ryan, una de las luminarias del partido, que desistió de postularse a la presidencia este año pero podría hacerlo en el 2020.

Otros prominentes republicanos tomaron distancia de Trump esta semana, incluidos los expresidente George H.W. Bush y George W. Bush, afirmaron que no apoyarán su candidatura.

No se descarta que, a la larga, Ryan termine respaldando a Trump. El legislador no fue tajante al expresar reservas y dijo simplemente que “hay muchos interrogantes para los que los conservadores van a querer respuestas”.

Uno de los primeros dirigentes republicanos de peso que apoyó a Trump, el gobernador de New Jersey Chris Christie, dijo el jueves: “Donald tiene que unir a la gente. Voy a hablar con el presidente de la cámara baja y ver cuáles son sus inquietudes”.

Pero Trump dejó también en claro que piensa seguir el camino que se ha trazado.

“No estoy listo para apoyar la agenda de Ryan”, afirmó. “Tal vez en el futuro podamos trabajar juntos y ponernos de acuerdo sobre lo que le conviene al pueblo estadounidense”.

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