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Un periodista de Seattle se hacía pasar por ejecutivo de películas de adultos para violar mujeres en las audiciones

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Durante la última década, mientras el productor de cine Harvey Weinstein buscaba talento en Hollywood, el autoproclamado cineasta Matt Hickey recorría el Capitolio de Seattle en busca de la próxima estrella de cine para adultos. O eso decía en sus anuncios en línea.

Periodista y fotógrafo, Hickey no tenía créditos cinematográficos como “Pulp Fiction” o “Shakespeare in Love” en su currículum, a diferencia de Weinstein. Pero sí tenía un argumento de venta similar: el poder de convertir a alguien en una estrella.

Su pseudoestudio era su modesto apartamento en Seattle, y su equipo consistía en una reclutadora que, según los fiscales, era en realidad el propio Hickey, que se hacía pasar por una mujer llamada Deja Stwalley, el nombre de una excompañera de clase que desconocía la farsa.

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Algunas de las mujeres que respondieron a sus anuncios en línea afirmaron ante las autoridades que fueron atacadas sexualmente después de llegar al lugar para una “prueba de pantalla”. En total, la policía de Seattle entrevistó a seis mujeres que alegaron haber sido obligadas a tener relaciones sexuales con Hickey, aunque algunas advirtieron que no podían recordar detalles del encuentro porque habían sido drogadas o atontadas con alcohol.

Hickey, de 41 años, ahora está acusado de cuatro cargos de violación y, después de un año detenido, podría ser juzgado este mismo mes.

Al igual que Weinstein, quien fue acusado públicamente de ser un depredador sexual por víctimas que contaron sus historias a los medios, Hickey fue denunciado por la prensa.

En su caso, fue un periódico alternativo -en el cual él había trabajado como periodista independiente- el medio que dio a conocer la noticia.

Algunas de las presuntas víctimas en Seattle informaron haber recurrido primero a la policía, pero sintieron que los investigadores no se habían interesado en seguir con sus denuncias. Cuando sus historias comenzaron a aparecer en las páginas de Facebook, un editor del Stranger, un periódico alternativo para el que Hickey había cubierto la vida nocturna de Seattle, tomó nota.

El editor de dicho medio, Charles Mudede, transmitió el mensaje a una de sus reporteras, Sydney Brownstone, quien logró que una de las mujeres que había publicado su relato en Facebook hablara públicamente. Eso condujo a Brownstone a otras dos víctimas, que también aceptaron hablar.

“La historia se precipitó desde allí”, afirmó Brownstone.

La periodista indicó que el periódico, que se publica cada dos semanas, no dudó en investigar a uno de sus propios reporteros, quien también se había desempeñado como escritor independiente para Forbes, CNET y otros sitios en línea.

Cuando el fiscal del condado de King, Dan Satterberg, presentó cargos por violación contra Hickey, el año pasado, su oficina y la policía acreditaron al Stranger por haber realizado el trabajo detectivesco inicial. Varias otras supuestas víctimas también se presentaron después de la publicación de la noticia, llamada “The Audition.”

Las autoridades destacaron que su investigación desde entonces reveló supuestas violaciones que datan de 2001, y los detectives especulan que podría haber docenas de víctimas.

Hickey, quien fue arrestado en noviembre pasado en Las Vegas -donde se mudó después de que Stranger publicara su historia- se declaró inocente y sostuvo que cualquier relación sexual con sus acusadoras fue consensuada.

Los anuncios que Hickey colocaba en Craigslist en Seattle y Las Vegas describían las pruebas de cámara como una sesión de preguntas y respuestas para establecer preferencias sexuales, una sesión fotográfica de desnudos y una “audición”. “Harás una audición con uno de nuestros muchachos especialmente seleccionados... Esto no es para todos, y si no es para ti, está bien. Pero ten en cuenta que estamos haciendo audiciones para [porno] hardcore, por lo cual la capacidad de tener relaciones sexuales con un [extraño] sin dejar de sonreír es importante”, dicen los anuncios.

Al parecer, Hickey buscaba un grupo de candidatas en su mayoría desconocidas, por lo general mujeres de entre 17 y 25 años, que veía en Facebook, de acuerdo con los registros judiciales. “Luego contactaba a esas jóvenes a través del perfil [falso en línea] de Stwalley y les ofrecía la oportunidad de presentarse para una audición de un estudio de cine alternativo especialista en películas para adultos” y eventualmente ganar hasta $3,500 al día como estrella porno, indican los registros judiciales. Sólo tenían que “hacer una prueba con uno de nuestros ‘muchachos’ especialmente elegidos’”. En todos los casos, precisaron los fiscales, las audiciones las realizaba el propio Hickey.

Una supuesta víctima afirmó que se desmayó en el lugar y que a la mañana siguiente se despertó en la cama, desnuda, con un envoltorio de condón cerca. La mujer le dijo a las autoridades que no recordaba haber tenido relaciones sexuales con Hickey y que ciertamente no quería hacerlo. Específicamente, declaró ante la detective Michelle Gallegos, de la policía de Seattle, que había “llorado y vomitado durante todo el día”, y se había sentido “disgustada y avergonzada”.

Hickey ya ha sido declarado responsable de fraude civil en un caso de protección al consumidor, el primero de este tipo en Washington, presentado por el fiscal general del estado. En marzo pasado, el juez Ken Schubert, de la Corte Superior del Condado de King, le impuso a Hickey $332,000 en multas y costas judiciales por hacerse pasar por cineasta y por su propia asistente femenina para engañar a seis mujeres con una estafa pornográfica.

Según la acusación estatal, el hombre “se hizo pasar por una reclutadora de talentos llamada ‘Deja Stwalley’ para engañar a las mujeres en su propio beneficio... [sin] intención de darles trabajo. Creó un negocio ficticio y un proceso de audición para obtener fotos de desnudos para su carpeta de fotografías y para satisfacer sus deseos sexuales”.

La denuncia afirma que Hickey mantenía la posesión de las fotos que tomaba a las mujeres que respondían a sus anuncios. Su fianza se estableció en $200,000.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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