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Especial: No aumenta el uso del español en Estados Unidos

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Subyacente en el acalorado debate sobre la inmigración en Estados Unidos acecha una preocupación a menudo tácita: el lenguaje. Específicamente, si la inmigración de los países de habla hispana podría o no amenazar el dominio del idioma inglés.

Desde hace tiempo, el lenguaje y la inmigración han estado políticamente vinculados en Estados Unidos. Cuando la ciudad de Farmers Branch, Texas, aprobó un estatuto dando “carácter obligatorio” al uso del inglés en 2006, el entonces alcalde Tim O’Hare lo justificó diciendo, “Necesitamos abordar la inmigración ilegal en nuestra ciudad y tenemos que hacerlo ahora”.

El consejo de la ciudad de Farmers Branch votó unánimemente para derogar la controvertida disposición en noviembre de 2017, pero 31 estados y cientos de ciudades en Estados Unidos aún tienen legislaciones locales de solo inglés o “inglés oficial”.

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La percepción de que la inmigración latina ha llevado al español a soslayar o hasta superar al inglés en Estados Unidos está bastante generalizada.

El español es la segunda lengua más dominante en el país después del inglés.

Es hablado por 48,6 millones de personas: 34,8 millones de hispanohablantes de 5 años o más de diversas naciones, 11 millones de inmigrantes latinoamericanos indocumentados y un estimado de 2,8 millones no latinos se comunican en español en sus hogares.

Los datos del censo sobre los cambios demográficos de EEUU resaltan que para 2060 la población latina en EEUU —el grupo con más probabilidades de hablar español— crecerá un 115 por ciento, a la cifra de 119 millones.

Pero estas cifras no lo dicen todo.

Como lingüista, he estudiado el bilingüismo español-inglés en los estados de Texas, California, Florida y otras zonas de EEUU, y puedo dar fe de que a pesar del miedo político, el español en realidad tiene una posición bastante tenue en el país.

De bilingües a monolingües

¿Cómo puede la población latina crecer rápidamente mientras que la cifra de hispanohablantes se mantiene estable? La respuesta está en las peculiaridades de los datos de los censos y en la historia lingüística particular de EEUU.

Si observamos los patrones de inmigración de la última mitad del pasado siglo, es cierto que los hispanohablantes han aumentado en EEUU. De 1965 a 2015, alrededor de la mitad del total de inmigrantes proviene de países de América Latina.

Esta tendencia agregó alrededor de 30 millones de personas, la mayoría de las cuales llegaron hablando español, al pueblo estadounidense.

Pero esa es solo parte de la historia. Mientras que los nuevos inmigrantes llegan hablando español, los estudios demuestran que sus hijos tienden a convertirse en bilingües, y estos prefieren el inglés de forma abrumadora.

Como resultado, es muy probable que los nietos de esos mismos inmigrantes solo hablen inglés.

Los lingüistas llaman a este fenómeno “el patrón de las tres generaciones.” En esencia, esto significa que las terceras generaciones pierden las lenguas no-inglesas en EEUU.

Podemos ver este patrón en los datos del Pew Hispanic Center. Las encuestas muestran que en el 2000, el 48 por ciento de los adultos latinos de 50 a 68 años hablaba “solo inglés” o “inglés muy bien”, y que el 73 por ciento de los niños y jóvenes latinos de entre 5 y 17 años lo hacía así mismo.

Para el 2014, esas cifras habían aumentado al 52 por ciento y al 88 por ciento, respectivamente. En otras palabras, el cambio del español al inglés está ocurriendo en todo el país, tanto a lo largo del tiempo como entre generaciones.

Por qué el inglés domina

El cambio de lengua no es un fenómeno natural. Más bien, es una consecuencia del empuje cultural que presiona a los oradores para que abandonen un idioma para asumir otro.

Este empuje incluye leyes de lenguaje restrictas que formalmente prohíben el uso del español en entornos educacionales o gubernamentales, como sucedió en Farmers Branch, Texas, durante 11 años.

También las escuelas impulsan el patrón de la tercera generación. Aunque los padres latinoamericanos suelen hablar en español con sus hijos nacidos en Estados Unidos, esos niños asisten, casi invariablemente, a escuelas en las que solo aprenden inglés.

En ellas, aprenden que el éxito académico se logra en inglés. Como resultado, los niños de primera generación amplían sus vocabulario y conocimientos en inglés, no en español.

También pueden encontrar reacciones adversas hacia el español por parte de sus maestros y compañeros.

Por ejemplo, en octubre del 2017, un profesor de una escuela secundaria de Nueva Jersey fue capturado en un video reprimiendo a tres estudiantes por hablar en español, y los conminaba, en cambio, a hablar “americano”. El hecho de que no exista ese lenguaje no viene al caso; su mensaje era claro.

La presión social para hablar inglés es tan grande que los padres inmigrantes latinos pueden notar resistencia al uso del español en casa en edades tan tempranas como cuando están en kindergarten. Una generación más tarde, aunque los abuelos continúen usando el español en el hogar, los nietos les responderán en inglés con frecuencia.

Los numerosos blogs, sitios web y guías dedicados a ayudar a los padres latinos navegan en este ámbito bilingüe e indican cuán común es el cambio de idioma.

De hecho, cuando les pregunto a mis propios estudiantes latinos sobre cuándo hablan uno u otro idioma y con quiénes, la respuesta es casi siempre la misma: español con las personas mayores; inglés con todos los demás.

Este patrón parece mantenerse tanto en las ciudades pequeñas como en las grandes; tanto en la costa este como en la oeste; y también en ciudades con poblaciones latinas grandes o pequeñas. Desde Chicago hasta el sur de California, los hijos de inmigrantes hispanohablantes asumen el inglés como lengua dominante.

El cambio de español a inglés ocurre aun en Miami, donde más del 65 por ciento de la población es latina y donde hablar español tiene claros beneficios económicos. Es por eso que Miami tiene dificultades para encontrar suficientes docentes hispanohablantes para el personal de sus escuelas públicas.

El inglés en expansión

El español no es el único idioma de inmigrantes que ha luchado por mantenerse en EEUU. Los alemanes, italianos, polacos y suecos han pugnado por cambios de lengua similares en los siglos XIX y XX. Estas lenguas, también, a veces se veían como una amenaza a la identidad estadounidense en su momento.

Entonces y ahora, la ansiedad estadounidense sobre el papel del inglés en la sociedad estadounidense es totalmente infundada. En los casi 150,000 años de historia del lenguaje humano, nunca ha habido una lengua más consolidada que el inglés.

Muchas personas a lo largo del mundo hablan mandarín y español como primera lengua.

Pero con unos 400 millones de hablantes del inglés como primer idioma y más de 500 millones de hablantes de esa lengua como adoptiva, el inglés tiene una posición global que no disfruta ninguna de las casi 6,000 lenguas que se hablan en el mundo. Y así ha sido así durante aproxidamente medio siglo.

Si la inmigración latina disminuye de manera marcada en EEUU, el cambio de idioma puede llevar a que el español desaparezca en territorio estadounidense.

Pero el inglés no se va para ninguna parte.

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