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Se arrojó sobre sus hijos para protegerlos mientras volaban las balas en la iglesia de Texas

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Mandi Lookingbill estaba en su casa, en San Antonio, el domingo por la mañana, cuando sonó el teléfono. Era su hermano. ¿Sabía las noticias? Había habido un tiroteo masivo a 45 minutos de su casa, en Sutherland Springs, en la iglesia local a la que asistían su hermana y la familia de ésta.

Ambos intentaron comunicarse con la mujer, Joann Lookingbill Ward, pero nadie respondía su teléfono.

Entonces, Mandi recibió una llamada de Rihanna Tristan, de 9 años, hija de su hermana. “Tía Mandi”, dijo la niña entre gritos. “Mi mamá y mis hermanas... fueron baleadas”.

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En total, 26 personas murieron y otras 20 resultaron heridas por el único tirador que invadió el santuario de la iglesia First Baptist Church, de Sutherland Springs. Entre los fallecidos hubo un bebé por nacer, un pequeño de 18 meses y un hombre de 77 años.

Muchos eran niños. Entre los adultos había abuelos, madres amas de casa y un profesional de capacitación médica. Todos tenían en común su fe, y se reunían para cosas como el festival de otoño de la iglesia, horneadas comunitarias o conciertos con la banda de la iglesia.

Bryan Holcombe -quien murió junto con su esposa y otros seis parientes, incluida una mujer embarazada- era un pastor de 60 años que a veces reemplazaba al titular de la iglesia, como ese domingo. Tres generaciones de Holcombe vivían en una gran zona rural, salpicada de fardos de heno y cercada por un grupo de árboles con enredaderas. La tierra pertenecía a esa familia, muy unida, desde el siglo XIX.

Su esposa, Karla, se preocupaba por su suegra envejecida y con frecuencia visitaba a sus amigos en el hospital, relató Mike Hopper, de 61 años, un amigo de la familia.

Robert Corrigan, de 51 años, había servido en la Fuerza Aérea durante 29 años antes de retirarse, en 2015. Ahora trabajaba para WellMed Medical Group, donde hacía sesiones de capacitación. En su tiempo libre, publicaba música folk y cristiana bajo el nombre de “Bobstradamous”, en SoundCloud.

“Él era tan humilde… Se reía y decía: “Solían llamarme un ‘erudito’ cuando estaba en el ejército”, afirmó en un comunicado Debra Bentley, colega y supervisora de Corrigan. “Él podía hacer cualquier cosa, desde escribir una investigación de salud realmente profunda que luego se publicaría, hasta construir un establo o componer música”.

Haley Krueger, de 16 años, servía el desayuno en la iglesia y quería ser enfermera de bebés gravemente enfermos, relató su tía, Pauline Marrison. La joven amaba a los niños, los animales, le encantaba salir de compras e ir de pesca con su padre, quien murió hace dos años de cáncer de páncreas. Involucrarse con la iglesia fue su manera de canalizar esa pérdida hacia algo positivo, resaltó Marrison.

A Mandi Lookingbill y sus parientes les tomó casi todo el domingo saber el costo exacto de la masacre en su familia.

La noche anterior, Joann le había contado sobre sus planes para ese día. Era su sexto aniversario de bodas. Su esposo, Christopher Ward, conductor de camiones, estaba trabajando en el turno noche, pero planeaba descansar mientras Joann y sus cuatro hijos iban a la iglesia. Después, todos irían de picnic. “Joann quería que los niños estuvieran con ellos”, afirmó Mandi. “Simplemente quería llevar a sus hijos, ir al parque y pasar el día juntos”.

Joann era la menor de nueve hermanos que habían crecido a unos 90 minutos de Sutherland Springs, en el pequeño pueblo de Castroville; le encantaba criar una gran familia propia. Rihanna, la mayor de sus niños, era hija de una relación anterior.

También lo era Emily García, de siete años. A Emily le encantaba bailar y cantar canciones de Taylor Swift, pero la recordada Selena era su ídolo. Emily y su madre habían ido una vez a Corpus Christi para visitar el museo y el monumento de la célebre cantante.

La pareja tenía una hija biológica: Brooke, de 5 años, quien era una “pequeñita, siempre unida a la cadera de su madre”, y con frecuencia sus familiares la encontraban mirando las caricaturas de “Peppa Pig”, “PAW Patrol” o “My Little Pony” en su tableta, contó Mandi Lookingbill.

Además, Christopher Ward tenía la custodia completa de su hijo Ryland, de 5 años, que había tenido con otra mujer. “Amamos a ese hombre también, y amamos a su pequeño como si fuera de nuestra sangre”, afirmó Lookingbill, quien agregó que Christopher, a su vez, “se hizo cargo de los bebés de Joann”.

Los cuatro chicos asistían al campamento de la iglesia y cada domingo participaban de los servicios, junto con Joann. “Realmente estaba involucrada con la iglesia, con su comunidad”, narró su hermana. “Cada vez que hablaba con ella, estaba haciendo algo por alguien”.

Fue Rihanna quien le explicó a su tía lo que sucedió cuando comenzó el tiroteo. Joann empujó a Rihanna al piso, tratando de esconderla de la visión del tirador. Luego se abalanzó sobre los otros tres pequeños, para intentar cubrirlos a todos con su cuerpo.

El asesino descargó cientos de balas sobre los fieles, informaron las autoridades. Cuando finalmente se marchó, un feligrés tomó a Rihanna y la llevó a la habitación de atrás de la iglesia, donde uno de sus tíos la recogió.

La policía le dijo que Emily y Ryland estaban siendo transportados a un centro médico; Emily murió más tarde, en el University Hospital, de San Antonio.

La familia pensó que Joann y Brooke estarían en ese hospital también, o en uno cercano. Pasaron todo el día “llamando a todos los centros de atención de San Antonio”, recordó su hermana. Pero “Joann y Brooke no estaban en hospitales”.

El hermano de Joann fue a la iglesia con fotos de ella y de su pequeña sobrina. Esa noche, después de haber estado allí durante horas, las autoridades le informaron que no las encontraría en un sanatorio; sus cuerpos todavía estaban en la iglesia.

Hasta este martes por la mañana, Mandi Lookingbill aún no había visto los cadáveres. La policía identificó a Joann por sus tatuajes, y a Brooke gracias a una foto, relató. La familia no sabe dónde le dispararon a su hermana, sobrinas y sobrino, ni la naturaleza de sus heridas.

“No es algo en lo que queremos pensar ahora”, afirmó.

Ryland aún no está fuera de peligro; se encontraba en estado crítico el martes, después de ser sometido a múltiples cirugías, precisó Lookingbill. “Mi hermana le salvó la vida porque saltó sobre él”, aseguró. “Joann dio su último aliento tratando de proteger a esos bebés”.

Ahora, Lookingbill se está ocupando de Rihanna, la única de sus sobrinos que no recibió ningún disparo.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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