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“Señor presidente, llamemos a la maldad por su nombre”: las críticas a Trump por no condenar a los supremacistas blancos

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Para un presidente que no es recatado al momento de expresar su opinión, Donald Trump ofreció lo que muchos consideran un tenue comentario en respuesta a la violencia desatada este sábado en Chalottesville, Virginia, durante una marcha de supremacistas blancos.

Una mujer murió y 19 personas resultaron heridas cuando un automóvil arremetió contra un grupo de manifestantes que se oponían a la marcha.

La movilización, llamada “Unir a la derecha”, tenía la intención de protestar por la remoción de una estatua del general Robert E. Lee, ubicada en el centro de la localidad.

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Desde el estado de Nueva Jersey, donde pasa vacaciones, el presidente condenó la violencia que dijo que provenía de “muchos lados” pero se abstuvo de condenar explícitamente a la extrema derecha.

Durante una breve alocución a periodistas, desde su complejo de golf veraniego, en Bedminster, Nueva Jersey, Trump instó a un fin de la violencia.

“Condenamos en los términos más claros esta escandalosa demostración de odio, fanatismo y violencia procedente de muchos sitios”, anotó.

Pero su falta de condena directa disparó una serie de críticas: una de las más severas provino del senador republicano de Colorado, Cory Gardner, que escribió en su cuenta de Twitter: “Señor presidente -debemos referirnos a la maldad por su nombre”.

El senador, que también supervisa el Comité Nacional Senatorial Republicano, añadió: “Estos eran supremacistas blancos y esto es terrorismo interno”.

Por su parte, el senador republicano de Florida, Marco Rubio hizo eco de esos comentarios en Twitter: “Es muy importante que la nación escuche (al presidente Trump) describir los eventos en Charlottesville como lo que son, un ataque terrorista de supremacistas blancos”.

Otro alto republicano y rival de Trump por la nominación presidencial, Ted Cruz, catalogó la embestida del automóvil como un “grotesco acto de terrorismo interno”.

Las duras criticas no terminaron allí. El senador Orin Hatch también se refirió a llamar la maldad por su nombre verdadero al tuitear: “Mi hermano no entregó su vida luchando contra Hitler para que las ideas nazis no vayan a ser desafiadas aquí en casa”.

Los demócratas han señalado que el presidente Trump simplemente no está dispuesto a alienar a un segmento de su base electoral blanca que todavía alberga sentimientos racistas.

La líder de la bancada demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, expresó que “la referencia del presidente sobre violencia ‘de muchos lados’ ignora la vergonzosa realidad actual de la supremacía blanca en nuestro país”.

La excandidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton, declaró por su parte, “cada minuto que permitamos que esto persista a través de apoyo tácito o falta de acción es escandaloso y corrosivo a nuestros valores”.

La batalla

Cientos de ultranacionalistas blancos se congregaron el sábado en Charlottesville para la marcha “Unite the Right” (Derecha Unida), en la que protestaban contra el retiro de una estatua de un héroe confederado, que defendían la esclavitud, de la Guerra Civil.

Los manifestantes, que incluían neonazis y miembros del racista Ku Klux Klan, chocaron contra una protesta opositora.

Se golpearon y patearon mutuamente y ambas partes usaron gas de pimienta contra los otros. En ese momento el estado de Virginia decidió declarar el estado de emergencia y cancelar la manifestación.

Cuando la movilización empezó a dispersarse, un auto arremetió contra las personas que habían llegado al lugar a oponerse a la marcha, matando una persona e hiriendo a 19 más.

James Fields, de Ohio, el supuesto conductor de 20 años, se encuentra detenido bajo sospecha de asesinato en segundo grado y el FBI ha abierto una investigación.

El gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, salió en televisión a decir que sólo tenía un mensaje para los supremacistas blancos que habían llegado a Charlottesville: “Váyanse a casa. No los queremos aquí. Son una vergüenza. Se hacen pasar por patriotas pero son todo lo contrario”.

Desde Nueva Jersey el sábado, Donald Trump afirmó que él y su equipo seguían “de cerca los horribles eventos” en Charlottesville pero planteó la violencia como como una plaga crónica y bipartidista.

Además no hizo referencia directa a uno solo de los manifestantes de derecha que incluían al supremacista blanco Richard Spencer y a David Duke, exlíder del Ku Klux Klan, la organización de extrema derecha más conocida de EE.UU.

Mientras demócratas y republicanos criticaban a Trump por ser vago en sus declaraciones, Duke fue uno de los pocos que consideró que el presidente había ido demasiado lejos.

Tras escuchar las palabras de Trump, dijo: “Le recomendaría que se mire al espejo y recuerde que fueron los estadounidenses blancos los que lo pusieron en la presidencia, no los radicales de izquierda”.

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