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Conclusiones tras un almuerzo con un grupo nacionalista blanco de derecha

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Estaban vestidos de negro, de pie, en la sombra, a pocos metros de la Convención Nacional Republicana, frente a un grupo de vendedores de gorras y banderas de Donald Trump. Sin embargo, ninguno de ellos estaba en la convención para apoyar al magnate neoyorquino; su objetivo, en cambio, era “trastocar al partido republicano”.

Lo que sigue es un resumen de lo conversado durante un almuerzo con estos tres jóvenes, miembros del antiguo Partido Tradicionalista de los Trabajadores TWP, por sus siglas en inglés), un grupo que el Southern Poverty Law Center ha definido como “virulentamente racista y antisemita”.

En realidad, ellos no apoyan a Donald Trump ni al partido republicano.

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“Si se piensa en ello, la mayoría de los seguidores de Trump son estadounidenses blancos, de clase trabajadora. Esos son nuestros electores”, señaló Matthew Heimbach, un joven de 25 años de edad, líder y cofundador del grupo. “Todos ellos quizás no votan por nosotros aún, pero eso es sólo porque no saben que tienen esa opción”.

Hay muchas cosas que a Heimbach no le gustan de Trump: quiere gastar mucho dinero en el ejército; su postura sobre la inmigración no es lo suficientemente profunda, seguramente sea ineficaz para el cargo de presidente, etcéteras varios. “Y finalmente, sigue siendo parte del orden preestablecido”.

Por todo esto, ellos están aquí para ‘convertir’ a los votantes republicanos a su propio partido. Heimbach lo explica con una analogía que fácilmente podría sonar a amazon.com: “Si te gusta Donald Trump, también podría gustarte el Partido Tradicionalista de los Trabajadores”.

Quieren volver a trazar las fronteras del estado en ‘regiones’ que tengan etnias, opiniones políticas y valores similares.

Heimbach cree que el país está tan polarizado que, hoy en día, no hay nada que una a los estadounidenses, a excepción del uso de la misma moneda. “Hasta hablamos idiomas diferentes”, aseguró.

Un ejemplo de ello: a él le gustaría armar una ‘región’ desde Pensilvania hasta la parte superior del sur, que se extienda a través de los Apalaches.

El grupo considera que las cuestiones sociales como el matrimonio homosexual y el aborto deben decidirse a nivel regional, en zonas como las que ellos proponen. “Dejemos de luchar esta guerra cultural. Declaremos vencedores a ambos bandos y, en tu respectiva región, haz lo que creas mejor”, postuló.

Están en contra del ‘multiculturalismo forzoso’ y buscan el cese completo de la inmigración en su región.

Esto incluye toda la inmigración, legal e ilegal. “Cero inmigración neta, creo que sería justo”, afirmó Heimbach. Sin embargo, no impedirían que otras regiones del país acojan la diversidad, si eso es lo que quieren.

Pero luego, el tema se puso áspero.

“Soy una persona asiática de California”, le dije. “¿Qué ocurriría si me quiero mudar aquí? ¿Ustedes me dirían ‘idealmente, tienes que quedarte allí’?”. Él asintió. “Sí, en tu propia comunidad”. Me reí, y él agregó: “Eso no significa que no podamos visitarnos unos a otros. Es decir, hay visas”.

Realmente -de veras- no se definen a sí mismos como extremistas.

¿Considera que el grupo es ‘extremista’? “Considero que soy muy aburrido”, respondió. Insistí y pregunté si está en desacuerdo con quienes los llaman extremistas. Fue esa la pausa más larga de toda nuestra conversación. “Yo diría… Hablamos de valores que son normales, naturales y saludables”, dijo finalmente, evitando un sí o no por respuesta. “Creo que [el extremismo] es un título que se lanza para demonizar a los blancos políticamente organizados de forma pacífica”, continuó.

Heimbach describe que el centro, a nivel político, es “la muerte”. Los miembros del grupo respetaban a Bernie Sanders por captar gente hacia la izquierda; hasta que el senador apoyó a Hillary Clinton. “Jamás he atacado a la extrema izquierda”, señaló. “El centro debe estallar antes de que tengamos una revolución política”.

¿Y eso no es una forma de extremismo?, pregunté. “Bueno, es esencialmente lo que está sucediendo”, afirmó, evitando un sí o un no por tercera vez. Como ejemplo, remarcó las diversas comunidades étnicas dentro de Los Ángeles y la “fuga de blancos” en todo el país. “La fuga de blancos se ha dado durante décadas; ocurre cuando la gente blanca intenta liberarse del multiculturalismo”, dijo. “Para eso existían los suburbios”.

Tampoco les gusta que los llamen racistas.

“Rechazamos el odio racial y la supremacía”, afirmó. “[El término racismo] se usa en muchos casos cuando una persona blanca aboga por su pueblo y su comunidad”.

Se definen como ciudadanos pacíficos y respetuosos de la ley.

El TWP es probablemente mejor conocido en California por una sangrienta pelea que se desató durante una manifestación neonazi en Sacramento, donde siete personas fueron apuñaladas fuera del Capitolio.

Heimbach argumenta que sus miembros fueron atacados mientras mantenían una pacífica marcha en apoyo de la libertad de expresión. Según él, el grupo tiene una regla respecto de la violencia: nunca quebrar las leyes. “Está en nuestro manual del partido, por lo menos cuatro veces. Somos ciudadanos respetuosos de la ley, que quieren una revolución política y un cambio. Pero lo queremos de forma legal”.

El partido pide a sus miembros que dejen las armas en casa. Pese a ello, les proporciona escudos.

Apoyan a todos los nacionalistas, sean blancos o no.

Heimbach señala que hay otro grupo a quienes apoyan: la Nación del Islam, un movimiento religioso afroamericano que el Southern Poverty Law Center describe como un grupo de odio organizado con una “teología de la superioridad innata negra”.

“Nuestra política es que si un grupo se dedica a la revolución política a través de medios pacíficos, legales y honorables, entonces podemos trabajar con él”, termina Heimbach.

“Ellos quieren la independencia de sus comunidades, quieren autodeterminación. [Y eso es algo] que puede identificar a todos los nacionalistas”.

Si desea leer la nota en inglés haga clic aquí.

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