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¿Quiénes buscan que Trump reconozca a Jerusalén como capital de Israel?

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En una sola declaración, el presidente Trump resumió una razón central para declarar a Jerusalén capital de Israel, una de las decisiones más trascendentes y arriesgadas a nivel mundial de su mandato: “Si bien los presidentes anteriores hicieron de esto una gran promesa de campaña, no cumplieron”, afirmó el miércoles desde la Sala de Recepción Diplomática de la Casa Blanca. “Hoy, yo la estoy cumpliendo”.

La decisión puede haber alarmado a primeros ministros, presidentes, reyes y sus súbditos en todo el mundo. Pero encaja perfectamente en el cálculo político de Trump y en su visión personal de su mandato.

En su opinión, él es un presidente que avanza hacia el cambio “histórico”, mientras que quienes lo rodean instan a la evasiva. Él es el presidente que desprecia sin rodeos el juicio de las élites, y que lleva la cuenta de “las promesas cumplidas”.

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Especialmente importantes son las promesas a los votantes que Trump considera su base, entre los cuales se incluye una gran mayoría de cristianos evangélicos.

“Se lo puede ver en su cara”, afirmó Robert Nicholson, director ejecutivo de The Philos Project, un grupo conservador que aboga por la participación cristiana en Medio Oriente y que no influyó en la cuestión de Jerusalén. “Sus ojos se iluminan cuando surge este tema”.

La decisión también tiene importantes implicaciones políticas para el vicepresidente, Mike Pence, el único funcionario de la administración visto por cámara cuando Trump hizo su anuncio de que los Estados Unidos no sólo reconocerían a Jerusalén como la capital de Israel, sino que comenzarían a trasladar allí la embajada, desde Tel Aviv.

Pence, cuyas ambiciones políticas no terminan en la vicepresidencia -según muchos que lo conocen- se mantuvo firme, mirando con reverencia al presidente, y planea un viaje a Israel a finales de este mes.

Las encuestas sugieren que la nueva política no será ampliamente popular. Un sondeo de Brookings Institution publicado el viernes reveló que sólo el 31% de los estadounidenses apoya la mudanza de la embajada. Una gran mayoría de los judíos estadounidenses, que se inclinan hacia la izquierda, se oponen a la idea, de acuerdo con las repetidas encuestas sobre el tema realizadas en los últimos años.

Pero aquellos que apoyan el plan son apasionados e influyentes. Eso incluye a un gran número de cristianos evangélicos, así como a algunos judíos conservadores prominentes, especialmente Sheldon Adelson, el multimillonario magnate de los casinos, quien es uno de los donantes más importantes en el Partido Republicano.

John Hagee, un prominente pastor evangélico y líder de Christians United for Israel, afirmó en un correo electrónico este miércoles que se reunió con Pence y Trump varias veces, y que se mencionó a Jerusalén en cada ocasión. En julio, Pence pronunció el discurso de apertura en la cumbre anual de Christians United for Israel, y obtuvo la mayor ovación cuando juró que trasladar la embajada “no es cuestión de hacerlo o no, es sólo cuestión de cuándo [lo haremos]”.

“La comunidad sionista cristiana no olvidará las acciones audaces del primer mandatario”, aseguró Hagee. “El presidente Trump será honrado y conmemorado por judíos y cristianos de todos los tiempos”.

Los candidatos presidenciales en ambos partidos prometieron trasladar la embajada desde al menos la década de 1990, sin sentirse nunca obligados a cumplir con ello. Su habilidad sobre el tema surgía del hecho de que la opinión israelí es ambivalente al respecto, y los expertos en seguridad nacional estadounidenses temen que los riesgos para la estabilidad regional, la seguridad y la estrategia superen con creces las ganancias, que consideran en su mayoría simbólicas.

Incluso el presidente George W. Bush, que se identificaba estrechamente con el movimiento evangélico, firmó exenciones para permitir que la embajada permanezca en Tel Aviv.

“Es una promesa que se negocia a una tasa de gran descuento”, explicó Ari Fleischer, quien se desempeñó como secretario de prensa de Bush y también es miembro de la junta de la Coalición Republicana Judía, un grupo de defensa conservador financiado por Adelson. “Hay poca o ninguna expectativa de que alguien lo haga”.

Fleischer, quien se siente ambivalente con respecto al traslado dado su potencial para alterar cualquier posible avance en las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos, predijo que incluso muchos partidarios de la decisión la recibirían con una mezcla de sorpresa y temor.

Pero la medida es el tipo de promesa tangible y orientada a la acción, que tanto atrae a Trump. “Simplemente suena muy pro Israel”, expuso Jeremy Ben-Ami, presidente de J Street, un grupo político estadounidense que ejerce presión sobre Israel desde una perspectiva liberal judía y se opone a la decisión del primer mandatario.

Ben-Ami acredita a Adelson y otros donantes judíos conservadores, enlazados con los evangélicos, por forzar el tema y llevarlo centro de la política republicana.

La conexión evangélica con Israel tiene muchas raíces, incluidas algunas relacionadas con las profecías del fin de los tiempos que incluyen el control judío de Israel y Jerusalén, una guerra de civilizaciones y una opción para que los judíos se conviertan al cristianismo o mueran.

Hagee y otros rechazan esa conexión, sin embargo. Algunos líderes evangélicos señalan el papel bíblico de Israel como hogar de los judíos y su rol moderno como aliado clave de los Estados Unidos. Una encuesta de Pew de 2014 halló que el 82% de los evangélicos blancos en los Estados Unidos creen que Dios le dio Israel al pueblo judío, una convicción teológica compartida sólo por el 40% de los judíos estadounidenses. “Para los evangélicos, Israel no es un problema. Es una cuestión de identidad “, explicó Nicholson. “Se ven a sí mismos como conectados”.

Para Pence, el nexo es especialmente importante. Sirve como un conducto dentro de la administración de Trump tanto para la comunidad evangélica como para los donantes republicanos, un rol que podría ser valioso si alguna vez busca la presidencia. Un funcionario de la Casa Blanca afirmó que Pence está entre quienes abogaron fuertemente por la declaración de Jerusalén durante una reunión de alto nivel con el primer mandatario, la semana pasada.

El vicepresidente estaba especialmente ansioso de que la decisión se tomara antes de su visita planeada a Israel y Egipto, donde está programado que dé un discurso formal ante el parlamento (Knesset) en Jerusalén. Nikki Haley, quien buscó el apoyo evangélico como gobernadora de Carolina del Sur antes de convertirse en embajadora de Trump ante las Naciones Unidas, también fue vista como una enérgica defensora de la posición del presidente.

También se dijo que más figuras del establishment, incluido el secretario de Estado, Rex Tillerson, pidieron precaución y enfatizaron las consecuencias potencialmente negativas en la región.

Matthew Brooks, director ejecutivo de Republican Jewish Coalition, consideró que la promesa de trasladar la embajada generó el más fuerte aplauso cuando Pence se dirigió a su grupo en febrero pasado, durante una conferencia nacional en Las Vegas que a menudo se considera un campo de prueba para candidatos republicanos que buscan el soporte financiero de Adelson.

“Ha sido la piedra angular de nuestra agenda durante mucho tiempo”, aseguró Brooks.

El funcionario de la coalición le dio crédito a Pence por su fuerte apoyo a Israel desde sus días en el Congreso, cuando fue autor de una legislación que respalda el derecho de esa nación a construir una barrera de seguridad. Más tarde, como gobernador de Indiana, Pence promulgó una ley para oponerse a los boicots a Israel. También hizo visitas, incluido un viaje en 2014 con Christians United for Israel.

Pero, en última instancia, será Trump quien asuma la responsabilidad del traslado.

“La decisión final es del presidente”, afirmó Hagee. “Hemos discutido el tema de Jerusalén, y creo que es una cuestión que resuena profundamente con él”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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